En la
Empresa, Mauricio tenía fama de galán.
No
solo era simpático y buenmozo, sino que un conquistador innato. Siempre se lo
veía acompañado de las mujeres más estupendas
y eso lo hacía ser respetado y envidiado por el resto de sus compañeros.
El no
presumía de sus conquistas. Se mostraba más bien modesto al respecto, pero le
gustaba imponer su criterio frente a la belleza femenina. Le halagaba la
atención que los más jóvenes que él,
prestaban a sus opiniones. Y le encantaba modificar a su antojo el
criterio de los demás. Era un juego que ensayaba a menudo, burlándose en
secreto de la ingenuidad de sus seguidores.
A la
Empresa llegó una pelirroja sin duda atractiva, pero, después de mirarla un
rato, Mauricio dijo con tono de
conocedor:
-Dicen
que las pelirrojas son de temperamento ardiente, pero eso no es más que un
mito. Y a esta chica, basta darle una segunda mirada para notar que tiene
angostas las caderas y carece de chispa al conversar. En realidad, lo único
llamativo que tiene es el pelo.
Sus
palabras tuvieron efecto inmediato y la
pelirroja dejó de ser considerada una belleza irresistible. Con eso quedó
demostrado que le creían más a los ojos de Mauricio que a los suyos propios.
Por
otra parte, había en la Empresa una chica llamada Tamara que no llamaba la
atención de nadie. Era pálida hasta ser descolorida y esbelta hasta ser
flaca. Las miradas resbalaban sobre ella
o la atravesaban como si fuera de vidrio.
Hasta
que un día Mauricio se quedó mirándola y comentó:
-Hay
mujeres que resultan atractivas a primera vista, pero otras tiene una belleza
oculta que solo un conocedor es capaz de notar. Por ejemplo, Tamara ¿ han visto
qué piernas tan largas tiene? ¿ Y ese cuello tan fino que parece el de un
cisne? Su palidez resulta muy
seductora...Me recuerda a las magnolias...¡ Y qué afortunado el que la haga
sonrojar!
Varios
pares de ojos se volvieron hacia Tamara con un nuevo interés y esa tarde, muy
sorprendida, recibió dos invitaciones para salir.
Pero,
mientras Mauricio había caído en su propia trampa de Don Juan.
Conoció
a una joven a quien encontraba todos los
días en el Estación del Metro y que lo tenía enamorado. Y él, tan atrevido y
conquistador, no se atrevía a hablarle.
Era
menudita, graciosa, pero muy seria y parecía dispuesta a mantener a raya a
cualquiera que se atreviera a acercarse con alguna intención.
Una
tarde, Antonio, uno de sus compañeros más jóvenes y que seguía sus opiniones
como si fueran La Biblia, se acercó a Mauricio, a la hora del café:
-Amigo,
me gustaría que esta tarde te dieras una vuelta por el bar de la esquina. ¡ Te
invito a un trago! Voy a estar ahí a las
siete y quiero presentarte a mi novia.
Mauricio
adivinó de inmediato que quería pedirle su parecer sobre la niña en cuestión y
aceptó halagado. También se rió por lo bajo al sospechar la inseguridad de
Antonio sobre su propio criterio.
Esa
tarde, al entrar al local, se quedó mudo al comprobar que la novia de Antonio
era la chica de la Estación del Metro. ¡ Y estaba ahí con ese tonto que, según parecía, no era capaz de
apreciarla !
Tragándose su frustración, avanzó hacia ellos
con su paso atlético y su sonrisa irresistible.
A
otro día, en la oficina, Antonio lo encaró:
-Bueno
y dime ¿ qué te pareció?
Mauricio
pareció dudar.
-Sí,
ya sé que no es linda- reconoció Antonio, inseguro.
Mauricio
guardaba silencio.
-Y
tal vez las pecas le afean el cutis- agregó el otro, ya por completo
mortificado.
-Bueno,
linda, linda no es - habló Mauricio, por fin -Pero es cuestión de gustos, no
tienes para qué guiarte por mi opinión.
Semanas
después, cuando estuvo seguro que sus palabras habían surtido efecto, se acercó
a la joven en la estación del Metro.
-¡
Hola! ¿ Te acuerdas de mí ?
Ella
lo miró dudosa.
- Nos
presentó Antonio en el bar, hace unos días...
-¡Ah!
Antonio- dijo ella y un velo de reserva cubrió sus rasgos- Hace tiempo que no
lo veo.
Mauricio
contempló sus adorables pecas y emocionado, renunciando a la arrogancia de
otros tiempos, le pidió humildemente:
-Ahora
que ya no estás saliendo con Antonio ¿ irías a tomar conmigo una taza de café?
como se dice
ResponderEliminarel cazador cazado...
y de esos existen en todo lugar.
espero estés mejor estimada
te dejo un abrazo!
Hola
ResponderEliminarVengo a saludarte , espero estes mejor de ánimo...te cuento de mi sur, nuestro sur...no para de llover y mi jardín apenas madurando...los que lo pasan bien son los caracoles, se dan festín con mis flores....aggg!!
Bueno, cuidese estimada
Días mejores vendrán!!
Abrazos
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