Betty
se miró en el espejo, confiando en haber adelgazado mientras dormía.
Había
soñado que corría kilómetros, perseguida por un rinoceronte...
Pero
el espejo le devolvió una cara regordeta y una blusa donde los botones pugnaban
por librarse del secuestro de los ojales.
¡
Todo le quedaba mal! No cabía duda de
que la ropa había encogido, colgada en el closet...
Llamó
a Nora, única confidente de sus secretas humillaciones.
-Oye,
Nora ¿ Tú crees que esas clínicas para adelgazar sirvan de algo?
-No
sé, Betty. Tendrías que preguntarle a Josefina.
-¡
Pero ella es flaca!
-Por
lo mismo...Cuando dice que va a Europa, en realidad se interna en una de esas
clínicas.
Fue a
ver a Josefina y le preguntó a boca de jarro:
-¿ Tú
crees que estoy más gorda?
-¿
Más gorda que cuando? ¿ Que ayer a esta
misma hora?
Betty
dio una patada en el suelo y se puso a llorar.
-¡
Ay, niña! ¡ Qué susceptible!
-Es
que estoy desesperada, Josefina. Cuando
veo una mujer flaca me falta el aire y creo que voy a explotar....¡ Necesito
hacerme una cura!
-Regio,
Betty. ¡ Yo te acompaño!
Josefina
hizo una llamada al Centro Médico donde se
atendía a ella y reservó hora para las dos.
Llegaron
a un enorme edificio en los faldeos cordilleranos. Estaba reodeado de parques y
jardines y separado del exterior por una reja de fierro.
El
médico miró a Betty con severidad al ver la cifra que marcaba la balanza. Le
recetó una dieta y ejercicios moderados. La dieta era digna de un campo de
concentración. Las primeras cuarenta y ocho horas, solo jugo de rábano. Al
tercer día, dos zanahorias y tres hojas de lechuga. Al final de la semana, gran
premio a la fuerza de voluntad: ¡ un
huevo duro y una cucharada de alpiste!
A los
dos días y a causa de los
"ejercicios moderados", Betty se arrastraba por el piso convertida en
un trapeador. Pero lo peor era el
hambre.
En la
sala de estar de la clínica se encontró con Josefina que había quedado alojada
en otra ala del edificio.
-¡
Ay, niña! ¡Te ves fatal!- comentó ella,
mirando a Betty con una sonrisa conmiserativa.
-¡ Y eso que hoy comí dos zanahorias!
-¡
Qué glotona! ¿ Y no te cayeron pesadas!
-Ríete,
no más, mala pécora. ¡ No me explico como tú estás tan animada!
-¡ Es
que no hay que tomar la dieta tan a pecho, pues, mujer! Detrás del gimnasio funciona un mercado
negro. ¡ Venden de todo! Hoy vi a unas
gorditas comiendo empanadas de marisco, escondidas en el vestidor.
Betty
decidió huir.
Se
acercó paseando hasta la reja, para tantear el terreno.
-¿
Busca algo, dama?- le preguntó el guardia con mirada de sospecha.
-¡
Querría salir!
-¿
Tiene el certificado médico en que le dan de alta?
Betty
lo miró con ojos redondos y no dijo nada.
-Lo
siento, dama, no la puedo dejar salir ni a dar una vuelta por la cuadra. ¡ Es por su bien! Afuera hay una verdadera
mafia que conspira contra el tratamiento para adelgazar.
-
¿ Qué quiere decir?
-¡
Mire! ¡Ahí va uno de los traficantes ! Y
es el peor...Le hace al turrón de almendras y a los chocolates rellenos...
Betty
se alejó cabizbaja, pero no vencida. Resolvió huir esa noche disfrazada de
enfermera.
Esperó
el cambio de turno y como un rayo sacó del vestidor un delantal y una toca.
Cuando
oscureció, arrojó su maleta por entre los barrotes y salió sin que nadie la
detuviera.
Se
acordó de que Josefina sufría de insomnio, seguramente de puro hambreada. Y
pensó: ¿Qué será peor? ¿ Ser una flaca
estupenda que no pega un ojo de noche o una gordita rechoncha, que duerme como
un ángel?
Se
bajó del taxi frente a un supermercado y se compró medio pollo asado y un litro
de helado de chocolate.
Estaba
claro que había elegido la respuesta correcta.
Me hiciste sonreir amiga, una historia que tiene mucho de realidad sin dudas.
ResponderEliminarYo no resistiría en un lugar así, mejor es tomar conciencia plena uno mismo y aceptarse tal cual es y eso si cuidarse.
Pases buena semana.
Estoy convencida de que las dietas milagrosas son un espejismo, se recuperan los kilos mucho más rápido que el tiempo que nos ha costado desprendernos de ellos.
ResponderEliminarA mí me gusta cuidarme, pero no me obsesiono con los michelines que a veces aparecen y, como son unos indiscretos, trato de eliminar poco a poco.
El dormir es fundamental, entiendo a la pobre Betty que al fin ha comprendido que lo más importante es aceptarse tal cual somos y dormir a pierna suelta.
Me tomaré unas largas vacaciones, a mi regreso,seguiremos en contacto.
Cariños.
kasioles
maravilloso tu texto lleno de imaginación y magia
ResponderEliminarLas dietas las odio
prefiero cuidarme aunque a veces la falta de caminar
nos lleva a estar mas redonditas
felicitaciones por tu humor y tu magia