Diego
y Julián entraron a la Universidad
juntos y juntos llegaron también a vivir en una pensión para estudiantes.
La dueña era una mujer corpulenta, de mejillas coloradas y risa fácil. Nadie
sabía si era soltera o viuda y todos la llamaban señora Kelly.
Los
dos amigos venían del mismo pueblo y muchos los creían hermanos. La verdad era
que de tanto estar juntos habían terminado por compartir los mismos gestos y
hasta se parecían físicamente, aunque sin duda Diego era el más guapo de los
dos.
La
señora Kelly tenía una sobrina que prácticamente hacía las veces de criada. Era
la primera en levantarse a preparar el desayuno de los pensionistas y la última
en subir a su habitación por la noche.
Era
de contextura delgada y de cara graciosa. Hacía su trabajo cantando y por
dignidad mantenía su sonrisa hasta el final del día , aunque a veces se la veía
pálida de agotamiento.
Diego
y Julián se enamoraron de ella.
Al
principio hablaban de sus sentimientos, pero poco a poco dejaron de hacerse
confidencias. Julio temía que Diego fuera el favorito de Mary, aunque ella no
demostraba ninguna preferencia. Era simpática con los dos por igual, y los
Domingos salía con ellos a andar en bicicleta.
Se
iban a las colinas que rodeaban la ciudad y sentados en el pasto, miraban pasar
los trenes.
Un
día Julián sintió que la mano de Mary buscaba la suya y el corazón le dio un
vuelco. Pero luego notó que Diego le sostenía la otra mano entre las suyas.
Quizás era la forma que tenía Mary de demostrar que no prefería a ninguno de los dos.
Sin
embargo, Julián notaba que sus ojos seguían a Diego y empezó a ponerse distante
y taciturno. Su relación con su amigo perdió totalmente su espontaneidad.
Diego
lo encaró al fin:
-¿ Es
por Mary, verdad?
-Pienso
que te quiere a ti...
-Mira,Julian-
le respondió Diego con firmeza- Nuestra amistad es para mi más importante que
lo que ella pueda sentir. ¿ Crees que haría algo por conquistarla sabiendo que
tú la quieres?
Obtuvieron
su título y se fueron a la Capital a probar suerte.
Cuando
el tren ya partía, Mary llegó corriendo por el andén y tendió sus manos hacia
la ventanilla. Ambos se las cogieron, pero Julián creyó notar que ella
deslizaba un papel doblado en la mano de Diego.
Pasaron
los meses y dejaron de verse, cada uno preocupado de buscar un empleo. Julián
se extrañaba del silencio de su amigo. Esperaba un llamado, pero no volvió a
saber de él.
Mientras,
la imagen de Mary crecía en su recuerdo. Ansiaba volver a verla. Si Diego lo
llamaba, le propondría que fueran juntos a hacerle una visita...
Al
fin, decidió ir solo.
¡ Qué
emoción sintió al ver de lejos la casa de pensión! Imaginó que en cualquier momento la vería salir....
Tocó
el timbre y en el umbral apareció la señora Kelly.
-¡
Julián! ¡ Qué sorpresa! ¿ Qué lo trae por aquí?
-
Bueno, andaba cerca, en casa de unos parientes y se me ocurrió pasar a ver a
Mary...
-Pero
¿ como? ¿ Que no asistió al matrimonio ?
Pensé que Diego lo habría invitado,siendo tan amigos los dos...
-¿Qué
matrimonio? No entiendo...
- ¡
El de Mary con Diego, por supuesto!
El muy pillo no esperó ni un mes para venir a buscarla...
La
mujer siguió hablando sin notar la palidez de Julián.
El no
la escuchaba. En sus oídos parecían resonar las palabras de Diego:
-¿Crees
que voy a hacer algo, sabiendo que tú la quieres? ¡Nuestra amistad es para mí más importante
que nada en este mundo!
Que penita la del pobre Julian y es que en el amor no existen normas, cuando se ama se lucha por el ser amado y eso fue lo que hizo Diego. un relato muy bien escrito lillymarmat.
ResponderEliminarUn abrazo.
Bueno, en el corazón solo manda el corazón, aunque debió haber una amistad sincera , quizás no era tan profunda por el lado del amigo que al fin de cuentas siguió sus intereses personales y listo...
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