Hacía
tiempo que Joaquín no lograba escribir nada nuevo. Su primera novela había
tenido cierto éxito, pero de ahí en adelante, cayó en una total sequía
literaria.
Decidió
regar la sequía con alcohol, pero aún así no se le ocurría ni una idea
aceptable, solo incoherencias de una borrachera triste, que terminaba llorando
sobre una página en blanco.
Una
noche en que estaba sentado en su escritorio, esperando un chispazo de
inspiración, vio a su lado a una mujer que lo miraba fijamente.
-Perdone...¿
por donde entró?-le preguntó Joaquín sorprendido.
-Por
ahí- le respondió ella, señalando vagamente el muro.
-Pero,
si ahí no hay ninguna puerta...
-Será
que yo no necesito puertas para entrar- le contestó ella, con un dejo de
ironía.
Joaquín
sintió miedo y su incertidumbre dio paso a una certeza que lo dejó helado.
-Eras
la Muerte ¿ verdad?
Ella
no le respondió, pero le hizo una seña para que lo acompañara.
-¡
No! ¡ Por favor! ¡Ten piedad!...Dame
tiempo para terminar la novela que estoy escribiendo.
-¿ Y
cuanto tiempo necesitas?
-¡ Un
mes! ¡ Solo un mes! Tengo muchas ideas que quiero desarrollar-
mintió desesperado- ¡ Ya verás que tu espera valdrá la pena!
-Está
bien, solo un mes- respondió la Muerte y se desvaneció en las sombras.
Joaquín
creyó que el terror que sentía le serviría de acicate, que las ideas surgirían
en su mente afiebrada. Pero, nada de eso ocurrió.
Compró
varios cuadernos y los desplegó sobre su escritorio. Pensó que la visión de
esas páginas en blanco le serviría de estímulo. Abrió uno de los cuadernos y
tomó el lápiz con decisión. Pero, pasaron los días sin que lograra escribir
nada con sentido. Terminaba tachando todo en un acceso de rabia.
Al
cabo de un mes, apareció la Muerte. Joaquin vio que venía decidida.
-¡
No! ¡ Aún no! Dame otro poco de
tiempo... ¡Mira todos los cuadernos que llevo escritos! Ya voy llegando al final y será una obra
maestra.
-No
puedo, yo cumplo ordenes de Alguien que está por encima de mí.
- ¡
Dile que viniste y no me encontraste...!
- ¿Y
tú crees que a El se le puede mentir?
-Pero
¡ es tan injusto que tenga que morir tan joven!
- Si
la Vida no es justa, no veo por qué la Muerte tendría que serlo- le respondió
fastidiada.
Pero
sin querer se conmovió con las súplicas de Joaquín y le concedió otro mes para
que terminara su obra.
Mientras,
Joaquín no conseguía escribir ni una línea. Una noche, agotado, se durmió sobre
el cuaderno en blanco.
Entró
la Muerte despacito y sintió curiosidad de leer lo escrito. ¿ Sería realmente
una obra maestra?
Revisó
uno por uno los cuadernos y no encontró ni una línea, solo páginas vacías.
Con
creciente furor, comprendió que había sido engañada. Suavemente desprendió el
cuaderno sobre el cual dormía Joaquín. Vio que había empezado un cuento. Su
título era:
"
El hombre que engañó a la Muerte".
Furiosa,
blandió su guadaña y segó su vida de un golpe.
Muy bueno!
ResponderEliminarLa última parte me conmovió.
Felicitaciones.
Abrazos.
Amiga Chilena,cada vez tus escritos se mejoran,creo que solo te hace falta no decaer en tus fantasias
ResponderEliminarWow, that's an amazing piece of fiction. Fantastic!
ResponderEliminarI follow your fantastic blog:)
Thank you
Hug
Nadie puede burlar su última hora a no ser que sea mandato divino...a ese se lo llevaron en andas por mentiroso...
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