Sus
papás iban a salir solos el fin de semana, así es que llevaron a Pablito a la
casa de la abuela.
El
estaba indignado, porque en ese barrio no conocía a nadie y no tendría con
quién jugar. Lo único que salvaba era la piscina...Así es que se quedó metido
en el agua hasta que oscureció y se enfermó de otitis.
La
abuela le dijo que lo tenía merecido por porfiado, pero esa noche lo escuchó
llorar y llegó a ponerle en los oídos unos tapones de algodón empapados en
aceite caliente.
-Este
remedio me hacía mi mamá cuando yo era chica- le advirtió- Así es que aguanta,
porque te va a hacer bien.
Pablito
trató de imaginarse a la abuela cuando era chica...¿Qué época sería esa? Se la
imaginó envuelta en pieles, arrancando de un mamut...pero no, eso era
exagerado. Después la visualizó bordando
la primera bandera de Chile, junto a doña Javiera Carrera y ahí le pareció
mejor.
A
pesar de los tapones de algodón, los oídos le dolían mucho. En la oscuridad,
trató de darse valor fantaseando que era
un soldado metido en una trinchera de la Primera Guerra Mundial y que lo habían
herido las esquirlas de una granada.
De
repente, alguien gritó a su lado : ¡ gas! ¡ gas! y todos se apuraron en ponerse
las máscaras que les había entregado el capitán...
Pero
de nada le valió imaginar que era un soldado heroico, porque los oídos le
dolían cada vez más y sin querer, soltó el llanto.
En
seguida entró la abuela. Esta vez se le ocurrió echarle en las orejas el humo
de su cigarrillo.
-Lo
tibieza del humo te aliviará- le dijo-pero Pablito sospechó que era un pretexto
para fumar, porque el médico se lo había prohibido.
A
pesar de todo, al otro día, amaneció mejor y salió a vagar por la cuadra.
Tenía
un zumbido en los oídos como si tuviera puesta
una escafandra y lo hubieran bajado al fondo del mar.
Le
llegaban los sonidos de la calle como a través de un muro de agua.
-¡ No
se vayan tan pronto! ¡ No me dejen!- oyó de repente una voz quejosa. Miró para
todos lados y no vio a nadie. Pero luego, un montón de vocecitas infantiles
contestaron a ese ruego:
-¡ No
podemos quedarnos más! El Otoño llegó hace rato...
Pablito
se dio cuenta de que se trataba de un árbol que conversaba con sus hojas. Vino un soplo de viento y todas salieron
volando.
¡
Adios! ¡Adios!- gritaron al unísono.
Siguió
caminando y esta vez escuchó un susurro débil que parecía venir del suelo.
Vio a
una abeja que flotaba en un charco :
-¡
Socorro! ¡ Sálvame, por favor!
Pablito
tomó una rama y se la alcanzó para que trepara por ella.
-¡
Gracias!- suspiró la abejita- En cuanto se me sequen las alas, podré volver a
volar.
-¿ Y
qué haces por este barrio, tan lejos de tu colmena?
-Buscando
flores para hacer miel. Pero cada vez hay más cemento y menos flores...
Ensayó
a mover sus alas y al cabo de unos segundos, emprendió el vuelo y desapareció.
A
todo eso, Pablito ya se había dado cuenta de que la otitis le había hecho a sus
oídos un efecto mágico. Ahora escuchaba cosas que nunca antes había podido oír.
En el
umbral de una puerta, vio sentado a un gato amarillo. Este lo miró con
aire indiferente y despectivo , como
suelen hacer los gatos.
-¡
Hola, Micifuz!- lo saludó Pablito, tratando de caerle simpático.
-No
me llamo así- respondió el gato con desprecio-Me llamo Genaro y soy el dueño de
la niña que vive aquí.
Pablito
quedó pasmado de asombro:
-¿
Así que eres el dueño de una niña?
-Sí,
y sería bueno que se apurara en llegar porque ya es la hora de servirme mi
leche.
En
eso, apareció una niña cargada con una mochila escolar. Al ver al gato, lo tomó
en sus brazos y le besó la nariz. El gato se enroscó y ronroneó, mirando de
soslayo a Pablito, con aire de triunfo. Juntos entraron en la casa.
En
ese momento, escuchó la voz de la abuela que lo llamaba y vio el auto de sus
padres detenido en la vereda.
-¡ Te
traje unas gotas para los oídos!- anunció su mamá.
A los
pocos días, ya estaba sano y dejó de escuchar voces. Nunca supo si lo había
imaginado y por las dudas no se lo contó
a nadie, para que no lo acusaran de mentiroso.
Amiga escritora,eres admirable,te admiro.
ResponderEliminarMe encantó tu cuento amiga ...que belleza de ideas se cruzan por tu mente creadora, que más uno quisiera poder escuchar a tantas especies y así comprender mejor el ciclo de la vida y podríamos valorizar mejor el mundo en que estamos, si todos desde niños hubiéramos sabido escuchar esa voz que nos da la enseñanza primordial del poder dar valor y respeto a lo creado...
ResponderEliminarCon tod escucho aún el campanario de mi corazón al abrazar el vuelo d elos pájarillos y el aleteo d emis flores...
Te dejo un gran abrazo!
Debemos ser como niños, reaprender a escuchar los sones de nuestro bello Planeta...
EliminarUn gran abrazo mi amiga en este día de.la.mujer
ResponderEliminarQue tengas siempre bendiciones en tu camino!!🌸🌸🌸🎂🙏🙏🙏🙏💕🌷🌷🌷