Cuando
a uno le pasa algo inesperado que viene a perturbar su vida, lo primero que
hace es rebelarse : ¿ Por qué a mí ?
Pero,
en el caso de Manuel, era todo lo contrario. Sentía que en su vida jamás pasaba
nada, ni bueno ni malo. Todas las cosas interesantes le ocurrían a los demás.
Hasta
que vivió algo tan increíble, que no pudo contárselo a nadie, por temor a que
lo tomaran por loco.
Fue
una tarde en que había salido a pescar y como el mar estaba en calma y la pesca
era floja, se quedó dormido.
Fue muy lejos de la playa. El agua tenía un
color azul profundo y hacia el horizonte, bandadas de gaviotas marcaban la
presencia de alguna ballena que nadaba bajo
la superficie.
Manuel
despertó con un violento chapoteo junto a la lancha y al principio creyó que
había atrapado a un pez muy grande.
Pero, una mano muy blanca desenganchó el anzuelo enredado en sus
cabellos...Que por cierto eran verdes...Y a continuación, se asomó por la borda
una niña encantadora que lo miró sonriendo.
Lo
primero que Manuel pensó fue que había naufragado en algún barco e inútilmente,
buscó restos en los alrededores. No había nada. Y además, la niña no se veía ni
asustada ni exhausta.
Le
tendió la mano para ayudarla a subir a la lancha y entonces casi se desmayó. De
la cintura hacia abajo tenía una cola cubierta de escamas relucientes. ¡ Era una sirena !
Ella
lo miraba con malicia y en un momento, pareció que iba a ponerse a cantar.
Manuel
se aterró. Ya sabía lo que les pasaba a los hombres que escuchaban el canto de
una sirena. ¡ Se lanzaban de cabeza al mar y se ahogaban sin remedio !
Así
es que, lo más suavemente que pudo, la hizo callar cubriéndole los labios con
su mano.
Ella
lanzó una risita y se echó en el fondo de la lancha. Parecía querer decirle
algo, pero era evidente que no podía hablar.
Manuel
la miraba asombrado. Tenía los ojos y el pelo verdes como las algas y la piel
tan blanca como el nácar. Era preciosa y no podía apartar los ojos de su cara.
Echó
a andar el motor y rápidamente se dirigió a la playa. Anochecía ya y no había
nadie que pudiera verlo.
Envolvió
a la sirena en un trozo de lona y la llevó en los brazos a su casa, que no
estaba lejos de la orilla.
Vivía
solo y esta vez se alegró de no tener que darle explicaciones a nadie.
Llenó
la tina del baño con agua de mar y la puso ahí, esperando que se acostumbrara a
vivir con él.
¡ Se
había enamorado sin remedio y sabía que si la escuchaba cantar, se volvería
loco! Afortunadamente, ella no hizo otro
intento...Sólo se reía y para Manuel, era como escuchar música. En esa risa
estaba el rumor de las olas y el soplo del viento sobre el mar.
A la
mañana siguiente, se levantó al alba para ir a buscarle algo de comer. ¡Seguramente tendría hambre!
En la
puerta de su casa tropezó con un montón de gatos que maullaban frenéticos.
Seguramente el olor de la cola de la sirena les había abierto el apetito....
Los
ahuyentó a escobazos y partió al almacén a comprar unas latas de sardinas. Por
el camino, encontró a una vieja que
vendía flores y le compró un ramo.
La
sirena lo recibió con muestras de alegría y se comió las sardinas en un segundo. Y como no sabía lo que eran,
se comió también las flores.
Pero
Manuel notó muy pronto que a su amada la consumía la nostalgia por el mar.
Se
arrastraba fuera de la tina dejando un rastro de gua salada y se acodaba en la
ventana, mirando la playa. El rumor de las olas y el grito de las gaviotas le
arrancaban lágrimas silenciosas.
En
las noches, cuando Manuel encendía la televisión, tratando de distraerla, le
quitaba de la mano el control remoto y buscaba documentales que mostraran el
océano. Después se deslizaba hacia la
tina y ahí lloraba hasta el amanecer.
Desolado,
Manuel comprendió que tenía que dejarla partir.
Un
anochecer, la envolvió otra vez en un trozo de lona y la llevó en la lancha
hasta alta mar.
La
sirena le rodeó el cuello con los brazos y trató de arrastrarlo al agua con
ella. Manuel se soltó como pudo, aunque
por un instante se sintió tentado de hundirse en sus brazos. ¡ La amaba tanto!
Pero
se sobrepuso y la sirena, después de mirarlo con tristeza, desapareció en el
mar.
La
melancolía lo puso enfermo y ya no quiso salir a pescar.
Muchas
tardes fue a sentarse en la arena, con los ojos fijos en las olas. Esperaba que
ella se asomara un instante siquiera...Lo devoraba la nostalgia de ese amor
imposible.
¿
Cómo iba a hacer ahora para olvidar su aventura? Hubiera querido no haberla conocido nunca. Y
a menudo se preguntaba: ¿ Por qué a mí
?
Que linda historia de amor...
ResponderEliminarson esas historias que uno lee varias veces
pues son mágicas...lo d e las sirenas es un decir de siempre
que ellas existen y que son bellas ...y tanto mas
he visto varios videos de esas posibles sirenas de mar
pero nada no tienen esa belleza que se les da en los textos o el imaginario de uno...pero no deja de ser intrigante...
me gusta pensar que si existen...y ojala nunca se descubra bien donde viven
te imaginas?...sería un circo...
abrazos.
Amiga
ResponderEliminaragradezco de todo corazón tu bello poema que dejaste en mi página...
sinceramente te siento muy cercana...te leo desde siempre , creo...y he podido ver como tu imaginación sigue fructífera y ensoñadora...
el cuento es algo que yo no manejo muy bien, cuento historias en poemas tal vez...cuando algo se me comprende no?
jajjajaja
Pero lo valioso es esperar que sigamos compartiendo la palabra.
te dejo un gran abrazo.
En el amor,siempre existe un principio y un final,después solo queda una vaga quietud,y un lento olvido
ResponderEliminarLa imaginación de mi amiga escritora vuela al compas de las mariposas de esa fotografia
ResponderEliminarSaludos
Tu amas a la literatura,pero tus sentimientos son los de una poeta
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Amiga escritora,la belleza del cuerpo,siempre puede caducar,pero los sentimientos de amistad a veces perduran mucho más
ResponderEliminarUn fuerte abrazo del viejo de las fantasias
Tus sueños siempre seran más positivo,y creo que facil de conseguir
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Un lindo sueño de Manuel que mientras lo soñaba estuvo acompañado por esa linda sirena, al despertar sigue en soledad nostálgico soñando al borde del mar. En el vuelo del pensar y crear hay algunos que dicen que la vida considerada real es un sueño y que lo verdadero es el inconsciente del sueño. ¿En que mundo vives tú amiga?. Tu amigo
ResponderEliminar