Apenas
empezó el semestre, Renato y varios compañeros formaron un grupo de estudio.
Susana,
una de las niñas, ofreció su casa para que estudiaran los Sábados en la tarde.
Por
la dirección que les dio, Renato se dio cuenta de que se trataba de uno de los
barrios más exclusivos de la capital. Se
sintió inseguro, porque él era un muchacho de provincia, que vivía durante el
año escolar en una pensión modesta, al otro extremo de la ciudad.
Tomó
el Metro y luego tuvo que caminar varias cuadras, para ahorrarse el colectivo.
Desde
lejos, vio que era una casa enorme, de dos pisos, rodeada de jardines. Las
rosas trepadoras casi cubrían por completo la reja.
Iba a
tocar el timbre, cuando miró por casualidad a una ventana del segundo piso y
vio a una niña preciosa, de pelo rubio, que parecía estar mirándolo.
¿
Sería una hermana de Susana?
Una
mucama de uniforme le abrió la puerta, pero Renato no alcanzó a sentirse
cohibido, porque llegaron dos compañeros más y Susana salió a recibirlos con
una sonrisa.
Subieron
al segundo piso a estudiar en la biblioteca. A
cada instante Renato creía ver aparecer a la rubia del balcón. Pensaba
que estaría muy cerca y que en algún momento, Susana la llamaría para
presentársela. Pero pasó la tarde sin que nada de eso ocurriera.
Y
Renato, en presencia de los otros compañeros, no se atrevió a preguntar nada.
El
Sábado siguiente, la vio de nuevo. Notó que apoyaba la frente en el vidrio,
como si escudriñara la calle, esperando a alguien.
Renato
creyó sentir sus ojos fijos en él y vio en sus labios una sonrisa que parecía
confirmarle que era a él a quién estaba esperando.
Llegaron
los otros compañeros y se pusieron a estudiar de inmediato. Pero Renato se
distraía continuamente creyendo escuchar un ruido o una voz provenientes de la
pieza contigua.
En un
descanso que hicieron para tomar café, se pusieron a hablar de sus familias y
Susana se quejó de la soledad que representaba para ella ser hija única.
¿Quién
era entonces la niña rubia? ¿ Su prima,
una amiga? ¿ O era que se la había
imaginado?
Bien
sabía que no, pero de nuevo se sintió inhibido y no preguntó nada.
El Sábado siguiente le quedó clara una cosa.
Susana lo miraba con interés especial y coqueteaba con él. ¿ Como preguntarle
por la otra sin parecer impertinente?
Pasaron
la prueba de matemáticas con éxito y Susana lo invitó a él solo, un viernes,
para que revisaran los ejercicios.
Al
llegar a la casa, levantó la vista hacia la ventana, ansiosamente, pero no
había nadie. Se sintió muy desanimado, porque había confiado en que esa sería
una oportunidad única que se le presentaba para conocerla.
Susana
estaba muy locuaz y afectuosa. Pronto dejaron a un lado los cuadernos y se
pusieron a conversar.
De
pronto, ella puso su mano sobre la de Renato y mirándolo a los ojos, le dijo
con sencillez:
-Renato,
tú me gustas.
El se
quedó callado y ella, al cabo de un momento, retiró su mano. Se la notaba
turbada y sus mejillas enrojecieron.
Para
disimular se levantó rápidamente y llamó a la mucama para que les llevara un
café.
Renato
se atrevió entonces a decirle:
-¿
Sabes, Susana? Varias veces he visto en
un balcón de tu casa a una niña rubia....Me imagino que será tu prima....Y me
gustaría mucho conocerla.
Susana
lo miró un momento, como si no entendiera y luego se puso a reír.
-¡
Así que te gustaría conocerla! ¡ Claro! ¿ Como no?
Abrió
la puerta de la habitación vecina y lo condujo al interior.
Allí,
sentada en un sillón, había una muñeca de tamaño natural.
- Me
la trajo mi papá de París, cuando tenía once años. Le puse Coppelia. Ya sabes,
por el ballet. Ese que trata de un mago que fabricó una muñeca y la sentó en el
balcón. Todos los hombres del pueblo se enamoraban de ella y despreciaban el
amor de las jóvenes de carne y huesos...
Y
continuó riendo burlonamente, mientras Renato, rojo de humillación, contemplaba
a la muñeca, que parecía devolverle la mirada con sus ojos de porcelana
azul.
Tus pensamientos vuelan mucho mas que tus anhelos,ellos te llevan a lugares de ensueños
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Naciste para ser poeta,por eso tus sentimiento vuelan tan alto
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Un fuerte abrazo a mi amiga poeta
ResponderEliminarTu creatividad literaria,supera a todas mis fantasias
ResponderEliminarDesde luego hoy en día hacen muñecas tan humanizas, que cualquiera puede llevarse una sorpresa.
ResponderEliminarMuy buen relato.
Un gran abrazo Lily.
Ambar
A miga escritora,te puedes dedicar a escribir cuentos o historias,esta es muy bonita
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Al no tener cuerdas,la tristeza del violin es infinita
ResponderEliminarTu fantasía me lleva a pensar que la muñeca es una extraterrestre. Hoy en día es muy fácil confundir lo virtual con lo real. Renato simboliza la confusión actual. En la calle y en cualquier parte me cruzo con personas hablando solas, algunas veces pienso que se dirigen a mi. Estamos al borde de la locura, la robótica nos va a reemplazar. ¿Humanos sintéticos? Ojala sigamos siendo como Susana distinguir lo real de la linda muñeca. Conversemos un café en Lyon. Un abrazo
ResponderEliminarcuanta impersonalidad en ese joven...dejándose llevar por la apariencia sin dudas...la fatal rubia....
ResponderEliminary no valorando lo que de verdad estaba revoloteando a su alrededor...
un abrazo gigantón.