El
Demonio estaba sorprendido y halagado en su vanidad.
Había
recibido un mensaje de Dios, quién le solicitaba que subiera a hablar con él,
porque tenía algo importante que
comunicarle. El mensaje se lo había
llevado un ángel, que al bajar al
infierno se había chamuscado un poco las alas y ostentaba una mueca de asco,
que no se molestó en disimular.
El Demonio se sentía arder de curiosidad, pero
decidió demorarse a propósito. Hacer esperar a Dios era un placer exquisito que
no quería desaprovechar.
Calculó
una media hora, durante la cual se entretuvo viendo en CNN las guerras y los
desastres que asolaban el mundo. Esto lo ponía siempre de excelente humor.
Luego
se atusó el bigote, le dio lustre a sus pezuñas y partió a la inesperada cita.
Dios
lo aguardaba sentado en su trono. No parecía haber notado su demora, pero su
cara se veía tan triste que el Demonio se sorprendió.
-Tú
me has llamado- le dijo con insolencia- Alguna razón tendrás.
-Te
llamé para comunicarte que has triunfado en toda la línea. Te dejo el campo
libre. Me voy.
Los
ángeles gimieron y se cubrieron el rostro con sus alas.
El
Demonio sintió que lo invadía un júbilo triunfal. Pero, se tapó la boca para
que Dios no viera su sonrisa y fingió estar consternado.
-¿
Como? ¿ Abandonas la lucha tan
fácilmente? ¿ Me dejas a cargo de los
hombres que tú mismo creaste?
-Ya
no me necesitan. Ellos mismos han creado
ídolos a quienes adorar.
-Pero,
he sabido que de vez en cuando te nombran todavía...
Sí,
pero es para jurar sobre mi nombre en vano. No finjas que ignoras tu triunfo,
hace mucho tiempo que lo vienes disfrutando.
El
Demonio lanzó una carcajada y pareció agigantarse. Sus ojos relucieron como
brasas y desplegó sus alas negras con un ruido ensordecedor.
Los
ángeles retrocedieron y se parapetaron tras las nubes.
Dios
se levantó de su trono y emprendió la marcha, llevando una paloma blanca posada
sobre su hombro.
-¡
Como! ¿ Te vas solo? Y tu hijo ¿ donde está ?
- No
tengo hijo- suspiró Dios con tristeza.
-¿ Y
ese a quién llamaban Jesucristo?
No
era mi hijo. Era solo un profeta. Un hombre bueno que predicaba lo imposible.
Tú sabes como terminó...Era una oveja entre lobos. ¿ Como no lo vas a saber tú,
si fuiste el que susurró la traición en el oído de Judas?
El
Diablo no lo negó y sonrió complacido.
Dios
tomó la paloma entre sus manos y la echó
a volar hacia las nubes. Luego se envolvió en su manto, como si tuviera frío y
se alejó sin mirar atrás.
El
Demonio se acercó con cautela al trono vacío. Palpó los cojines con sus uñas
negras y acarició con avaricia el respaldo de oro. Al cerciorarse de que nadie se acercaba a
impedírselo, se sentó y se arrellanó cómodamente, con un suspiro
de satisfacción.
¡ Por fin ocupaba el lugar que le
correspondía!
Los ángeles
volaron espantados, con un entrechocar de alas. Su fuga estremeció el cielo por
breves instantes.
Después,
todo quedó en sombras.
Dios ese cuento inventado,que comenzó adorando al fuego.te ha servido para hacer un divertido cuento,eres adorable y tus fantasias te ayudan a avanzar en ese camino de literatura que has comenzado.
ResponderEliminarTerrible. Dios mio, menos mal que es solo un cuento, muy bien escrito, pero solo un cuento.
ResponderEliminarRosa
Que no sean nuestros pensamientos verdaderos o inventadas darle tribuna a lo nefasto...por eso me alejo mas de las veces de escribir sobre cosas sombrías pero a veces me gana un tanto el lado oscuro...como sea a diario es mi lucha para no sufrirlo ....
ResponderEliminarQue a pesar de tanta oscuridad en este mundo, igual él tenga misericordia.
Te dejo un abrazo.