Nancy
sentía la nuca tensa y le ardían los ojos. Apretaba con fuerza los párpados,
pero no podía dormir.
El
médico le había diagnosticado estrés y le había recetado un somnífero.
-Una
sola tableta antes de acostarte- le recomendó muy serio.
Pero
era inútil, una sola no le servía de nada.
Encendió
la lampara y se tomó varias. ¡No! ¡son muy pocas! Algunas más y ahora sí me duermo -exclamó,
sin darse cuenta bien de lo que hacía.
Al
rato, una mariposa nocturna entró al dormitorio, atraída por la luz.
Chocó
contra la pantalla de la lámpara y cayó al suelo.
Nancy
se bajó de la cama y la recogió con suavidad.
Sus dedos quedaron impregnados con el sedoso polvillo que cubría sus
alas. Pero estaba rotas y al cabo de unos segundos, la mariposa murió.
Nancy
destapó el frasco del somnífero que ahora estaba vacío y la guardó ahí.
Luego
apagó la luz y entre sueños escuchó la voz de su madrastra, que le llegaba
desde el dormitorio de su papá.
De su
mamá, muerta hacía tres años habían ido desapareciendo los recuerdos. Todos
reemplazados por nuevos adornos ...Su fotografía sobre el piano fue lo primero
que un día cualquiera, ya no volvió a ver.
Así,
su presencia se había ido diluyendo como un jirón de niebla que se desvanece al
sol.
-¡
Papá!- suspiró Nancy con tristeza- ¡ Qué poco te demoraste en olvidarla!
En
ese instante, entró por la ventana una mujer vestida de blanco. Llevaba sujetas
a la espalda dos alas de un gris pálido, igual al de las mariposas nocturnas.
Nacy
se incorporó asombrada y al reconocerla susurró:
-¡
Mamá!
Ella
la miró sonriendo y le preguntó:
-¿Donde
dejaste a la mariposa muerta?
-Ahí-
respondió Nancy, señalándole el frasco.
Su
mamá lo abrió y de él salió volando la mariposa. Agitó sus alas un momento y luego se perdió
en la oscuridad plateada del jardín.
-¿
Quieres venir con nosotros?- le preguntó la mujer- Hay luna llena y en noches
como ésta, todos los sueños pueden hacerse realidad.
Nancy
se levantó y se tomó de su mano. Volaron
juntas y subieron cada vez más alto, hasta perderse en el resplandor de las
estrellas.
A la
mañana siguiente, su madrastra, cansada de llamarla entró a su dormitorio sin
golpear.
Su
fastidio se transformó en horror, al verla inmóvil y pálida, sobre la cama.
Maquinalmente,
abrió el frasco del somnífero y lo halló
vacío.
-¡ Se
las tomó todas de una vez!- exclamó espantada.
Al
salir corriendo a pedir ayuda, vio una mariposa nocturna en el suelo.
-¡
Estos insectos ! - exclamó rabiosa- ¡Son
una verdadera plaga!- y lo aplastó con el tacón.
Lilian con tus palabras tocas el alma del que te lee
ResponderEliminarun abrazo
Eres la reina del relato... Un besazo
ResponderEliminarEs un cuento triste ...el dolor que no se contiene y cobra su víctima en esa desesperación de los que ya no tienen consuelo y esperanzas...se dejan ir sin más que la búsqueda quizás de esa felicidad perdida...la irresponsabilidad de sus cercanos que se olvidan de que debe existir la compañía , el apoyo permanente
ResponderEliminarHay seres que son débiles de carácter y al irse a quien mas aman pierden toda belleza de vivir por sí mismo...
No se si los que se van así al fin tienen calma espiritual...es algo que no creo que así sea, pero quien soy yo para juzgar sus actos...
Quiero pensar y con certezas que una madre desde más allá da su consuelo
Al fin el amor de verdad es lo único que nos salva y nos hace fuertes.
Un abrazo.