A
Felipe le parecía que vivir era como ir manejando un automóvil por una
carretera árida. Y que el Futuro era un destino incierto al que temía llegar.
Solo
el Pasado lo matenía a salvo de la incertidumbre y sus recuerdos lo llenaban de
añoranza, quitándole fuerzas para enfrentar el porvenir.
Tal
vez esa actitud pusilánime ante la Vida, lo llevó a tener un extraño sueño.
Una
noche se vio conduciendo un auto por un camino solitario. A lo lejos vio una
ancha reja de hierro que le cerraba el paso.
Distinguió en ella una puerta en cuyo dintel se leían la palabra "Pasado".
Al
llegar a ella, la puerta se abrió sin un rumor.
Felipe
sintió una gran alegría. ¡ Volver atrás!
¡ Revivir su infancia! Todo lo
bueno que la vida le había arrebatado,
arrójandolo a la tierra árida de la adultez...
Le
imprimió velocidad a su automóvil y atravesó la puerta. Pero, tras ella encontró una ciudad en
ruinas. Cuadrillas de obreros la
estaban demoliendo, entre nubes de polvo. Solo unas pocas murallas quedaban en
pie.
-¿
Qué hacen?- les gritó Felipe, angustiado- ¿ Por qué demuelen el Pasado que
tanto añoro?
-Porque
no puedes seguir viviendo en él -le contestó el capataz- ¡ Hay que hacer polvo
estas ruinas y sobre ellas construir el Porvenir!
-¡No!
¡ No quiero!- gritó Felipe en su sueño, y subiendo a su auto dio marcha atrás y
deshizo el camino.
Al
borde de la carretera vio una niñita con uniforme escolar, que le hacía señas
para que la llevara.
- ¿ A
donde vas?- le preguntó Felipe.
-¡ Al
Futuro! -dijo ella con energía- ¡ Quiero ir al Futuro cuanto antes y ser grande
de una vez!
- ¡No
sabes lo que dices!- lamentó él -La vida
es muy dura, ya lo verás...
Siguió
manejando sin mirarla, pero al cabo de un rato la oyó suspirar y comprobó que
estaba dormida.
Sus
trenzas se habían deshecho y le pareció que se veía mayor.
Lo
cierto era que a medida que se alejaban del Pasado, la niña había ido
creciendo.
Pocos kilómetros más allá, ya representaba
dieciocho años y Felipe la miraba entusiasmado.
-¿
Falta mucho para que lleguemos?- preguntó ella, despertando.
En la
caseta del peaje, en lugar de un recibo de dieron una rosa roja y se volvió
hacia la muchacha para ofrecérsela.
Unos
estridentes bocinazos lo sobresaltaron...Pero no era una bocina, era la
campanilla de su despertador.
Se
encontró en su cama, aturdido y al principio, le costó entender que había
estado soñando.
Pero
la hora corría y se metió a la ducha rápidamente, confiando en que el agua fría
terminaría de despertarlo.
Al
entrar a su sección en el Banco, notó un movimiento inusitado. Varios de sus
compañeros se levantaron de su escritorio para darle la bienvenida a una nueva
funcionaria.
Alguien
llamó a Felipe para presentársela.
Comprobó,
estupefacto, que era la jovencita de su sueño. Ella lo miró sonriendo y le hizo
un guiño, como si se conocieran de
antes...
En
ese momento, el presente ya no le
pareció árido y el Futuro se le presentó lleno de expectativas.
En
cuanto al Pasado, dicen que lo enterró definitivamente y sobre su tumba puso una
rosa roja.
adoro tus escritos siempre dejan algo maravilloso dentro de mi
ResponderEliminarEs bueno alimentar el sentimiento y el pensamiento de esos sueños
ResponderEliminarQue nos permite seguir abriendo puertas frente al sol
Sienta bien la primavera...
Besos💕💗💙🌷