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domingo, 4 de abril de 2021

EL ESPANTAPAJAROS.

Dorita había roto con Jorge y, llorando desconsolada, se internó en el trigal.

Se echó en el suelo entre las espigas y haciendo una bola con su pañuelo mojado, se lo metió en la boca. Sentía que su corazón se agitaba dentro de su pecho, como un pájaro que choca contra los barrotes de su jaula.

Un toque leve en su hombro le hizo alzar la cabeza, esperanzada. ¡ Jorge había vuelto a pedirle perdón!

Pero, no vio a nadie a su lado y soltó un nuevo sollozo de desesperación.

-¿ Crees realmente que vale la pena?- le preguntó una voz cariñosa, con un leve tono de burla.

A su lado no había nadie, excepto un espantapájaros, que habían puesto ahí para espantar a los tordos que se comían el trigo.

Miró su cara, que estaba hecha de un saco de harina relleno con paja. Dos grandes botones negros representaban los ojos y de una razgadura pintada de rojo,  que simulaba su boca, colgaba un cigarrillo.

-Han tratado de introducirme en el vicio- le comentó el espantapájaros- pero, no me gusta fumar. Hace mal para los bronquios.

Dorita lo miró atónita. Luego reaccionó y le dijo malhumorada :

-Haré cuenta de que no te he oído, porque me consta que los espantapájaros no hablan.

-Otros no, pero yo sí- le respondió el muñeco- Aquí entre nosotros y sin ánimo de jactarme, te diré que soy alguien especial.

Lo extraño de la situación había hecho que Dorita se olvidara momentáneamente de su pena, pero se acordó de pronto y soltó un sollozo.

-No llores más, niña. Desde este lugar que ocupo, en medio del campo, veo muchas cosas y te puedo decir que ese tal Jorge no vale ni una sola de tus lágrimas.

Dorita lo miró enojada y le respondió con aspereza:  

-No quisiera ser grosera, pero te recuerdo que no te he pedido tu opinión.

-Igual te la doy, porque me caes simpática.

-No sé como puede tener opinión alguien que no tiene cerebro.

-Y no sé como podría quererte alguien que no tiene corazón.

En ese momento se ecuchó la campana que llamaba al almuerzo.

-¡ Tengo que irme!- exclamó la niña- Pero, antes dime como te llamas.

-Armani- contestó el espantapájaros- ¿ No ves que lo llevo escrito aquí?

Y le mostró una etiqueta que estaba cocida en el forro de su chaqueta.

Dobló su cuerpo blando, lleno de paja y cortó una amapola que crecía en medio del trigal. Se la entregó con un gesto galante.

-¡ No te olvides de venir a verme otra vez!

La mamá de Dorita la recibió enojada:

-¡ Niña!  ¿ Qué haces andando por el campo sin sombrero?  Te va a dar una insolación.

Dorita ya había cumplido los quince años y no le gustaba que la trataran  como a niña chica, pero tuvo que reconocer que su madre tenía razón.  La cabeza le pesaba y le zumbaban los oídos.  Su conversación con el espantapájaros le parecía a cada minuto más irreal y no estaba segura de que hubiera sucedido.

Al atardecer, ya tenía fiebre alta y no sabía si estaba dormida o despierta.  Le parecía que su cama se mecía como un barco en alta mar y sorprendida, vio que al timón iba el espantapájaros.

-¡ No te aflijas, Dorita!- le gritó en medio del oleaje- ¡ Esta tormenta no nos hundirá!

Una ola gigantesca los levantó hasta el techo y después cayeron en un abismo de espuma.

Estuvo varios días en cama y cuando al fin se levantó, su primer impulso fue ir hasta el trigal.

Quería comprobar que su charla con Armani había sido un delirio provocado por la insolación. No podía ser de otra manera. Ya estaba demasiado grande para creer en fantasías así.

Se adentró entre las espigas, buscándolo inutilmente. ¡ Ya no estaba!

Decidió preguntarle al capataz :

-Don Alamiro ¿qué pasó con el espantapájaros que había aquí?

-¡ Se quemó, señorita!  A un gracioso se le ocurrió encenderle el cigarrillo que tenía en la boca. Como estaba relleno con paja, ardió en un minuto. ¡ No sé como voy a espantar ahora a estos tordos de moledera! 





5 comentarios:

  1. Impecable, Lillian. Gran relato. Un placer su lectura realmente.

    Abrazo agradecido.

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  2. Con los brazos en cruz se divisaba el espantapájaros en lontananza. Llegaban los días de primavera; cuando las aves fabrican sus nidos y los campos están verdes en flor. El muñeco, clavado sobre una estaca, tenía por cabeza una calabaza. A veces con los vientos del sur su cuerpo se balanceaba como su fuera un borracho y las noches de tormenta, negras historias le contaba su abuelo cuando las sombras dan vida a lo inerte...Por las noches, ruidos tenebrosos no la dejaban dormir. Las persianas de las ventanas parecían llamar al vidrio y los relámpagos daban vida al espantapájaros que se acercaba al cortijo y merendarse a un niño. Natalia escondía su cabecita entre las mantas mientras afinaba el oido como guardián de la noche pero ninguna noche sucedía nada de nada.

    Con tres años tedría que ir a la escuela al llegar el otoño. Su imaginación era manantial inagotable sobre qué sucederá cuando la dejen sola entre desconocidos. Apenas se alejaba de la casa y adentrarse por los sembrados no era buena idea pues allí estaba el espantapájaros para comerse a los niños.

    Llegó el verano. Los días pasaban y pasaban llenos de luz. El horizonte se incendiaba cuando caía el atardecer pero aquel muñeco con los brazos en cruz hacía parecer que la llamaba por su nombre en silencio...El otoño ya se acercaba. La cartera se la compró su abuela Carmen y su madre le contaba historias de cuando tenía su edad cuando se iaba a la escuela caminando casi al amanecer. Pero Natalia le tenía miedo a todo. No quería abandonar el cortijo, ni siquiera marchar lejos de su casa cuando recordaba las historias del abuelo.

    Finales de septiembre venía con olor a tierra mojada. Se acercaban las lluvias y la escuela, los días más cortos, los miedos más cercanos, la fantasía de una niña con historias que mezclaba sueños...

    Volvía a soplar el viento del sur, volvían las persianas a llamar en las ventanas y los perros ladrar en la oscuridad pero, quiso vencer sus miedos. Su madre regañó al abuelo por asustarla; le dijo que ella era una niña valiente y que si alimentaba los miedos, estos la llenarían de angustia. Cerró los ojos debajo de la sábana como siempre y se quedó dormida pero esta vez los sueños no vinieron con miedos. El valor de su corazón ahuyentó las pesadillas hasta coger el toro por los cuernos y desperto con el valor que no creía tener.

    Cuando todos dormían, la Luna iluminaba los campos pero no tenía miedo. Se adentró en el campo cultivado, tuvo algo de miedo pero mayor era su determinación hasta que llegó al espantapájaros donde pudo ver que sólo era un muñeco. De una patada lo derribó y aquella noche, con el cielo estrellado, algo valeroso se instaló en su corazón.



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  3. Eres escritora y poeta,tus sentimientos están en todas tus notas.

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  4. La cultura te ayuda en tus momentos mas dificiles...

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  5. Bueno maestra , esto te quedó espectacular!!!digno hasta de película!

    Me encantó a pesae de su final triste.

    Te dejo mi abrazo grande!

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