Marcos
se levantó con la cabeza pesada de sueño. No había dormido bien, pensando en el
trabajo que tenía acumulado en su oficina. ¡ Era como si los asuntos más
engorrosos y desagradables fueran a parar siempre a su escritorio! Más de una vez le había parecido captar
sonrisitas cómplices entre sus compañeros, que se ponían de acuerdo para
alivianar sus tareas a costa de él.
Se
metió a la ducha con los ojos cerrados y pisó el jabón que había caído dentro
de la tina. Resbaló y su frente golpeó con violencia contra el grifo. Por unos
segundos, vio todo negro, luego se recuperó y logró ducharse sin dar otro
traspié.
Pero
se sentía mareado y continuó así mientras iba por la calle a tomar el Metro.
Tropezó
con un hombre y le pidió disculpas amablemente. El otro le palmeó el brazo,
como quitando importancia al asunto, pero cuando Marcos le volvió la espalda,
lo escuchó exclamar con rabia:
-¡
Idiota! ¿ Tan temprano y ya andas
borracho?
Marcos
no hizo caso y se acercó al puesto de diarios.
Como
cada mañana, el suplementero le tendió su periódico favorito y le recibió un
billete. Marcos no se fijó que, al pasarle el cambio, el hombre le daba los
buenos días con una sonrisa.
Ya se
alejaba, cuando lo escuchó decir:
-¡
Otro amargado que no saluda! Este parece
un país de zombies...Nadie mira a nadie. Todos caminan ciegos hacia adelante,
como si el mismo diablo los empujara...
Marcos
se volvió, creyendo que el suplementero lo increpaba, pero lo vio de espaldas,
acomodando unas revistas, sin reparar en él.
La
cabeza le zumbaba como si tuviera adentro un colmenar de abejas. Miles de voces
resonaban en su cerebro. Parecía
que todos los transeúntes que pasaban le
hablaban al unísono.
En
realidad, nadie se fijaba en él.
Llegó
al trabajo atrasado y entró a su oficina sin saludar a nadie.
De
pronto escuchó venir, no sabía de donde, una voz muy dulce que susurraba:
-¡
Por fin llegó! Creí que ya no vendría
hoy...
Miró
a todos lados y sólo vio a Marisa, la secretaria, parapetada tras el
computador.
¿ Qué
es ésto? No entiendo lo que me
pasa...Parece que estoy escuchando los pensamientos de la gente. ¿ Será a causa
del golpe que me dí esta mañana?
Entró
a la oficina del gerente, para disculparse por su atraso.
Este lo miraba en silencio mientras Marcos
hablaba, pero él oía claramente que, sin mover los labios, rezongaba molesto:
-¿
Hasta cuando me hace perder el tiempo este patán? Como si me importara a mí su estúpido
accidente...
En voz
alta le dijo:
-¡ Lo
siento mucho, Marcos! Esos accidentes
caseros son los peores. Tómese las cosas con calma y si se siente mal, se
retira más temprano.
Salió
de ahí, anonadado.
Acodado
en su escritorio, pensó en la tremenda desgracia que le había caído encima. ¿
Cómo vivir así, sabiendo lo que la gente pensaba realmente de uno ? Era una pesadilla...
Otra
vez le llegó la misma voz dulce que había escuchado al llegar:
-Yo
lo quiero- suspiraba- Pero él no se fija en mí. ¡ Llevo tanto tiempo tratando
de llamar su atención...!
Marcos
se paró de un salto y se acercó al puesto de Marisa.
-¡ No
es que no me haya fijado en ti ! Es que
yo no sabía...
Ella
lo miró, aterrada y Marcos se dio cuenta
de que acababa de traicionar su secreto.
Retrocedió,
balbuceando:
-Lo
siento , no sé lo que digo. Esta mañana tuve un accidente y me duele mucho la
cabeza.
En la
tarde, empezó a escuchar una voz que parecía venir de la oficina del Contador
Jefe:
-¡ Ya
tengo todo listo! ¡ Nadie sabe que tengo
la clave de la caja fuerte! ¡ Es ahora o
nunca! Esperaré a que todos se hayan
ido....y después ¡ a volar! Nunca más me
verán ni el pelo...
Marcos
no lo podía creer. ¿ Don Manuel? El
empleado más antiguo y de más confianza... ¿Estaba planeando un robo? ¡ Y pensaba el ingenuo que no lo iban a
descubrir ! Iba a arruinar su vida...¡
No! No lo podía permitir...
Entró
a la oficina del contador y lo vio inclinado sobre su escritorio, como abatido
por una gran preocupación. Al escucharlo
entrar, ocultó algo con unas carpetas.
-¡
Don Manuel!- le suplicó Marcos- ¡ No lo haga!
Sospecharán de usted de inmediato. Dicen que siempre el empleado más
leal es el que termina robando...
-¿
Qué dice?- gritó el contador, alterado- ¿ Como se atreve...?
Pero
luego se distendieron los músculos de su cara y estalló en carcajadas.
-¿ Se
refiere a ésto?- le mostró la novela que
ocultaba bajo las carpetas : " Confesiones de un ladrón"- ¡ Nunca
pensé que sin darme cuenta estaba hablando... quiero decir, leyendo en voz
alta! Y usted creyó que....jajaja. ¡Qué
chiste tan bueno, Marcos!
Pero,
al mismo tiempo,le oyó murmurar con
rabia:
- ¡
No hay nada más peligroso que un idiota!
Marcos
volvió a su escritorio, rojo de vergüenza.
Tomó
su maletín y se alejó de ahí, casi corriendo.
Por
la calle lo perseguía el run run incesante de los pensamientos de la gente. Se
apretaba la frente con las manos y creía enloquecer.
Al
fin pudo descansar en la soledad de su departamento. Agotado, se tendió en su
cama y sin darse cuenta, se quedó dormido.
Despertó
cuando ya había amanecido. Notó que no estaba mareado ni le dolía la cabeza.
¿ Se
habría terminado al fin su pesadilla?
En la
calle no escuchó nada inusual. Sólo el ruido intenso del tráfico, a esa
hora. El zumbido de colmena dentro de su
cerebro había desaparecido.
Al
entrar al vestíbulo de la Empresa, notó una agitación extraña. Nadie estaba en
su puesto. Había grupos que cuchicheaban, mirando en dirección a la oficina de
la Gerencia. A través del vidrio se divisaba unos hombres de traje oscuro, que
parecían de Investigaciones.
-¿
Qué pasó?- preguntó en voz baja.
-Don
Manuel, el Contador jefe....Se arrancó con la plata de la caja fuerte...¿ Quién
se lo iba a imaginar?
Marcos
se acercó a Marisa, que lloraba en silencio.
-¡ Yo
lo quería tanto! ¡ Era tan caballero! Me recordaba a mi papá...
Marcos
sacó su pañuelo y suavemente, le secó las lágrimas.
No
supo lo que ella pensaba ( ahora no ¡ menos mal! ) Pero sus ojos parecían hablar, cuando lo
miraron con dulzura.
Tu optimismo refleja parte de tu personalidade de escritora
ResponderEliminarLo mejor que puede hacer tu personaje,es no salir a la calle
ResponderEliminarEl arte se puede interpretar de distintas formas,y el viejo fotógrafo,cuya materia gris no le funciona muy bién,lo penso de esa manera.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Andalucia,es una tierra muy vieja, llena de historia
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Tenía razón Marcos acerca del jefe.
ResponderEliminarQue mal lo tuvo que pasar, esuchando siempre el emjambre de abejas humanas durante esas horas.
Extraño accidente en verdad.
Un abrazo.
Ambar
Amiga escritora,el viejo fotógrafo ya tiene una edad muy avanzada,por eso el tiempo para el tiene muy poco futuro
ResponderEliminarAmiga escritora,tu comemtário es fruto de una mente más avanzada,que la que posee el viejo fotógrafo
ResponderEliminarUn fuerte abrazo