Juan
había amanecido de mal ánimo. Para colmo, en la escalera se le atravesó un gato
negro. ¡Era un augurio de mala
suerte! Fijo que el día se venía mal...
Al
llegar a la oficina, lo esperaba la secretaria con un recado amenazante: El gerente quería verlo.
Como
era de esperar, lo despidieron. Tuvo que
desocupar en seguida su escritorio y de un minuto a otro, se encontró en la calle, sin saber qué hacer.
Vagando
por el parque, se dejó caer en un banco.
Una enorme pesadumbre lo invadió.
Vio
venir a una dama muy elegante, seguida por una mucama uniformada que le llevaba
los paquetes. Al pasar a su lado, lo miró con desdén y comentó en voz alta:
-¡
Estos vagabundos son una verdadera lacra!
Deberían echarlos de la ciudad...
Humillado,
Juan apoyó la cabeza en el respaldo del banco y sin darse cuenta, se quedó
dormido.
Tuvo
el sueño muy extraño. Soñó que era un perro vago. O en situación de calle, para
decirlo en forma más elegante.
Estaba
echado en el mismo banco, tratando de captar con su nariz los efluvios de algo
comestible que pudiera haber en las cercanías.
Pasó
de nuevo la misma dama que lo había mirado con desprecio unos minutos atrás.
-¡
Oh! ¡ Pobre perrito !- exclamó conmovida-¿ Quién será el desalmado que lo
abandonó? ¡Deberían meterlo preso por
maltrato animal !
Lo
tomó en sus brazos y en seguida Juan se encontró en el interior de un lujoso
automóvil.
-¡
Vamos, pobrecito! ¡Ahora tendrás un
hogar!
Llegaron
a una casa del barrio alto. Lo primero que vio Juan al entrar, fue un enorme
gato negro ovillado en un sillón. Al verlo a él, el animal lanzó un bufido y se
le erizó la piel, desde el cuello hasta la punta de la cola.
-¡
Genaro! ¿ Qué te pasa?- lo amonestó la dama con acento tierno- ¡ Tienes que ser
bueno con este perrito huérfano que acaba de llegar! Ahora ya es parte de nuestra familia. Apaciguado en apariencia, el gatazo se
contentó con echarle una mirada de desprecio y luego de dar unas vueltas sobre
sí mismo, se acomodó mejor y siguió durmiendo.
La
mucama llevó a Juan a la cocina y le dio de comer. Cuando estuvo satisfecho, la
señora lo cogió en sus brazos y lo puso sobre un cojín, frente al fuego de la
chimenea.
Con
el estómago lleno y envuelto en un suave calor, Juan cerró los ojos y
pensó: ¡ Este es un sueño del que no
quiero despertar!
Pero
lo hizo. Y despertó como lo que era, un cesante sentado en el banco del parque.
Hambriento y sin saber a donde ir.
-¡
Ay!- pensó acongojado- ¡ Ojalá hubiera podido seguir soñando! ¡ Esa vida de perros era mucho mejor!
En tu relato sí, y eso que muchas veces decimos, que mala pata, llevo una vida de perros.
ResponderEliminarPero es cierto que a veces hay personas que sienten más compasión por los animales que por el ser humano.
Un abrazo.
Ambar
ES triste, bonito y a la vez increíble. Un perro es muy importante, pero entiendo, vaya,igual lo entienda,
ResponderEliminarUn perro ante un humano, debe de tener preferencia, el humano
Hay veces que lo que hace un perro, un humano no lo hace
El perro, espera,el humano, no
El perro no es rencoroso el humano mucho
Besos
un texto especial Tal cual eres tú felicitaciones
ResponderEliminarDelicioso texto, niña!!!
ResponderEliminarEn esta sociedad tan actual,se comienza a amar más a un animal,que aun semejante.
ResponderEliminarTu lo relata con un cuento,pero es copia de una realidad
Vivimos en un mundo tan desprovisto de amor verdadero
ResponderEliminarque equivocamos bastante mas seguido a quien es que hay que darle de comer cuando se necesita...
un reflejo del hoy...
pero por igual sabemos que hay seres diferentes que balancean tanta desigualdad.
besos.