Mariana
trabajaba en una librería. Durante el día, entraba mucha gente, pero pocas
personas se decidían a comprar. La mayoría sólo entraba a hacer tiempo mientras
hojeaban los libros sin mayor interés.
Pero
ella debía estar siempre atenta a cualquier consulta, disimulando con una
sonrisa su escepticismo y su desdén. Era natural que al final del día terminara
agotada.
En
las mañanas despertaba malhumorada y llena de pesimismo. ¡ Otro día fastidioso,
idéntico al anterior! Y como no tenía
con quién desahogar su amargura, le hablaba al espejo mientras se vestía.
No le
extrañó demasiado que un día, su imagen le respondiera. Estaba dispuesta a
aceptarlo, pero lo que le molestó fue que la contradijera.
-¡
Seguro que se viene otro día infernal!- rezongaba Mariana, mientras se abrochaba
la falda- Gente fastidiosa que pregunta y pregunta, sin jamás comprar nada...A
veces siento que la sonrisa se me convierte en mueca y un día de éstos, les voy a soltar una palabrota...
-¡
Mariana! ¡ Qué temprano empiezas!- le
reprochó el espejo- Siempre estás lamentándote y compadeciéndote de ti misma.
Si miraras a tu alrededor, verías que hay gente que lo pasa más mal que tú y te
mostrarías agradecida de la suerte que tienes...
-¡
Claro! A ti qué te cuesta dar consejos y
pontificar como libro de autoayuda- le respondió Mariana furiosa- ¡Como no
haces nada en todo el día! Tu única
tarea es reflejarme en las mañanas mientras me visto. Seguro que cuando me voy,
te pones a dormir. ¡ No es raro que estés tan descansado!
Su
imagen en el espejo no le contestó, pero la miró en forma misteriosa, como si
tuviera algún secreto que ocultar.
Mariana
salió de su casa de peor humor que de costumbre. ¡ Ahora resultaba que su reflejo pensaba
distinto que ella y más encima se daba el gusto de contradecirla cuando hablaba!
-Y esa sonrisa que trató de disimular -
pensaba enojada- ¿ Tendrá algo que esconder, que lo tiene tan contento?
En la tarde, al volver del trabajo, se bajó
del Metro una estación antes, porque ya no soportaba ni un minuto más los
pisotones y los manoseos.
Al
pasar frente a una fuente de soda, tuvo que restregarse los ojos para
convencerse de lo que veía.
Allí
estaba su reflejo, llevando su mejor vestido. Sentada junto al mesón, tomaba un
jugo, acompañada de una amiga. De una amiga de Mariana, naturalmente...Bueno,
no tan amiga. Nunca se habían llevado muy bien...Pero ahora vio que se reía y
parecía encantada escuchando las ocurrencias de la falsa Mariana.
O
sea, la muy pérfida,no sólo salía a pasear en su ausencia sino que se apropiaba
de su vida y le quitaba las amigas,
haciéndose la simpática. ¡ Traidora!
Se
apuró en regresar a su casa, para constatar su ausencia, pero allí estaba. ¡
Había vuelto antes!
La vio venir desde el fondo del espejo,
reflejando fielmente su cara de agotamiento y de rabia. No pudo reprocharle
nada...
Otro
día, le pasó algo que no supo si era peor o mejor, después de todo. Se topó en
la calle con Rafael, un muchacho que le gustaba mucho y a quién no había
logrado interesar.
-¡Mariana! ¡ Qué gusto verte! Quería decirte lo bien que lo pasé contigo el otro día. ¡Qué suerte tuve de encontrarte en ese
café! ¿ Qué tal si nos juntamos ahí
mañana?
Mariana se quedó muda. Comprendió de
inmediato que era su reflejo el que había estado con Rafael. Sintió celos y
rabia, pero después pensó que le convenía seguir el juego y aprovecharse de los
adelantos que había logrado su otro yo.
Así
es que rápidamente aceptó la invitación.
Pero
cuando llegó a su casa, el resentimiento la embargaba. Se sentía suplantada por
su reflejo. Se daba cuenta de que su imagen se mostraba más simpática que ella
y lograba despertar afectos que siempre se le habían negado.
Fue a
la despensa y cogió un martillo. Con él en la mano, se dirigió al espejo.
-
¡Eres una traidora! ¡ Me quitas mis
amigas y te haces querer por el hombre que me gusta!
¡No
lo voy a tolerar! ¡ No cabemos las dos
en este mundo!
Al
verla blandir el martillo, dispuesta a romper el espejo, su reflejo gritó.
-¡
No, Mariana! ¡ No lo hagas! ¿ No
comprendes que yo soy tú, tal como debieras portarte con el resto de la
gente! Te he pavimentado el camino para
que cambies...Sé más amable, interésate
en los demás...¡No vivas pensando sólo en ti misma! Y yo te prometo no moverme del espejo nunca
más.
Se
abrazaron conmovidas y el martillo quedó olvidado en un rincón.
Tiempo
después, Mariana se acordó de él cuando lo necesitó para poner un clavo en la
pared de su dormitorio .
Quería colgar una foto, donde ella y Rafael
aparecían sonriendo,tomados de la mano.
Amiga escritora,a veces nos sugestionamos,con nuestros estados de ánimo y ello nos puede llevar a lugares no deseado
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Eres muy observadora,esa fotografia puede ser una fantasia del viejo fotógrafo
ResponderEliminarA veces olvidamos vivir y nos fijamos en pequeñeces. Llevas razón querida Lily.
ResponderEliminarUn gran abrazo para ti.
Si tu amas a la naturaleza,mi tierra en esta época del año,se parece a un vergel por sus bellos colores.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Amiga escritora,y muy amiga de los gatos,los gatos de mi fotografia son asilvistrados y muy poco sociable,me los encontre en las ruinas de un convento,pero creo que alguen le dara de comer,estan algo lejo de una ciudad
ResponderEliminarMuchos padecen de ese mal...
ResponderEliminarno saber valorar lo que se tiene
no comprender a que han venido a este mundo
a buscar su felicidad...que esta mas allá de
andar d e la mano con otro
pero supuestamente para muchos eso es suficiente
y que así sea...
cada cual con lo suyo si lo hace sonreír ....
te dejo un abrazo
Creo que cada fotógrafo tiene una forma de interpretar,aquello que quiere fotografiar,por mi parte busque la parte que podia tener de arte
ResponderEliminar