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domingo, 1 de marzo de 2020

DOLOR DE OIDOS.

Sus papás iban a salir solos el fin de semana, así es que llevaron a Pablito a la casa de la abuela.
El estaba indignado, porque en ese barrio no conocía a nadie y no tendría con quién jugar. Lo único que salvaba era la piscina...Así es que se quedó metido en el agua hasta que oscureció y se enfermó de otitis.
La abuela le dijo que lo tenía merecido por porfiado, pero esa noche lo escuchó llorar y llegó a ponerle en los oídos unos tapones de algodón empapados en aceite caliente.
-Este remedio me hacía mi mamá cuando yo era chica- le advirtió- Así es que aguanta, porque te va a hacer bien.
Pablito trató de imaginarse a la abuela cuando era chica...¿Qué época sería esa? Se la imaginó envuelta en pieles, arrancando de un mamut...pero no, eso era exagerado. Después  la visualizó bordando la primera bandera de Chile, junto a doña Javiera Carrera y ahí le pareció mejor.
A pesar de los tapones de algodón, los oídos le dolían mucho. En la oscuridad, trató de darse valor  fantaseando que era un soldado metido en una trinchera de la Primera Guerra Mundial y que lo habían herido las esquirlas de una granada.
De repente, alguien gritó a su lado : ¡ gas! ¡ gas! y todos se apuraron en ponerse las máscaras que les había entregado el capitán...
Pero de nada le valió imaginar que era un soldado heroico, porque los oídos le dolían cada vez más y sin querer, soltó el llanto.
En seguida entró la abuela. Esta vez se le ocurrió echarle en las orejas el humo de su cigarrillo.
-Lo tibieza del humo te aliviará- le dijo-pero Pablito sospechó que era un pretexto para fumar, porque el médico se lo había prohibido.
A pesar de todo, al otro día, amaneció mejor y salió a vagar por la cuadra.
Tenía un zumbido en los oídos como si tuviera puesta  una escafandra y lo hubieran bajado al fondo del mar.
Le llegaban los sonidos de la calle como a través de un muro de agua.
-¡ No se vayan tan pronto! ¡ No me dejen!- oyó de repente una voz quejosa. Miró para todos lados y no vio a nadie. Pero luego, un montón de vocecitas infantiles contestaron a ese ruego:
-¡ No podemos quedarnos más!  El Otoño  llegó hace rato...
Pablito se dio cuenta de que se trataba de un árbol que conversaba con sus hojas.  Vino un soplo de viento y todas salieron volando.
¡ Adios! ¡Adios!- gritaron al unísono.
Siguió caminando y esta vez escuchó un susurro débil que parecía venir del suelo.
Vio a una abeja que flotaba en un charco :
-¡ Socorro!  ¡ Sálvame, por favor!
Pablito tomó una rama y se la alcanzó para que trepara por ella.
-¡ Gracias!- suspiró la abejita- En cuanto se me sequen las alas, podré volver a volar.
-¿ Y qué haces por este barrio, tan lejos de tu colmena?
-Buscando flores para hacer miel. Pero cada vez hay más cemento y menos flores...
Ensayó a mover sus alas y al cabo de unos segundos, emprendió el vuelo y desapareció.
A todo eso, Pablito ya se había dado cuenta de que la otitis le había hecho a sus oídos un efecto mágico. Ahora escuchaba cosas que nunca antes había podido oír.
En el umbral de una puerta, vio sentado a un gato amarillo. Este lo miró con aire  indiferente y despectivo , como suelen hacer los gatos.
-¡ Hola, Micifuz!- lo saludó Pablito, tratando de caerle simpático.
-No me llamo así- respondió el gato con desprecio-Me llamo Genaro y soy el dueño de la niña que vive aquí.
Pablito quedó pasmado de asombro:
-¿ Así que eres el dueño de una niña?
-Sí, y sería bueno que se apurara en llegar porque ya es la hora de servirme mi leche.
En eso, apareció una niña cargada con una mochila escolar. Al ver al gato, lo tomó en sus brazos y le besó la nariz. El gato se enroscó y ronroneó, mirando de soslayo a Pablito, con aire de triunfo. Juntos entraron en la casa.
En ese momento, escuchó la voz de la abuela que lo llamaba y vio el auto de sus padres detenido en la vereda.
-¡ Te traje unas gotas para los oídos!- anunció su mamá.

A los pocos días, ya estaba sano y dejó de escuchar voces. Nunca supo si lo había imaginado  y por las dudas no se lo contó a nadie, para que no lo acusaran de mentiroso.


4 comentarios:

  1. Amiga escritora,eres admirable,te admiro.

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  2. Me encantó tu cuento amiga ...que belleza de ideas se cruzan por tu mente creadora, que más uno quisiera poder escuchar a tantas especies y así comprender mejor el ciclo de la vida y podríamos valorizar mejor el mundo en que estamos, si todos desde niños hubiéramos sabido escuchar esa voz que nos da la enseñanza primordial del poder dar valor y respeto a lo creado...

    Con tod escucho aún el campanario de mi corazón al abrazar el vuelo d elos pájarillos y el aleteo d emis flores...

    Te dejo un gran abrazo!

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    1. Debemos ser como niños, reaprender a escuchar los sones de nuestro bello Planeta...

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  3. Un gran abrazo mi amiga en este día de.la.mujer
    Que tengas siempre bendiciones en tu camino!!🌸🌸🌸🎂🙏🙏🙏🙏💕🌷🌷🌷

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