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domingo, 18 de abril de 2021

LA BLUSA ROJA.

Nelly escuchaba desde su cama  el despertar lento de la ciudad. Era como una enorme fiera que se desperezara gruñendo.

Pero no quería abrir los ojos y luchaba por recuperar la bienhechora somnolecia...No quería estar lúcida ni enfrentarse al recuerdo de la humillación que había sufrido la tarde anterior.

Días atrás, Roberto la había llamado sorpresivamente por teléfono.  Hacía más de un año que no lo hacía, pero ¿ como olvidar el timbre de esa voz  que tantas veces había hecho saltar su corazón?

El no se disculpó por su ausencia de tanto tiempo . Al contrario, actuó como si hubieran hablado el día anterior y entró de lleno en el motivo de su llamado.  Le dijo que una alumna suya de Literatura había leído algunos cuentos de Nelly y deseaba conocerla.  Le pedía que se juntaran con ella el día siguiente en un café.  La chica quería hacerle algunas preguntas con respecto a la técnica que empleaba...

A Nelly le llamó la atención que Roberto hubiera elegido el mismo café en que tantas veces ellos se habían juntado.  ¿ Lo haría a propósito para despertar su nostalgia?

Sonrió halagada al pensar que él había inventado el pretexto del interés de  su alumna, para que volvieran a encontrarse.

Su corazón aceleró sus latidos y una nueva ilusión empezó a cosquillearle muy adentro del pecho, sacándola de su rutina gris.

Esa tarde se demoró el doble de tiempo en maquillarse. El espejo se obstinaba en mostrarle la imagen de una mujer madura aunque ella, por dentro se sentía la misma de hacía veinte años... Una y otra vez trató de alisar los tenues surcos que le rodeaban la boca.  

Luego se consoló pensando que Roberto también estaba más viejo. La última vez que lo había visto, se había sorprendido de ver su pelo sembrado de canas.

Revisó su closet y toda su ropa le pareció descolorida y avejentadora. ¡ Necesitaba iluminar su cara con algo nuevo, una prenda que reflejara su estado de ánimo!

Esa misma tarde salió a las tiendas y compró una blusa roja.  La colgó  entre las otras  de tonos apagados y sintió que le recordaba que ella era todavía joven y atractiva.  Cada vez que abría el closet,  parecía salirle al encuentro y anticiparle la emoción de su futuro encuentro con Roberto...

Esa tarde, consultó su reloj para no llegar ni un minuto adelantada.  No quería que la ansiedad la traicionara. Quería aparecer ante él sonriendo casual, como si la cita fuera un quehacer más en su día ajetreado.

Desde lejos, los divisó a los dos. La chica, muy joven y con un pelo dorado natural que ninguna tintura había podido brindarle a Nelly jamás...El, canoso pero interesante, se inclinaba hacia ella como si no quisiera perderse ni una palabra de su parloteo insustancial.

Cuando Nelly se aproximó a la mesa, la miró con cierta frialdad, como si hubiera llegado a interrumpirlos.

La joven le sonrió amistosa pero no se mostró especialmente interesada en conversar de literatura. Apenas evidenció saber que ella escribía.

Entonces Nelly comprendió que todo había sido idea de él.

-Tengo una amiga que escribe-le habría dicho- Podríamos juntarnos con ella y te la presento.

Había buscado un pretexto para citarse con la chica y era Nelly quién le había servido de señuelo.

Enrojeció de verguenza al comprobar su ingenuidad.  Se sentía ridícula, con ganas de salir corriendo de ahí... Pero sonrió con valor y se hizo parte de la charla intrascendente.

Lentamente la fue invadiendo el dolor y la rabia. Disimuló como pudo y mientras pasaban los minutos, le pareció que nadaba en un agua densa, manoteando y tragando agua, pero que al fin lograría alcanzar la orilla sin ahogarse.

Miró su reloj, fingió sobresaltarse y se paró, alegando un compromiso.

La chica dijo que ella también se iba y Roberto, solícito, se ofreció a llevarla.

- A tí no te ofezco, Nelly- dijo con soltura -porque sé que tú  vives cerca...

Los miró alejarse entre las mesas del café. El, con su pelo gris que Nelly había acariciado tantas veces cuando era negro como la tinta. Ella, meciendo sus caderas al caminar, ondeando en el aire su melena rubia. Dueña del mundo y de la vida, insultante en su  esplendorosa juventud.

Nelly se envolvió en la frazada, incapaz de soportar la luz del sol chocando contra sus párpados.

La puerta de calle se abrió con estrépito, anunciando la llegada de la mucama.

Nelly miró la blusa roja que la tarde anterior se había sacado a tirones y que ahora yacía en el suelo.

Se dio cuenta de que la aborrecía, que no soportaba verla ni un minuto más. 

Se levantó a recogerla.

-¡ Aurelia!  -llamó desde el dormitorio- Mire qué linda esta blusa. La compré recién, pero me aprieta bajo los brazos. Creo que a usted le quedaría mejor. 




4 comentarios:

  1. Relato/conto muito interessante de ler. Terminou ou tem mais episódios?
    .
    Feliz domingo … abraço poético.
    .
    Pensamentos e Devaneios Poéticos
    .

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  2. Historias que se repiten en el tiempo y circunstancias, aquellos que se burlan de otros...la sinsustancia que a su momento pasará la cuenta...

    Un abrazo.

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  3. Me encantó, Lillian, me atrapó y quedé queriendo más... Relato maravillosamente ilustrado (con guiño a Edward Hopper) además.

    Abrazo hasta allá.

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  4. Al leerte tus comentarios los recibos siempre con tus sentimientos de poeta que tu sabes darle.

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