Pedro
y José habían pasado la tarde jugando tenis y como siempre, José había
alternado cada jugada con quejas de todo y de todos, especialmente de su mujer.
-¡ No
tienes idea de lo pesada que puede llegar a ser!- rezongaba- Siempre de mal
humor, todo el tiempo haciéndome reproches...¡ No me dan ganas de volver a mi
casa!
-
Pero, José ¿ no tendrás tú un poco de culpa también en las desaveniencias? Nunca te veo salir con Isabel. Te quedas bebiendo en el Club hasta
que llega la noche... Si fueras más gentil con ella, si le demostraras tu
cariño...
-¡ Es
que ya ni sé si la quiero! Siento que
perdí la ilusión...Todo lo mío le desagrada. ¡ Es probable que ella también
haya dejado de amarme hace tiempo!
- No te enojes, pero pienso que eres tú el que
está fallando en esta relación. Yo conozco a Isabel y me consta que es dulce y
encantadora.
-¡
Ja, ja! No sabes de lo que estás
hablando. No puedes ponerte en mi lugar.. .¡Solo si estuvieras en mis zapatos
podrías entender lo que me pasa !
Terminaron
de jugar y fueron al vestuario a cambiarse.
José estaba tan furioso que se dejó puestas las zapatillas y salió,
olvidando sus zapatos en el casillero.
Pedro
los miró un rato y se acordó de lo que su amigo le había dicho:
-¡
Tendrías que estar en mis zapatos para comprenderme!
En un
impulso extraño , se los puso y automáticamente sus pies lo condujeron a la
casa de José, sin que él pudiera dominarlos.
Cuando
iba llegando, la puerta se abrió y apareció Isabel con cara afligida:
-¿
Otra vez vienes bebido?
Pedro
comprendió que, a los ojos de Isabel, él era José. Al calzarse sus
zapatos, literalmente " se había
puesto en su lugar."
Decidió
seguir la corriente.
- ¡
No, Isabel! Todo lo contrario...Me vine
temprano para estar contigo. Quiero que nos tomemos una bebida, tranquilos los
dos, para que conversemos.
Ella
lo miró atónita, pero un resplandor de alegría apareció en sus ojos.
-¿Lo
dices en serio? Hace tanto tiempo que no
conversamos...
Pedro
entró y preparó unos cócteles. Luego se sentaron en el jardín y miraron rodar
la luna por el cielo, como una moneda de plata.
-Sé
que he sido poco comprensiva contigo, José- suspiró Isabel- He sido dura y te
he criticado mucho, pero es que veo como te alejas de mí y eso me hace sentir humillada y triste...
-¡No,
Isabel! ¡No me alejo de tí ! Sigo enamorado como el primer día en que nos
vimos. Es preciso que los dos pongamos algo de nuestra parte para salvar esta
relación.
Al
ver la sonrisa de ella, confiada y feliz, Pedro sintió que ya había ayudado lo
suficiente a su amigo y que era hora de devolverle los zapatos...
-¡ Se
me quedaron los lentes en el Club!- mintió, tanteando sus bolsillos- Voy y
vuelvo en seguida, mi amor.
Al
entrar al Club, miró en dirección al bar y vio a José en una mesa, bebiendo con
cara de amargado.
Pasó
rápidamente en dirección a los camarines y devolvió los zapatos a su casillero.
Se calzó los propios y salió sin que nadie lo viera.
Al
rato, José entró y se los puso. Mientras
caminaba en dirección a su casa pensaba en el mal recibimiento que seguramente
iba a darle Isabel.
-¡ Si
al menos una vez me recibiera con amor !- exclamó, apesadumbrado- Sé que la
quiero todavía y que estaría dispuesto a cambiar si ella fuera más cariñosa
conmigo...
Abrió
la puerta e Isabel se arrojó en sus brazos:
-¡ Mi
vida! ¡ Qué alegría me da verte! Sé que
te habías ido hace poco rato, pero ya empezaba a echarte de menos...
José
la miró incrédulo, porque le constaba que había pasado toda la tarde y una
parte de la noche lejos de su casa.
Pero
decidió saborear el beso que ella le estaba dando, sin hacerle preguntas.
Vaya, nunca pensé ponerse en los zapatos de otra persona terminara en beso.
ResponderEliminarTan ciega estba Isabel que no notó la diferencia?
Intrigante este relato.
Un abrazo.
Ambar
Bueno, este cuento se refiere a la vieja frase " Si estuvieras en mis zapatos"...
EliminarAl ponerse los zapatos de José, Pedro advierte que realmente " SE HA PUESTO EN SU LUGAR"
Obvio, es una fantasía, pero la gente dice siempre: Si te pusieras en mis zapatos o si estuvieras en mi lugar.
Amiga escritora,tu imaginación y tus vivencias te ayudan a poder escribir esas historias o fabulas.
ResponderEliminarCreo que escribir para ti es un camino a seguir
Nuevamente tus comentarios a esa fotografia parece una editorial,tu imaginación sigue volando mucho más alta que mis fantasias
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Razón llevas ...en ese ponerse en el lugar del otro
ResponderEliminareso es la empatía...que tanto cuesta , pero que al menos en esta historia le sirvió a otro para tomar decisiones adecuadas.
un abrazo.
Amiga escritora,en esa fotografia,esa fotografia,son hojas y flores otoñales.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Tu buén humor,me ayuda a crear más fantasias
ResponderEliminarNuevamente er sa poesia es el mejor regalo para la fotografia
ResponderEliminarTengo la gran suerte de vivir muy cerca de la costa Atlantica,y de poder disfrurar de ella
ResponderEliminarUn fuerte abrazo