Marina
subió al altillo y sacó el árbol de Navidad y la caja con los adornos.
El
árbol estaba cubierto de polvo. ¡ Hacía tantos años que no lo sacaba! Le limpió con suavidad las ramas hasta que
recuperaron el color verde. Pero, cuando abrió la caja, vio que las esferas de
vidrio estaba rotas.
Se
acordó de esa noche, hacía unos años, cuando su papá llegó borracho y las
destrozó con el puño.
-
¡Aquí se acabó la Navidad! ¿ Me oíste?
Su
mamá los había abandonado.
Un
día cualquiera, se fue sin despedirse. Al anochecer, encontraron la casa vacía
y oscura. Todos sus vestidos habían desaparecido del closet.
Fue
entonces cuando su papá empezó a beber. Y después de un tiempo,se fue,
también. Marina pensaba que habría ido a
buscarla a ella...
Pero,
ahora , a pesar de los recuerdos tristes, tenía ganas de celebrar la Navidad.
Adornó
el arbolito lo mejor que pudo y preparó un vaso de leche y unas galletas, para
Santa Klaus, como cuando era niña.
Se
sentó a esperarlo. En medio de su tristeza, se aseguraba a sí misma que él
vendría.
Empezó
a tener sueño, pero luchó por mantenerse despierta.
Pasada
la media noche, la puerta se abrió suavemente y entró Santa Klaus.
-¡
Sabía que vendrías! - exclamó Marina- Dime ¿ qué me has traído?
-¡
Ay! No me queda nada...¡ Ya todo lo
repartí !
Al
ver su decepción, agregó:
-Pero,podría
concederte un deseo...
-Mi
deseo es volver a vivir una navidad de mi infancia. ¿ De verdad podrías
concedérmelo?
Santa
Klaus la tomó de la mano y la llevó fuera de la casa. Marina vio extrañada que
los edificios habían desaparecido y que en su lugar había un bosque, tan tupido
que parecía un muro infranqueable.
-La
Navidad de tu infancia está detrás de ese bosque. ¿ No te da miedo la
oscuridad?
Marina
negó, sonriendo, y se internó entre los árboles sin vacilar. Le pareció distinguir
a lo lejos, entre los troncos tupidos, un resplandor dorado.
Echó
a correr, pero notó que perdía pie y se hundía en un pantano.
Vio a
un hombre sentado en la orilla. Estaba bebiendo de una botella y no hacía caso
de sus gritos.
Reconoció
a su padre.
-¡
Papá ! ¡ Por favor, ayúdame, que me estoy hundiendo!
-¿
Quién grita así? No distingo nada...
-¡
Soy yo! Marina, tu hija.
-Yo
tenía una hija, hace tiempo- balbuceó el hombre y siguió bebiendo, sin
prestarle atención.
Marina
sintió que el lodo la arrastraba hacia el fondo, pero aún pudo ver a lo lejos
el resplandor dorado de la soñada Navidad.
Al
amanecer, despertó asustada. El vaso de leche y las galletas continuaban
intactas sobre la mesa.
No
había venido Santa Klaus.
Cuando las personas no tienen buenos recuerdos se aferran a la ilusión de que fueron felices alguna vez. De esa forma el ser humano -aterrado de su pasado- puede continuar viviendo.
ResponderEliminarUn cuento triste, pero la vida es así: de dulce y agraz.
Felices Fiestas Lilly y, un 2019 cargado de relatos y cuentos por escribir.
Estimada
ResponderEliminarRecibas todo lo mejor del mundo en este día y siempre
Muchas bendiciones para ti y tu familia🎄🎍🎄🎄🎄🌼🌼💜💜🎄🎄🎄
Personalmente,las navidades son tristes,los recuerdos se amontonan en mis sentidos,y las negruras invaden mis sentimientos.
ResponderEliminarLas nostalgias y los recuerdos hacen llorar a mi corazón.