Cuando
Marcos rompió con Graciela, no quiso llevarse aquel cuadro.
Al
verlo salir con su maleta, ella le recordó débilmente:
-¡ Se
te queda la pintura!
El la
miró fríamente y le contestó:
-¡
Quédate con ella! Después de todo, la
pinté para ti.
Graciela
pensó que se la dejaba simplemente porque la hallaba fea.
Representaba
un paisaje marino. Un promontorio de rocas se adentraba en el mar y en la cima
había un faro. Algunas gaviotas revoloteaban en un cielo gris.
A
Graciela le gustaba y lo colgó en la pared. Después de todo, era lo único que
le quedaba de Marcos...
Una
mañana, notó un charco de agua en la alfombra, bajo el cuadro. Pensó que había
sido su gato y lo amonestó severamente. El la miró herido y le hizo un mohín de
desprecio, castigándola con su indiferencia.
Al
otro día, el charco era más grande y esta vez comprobó que el agua había fluido
desde el borde del cuadro, como si el mar se estuviera rebalsando.
Tenía
tantas preocupaciones sobre su trabajo y su vida en general, que lo pasó de
largo. No tenía tiempo para reflexionar sobre el misterio.
Esa
noche se desveló. Pasadas las doce,
escuchó un batir de olas y vio claramente a una gaviota salirse de la pintura y
revolotear por su habitación.
-
¡Bah, qué raro!- exclamó Graciela- Después de todo estoy durmiendo...
Sin
embargo, al otro día encontró una pluma
blanca caída sobre la alfombra.
A la
noche siguiente, decidió no dormirse por ningún motivo. Se sentó muy derecha en
la cama después de haber consumido medio litro de café.
Le
pesaban los párpados y ya empezaba a cabecear, cuando le llegó nítido el rumor
del mar y una bocanada de aire frío terminó de despertarla.
Se
levantó y se paró frente a la pintura. Vio que en lo alto del faro había un
hombre que le hacía señas.
Adelantó
un pie desnudo y se encontró pisando sobre arena. De un salto se puso a trepar
por las rocas del promontorio. No tenía miedo. La magia de esa hora la había
atrapado y todo le parecía natural.
Con
curiosidad, miró hacia atrás y se observó a sí misma en la cama, durmiendo
plácidamente.
Siguió
trepando por las rocas y llegó al faro. La puerta estaba abierta y una escalera
de caracol conducía a la cúspide. En lo
alto vio al hombre que sonreía y le tendía la mano, para ayudarla a subir.
-¡
Ven!- la urgió- ¡ Desde arriba se ve un paisaje estupendo!
Era
cierto. Una preciosa playa de arena blanco se extendía hasta perderse de vista
y en la línea del horizonte, en la que un barco pesquero permanecía inmóvil.
-¡
Mira tú hacia allá!- le dijo Mariela- ¿ Ves mi cama y a mí misma
durmiendo? Se nota que todo esto no es
más que un sueño.
-Te
equivocas- le respondió él- Soy tan real como tú. Solo que mi mundo es paralelo
al tuyo y para entrar en él sólo debes soltarte y dejarte ir, como si flotaras
sobre las olas.
Mariela
lo miró y vio que sus ojos eran verdes como el mar y que su pelo estaba
descolorido por el sol. El le sonrió en silencio y le señaló una bandada de
gaviotas que se había posado sobre el agua.
Desde
lejos les llegó el sonido de una campanilla.
-¡ Es mi despertador! exclamó Mariela,
pesarosa - Me tengo que ir ¡Pero tú, por favor no te vayas... ¡
¡Volveré apenas pueda!
- Mi
mundo es éste- contestó él sonriendo-¿ A donde más podría ir?
Esa
tarde, al volver de su trabajo, la detuvo el conserje.
-Señorita
Mariela, vio su amigo Marcos a buscar un cuadro que se le había quedado. Le
dejó las llaves y un mensaje.
Mariela
leyó las breves líneas, consternada : " Me llevo el cuadro porque lo
necesito para completar mi exposición. Después te lo devuelvo".
Días
después de la inauguración, se decidió a ir a ver la muestra que se exhibía en una conocida galería.
Vio
que había bastante gente y comprendió que Marcos había tenido éxito.
En un
lugar destacado estaba el cuadro con el faro. Lucía un cartel que decía "
vendido".
-¡
Perdona, Mariela!- le dijo Marcos, que se paseaba envanecido entre sus
admiradores- ¡ No creí que se vendiera!
Pero, te pintaré otro igual, no te preocupes...
Por
supuesto, jamás lo hizo...Y Mariela terminó por olvidar el breve sueño que le
había brindado la magia de aquel cuadro.
Vaya
ResponderEliminareso es muy misterioso
...a veces tanta soledad o sensación de abandono
que nuestro inconsciente nos remonta esos lugares paralelos donde podríamos alcanzar algo de esa felicidad}
con el otro , que aquí a luces es imposible
besos.
Amiga escritora,el viejo fotógrafo,sigue con atención tus cuentos,admiro tus fantasias literarias y a esa capacidad tuya de hilvadarla
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Hola, qué tal..
ResponderEliminarHe encontrado tu blog por casualidad y me alegro.
Un placer seguirte.
Un abrazo 🌹🌹🌹
Estimada a propósito de mi poema sobre el beso de manzana , te digo que creo que cualquiera se siente muy feliz recibir un besote, sabor de manzana...
ResponderEliminarla manzana ha sido y será a morir mi fruta preferida
mi mejor regalo diario, comer una manzana
y si es del amor
del hermoso recuerdo que se bate en la memoria
de los son los míos y así los tuyos...
de lo que si vale la pena retrotraer a tu vida
para hacerte saber que has sido feliz
y que has sabido bien amar.
mi aprecio de siempre.
Magdalena.