Hernán
había llegado al Liceo en mitad del primer semestre.
Era
alto y buenmozo, con un aire de distinción que lo volvía lejano e impenetrable.
El
primer día que entró a la sala, los miró a todos, uno por uno y la boca se le
torció en una sonrisa de desdén.
Pronto
se supo por un inspector, que lo habían
expulsado de la Escuela Militar y que la familia lo había mandado al Liceo,
para que terminara el año.
Dos
niñas del curso se enamoraron de él. Mariela y Sara.
Mariela
le mandaba papelitos con declaraciones de amor y se quedaba mirándolo a ver si
reaccionaba. Pero él los recibía con aire impávido y se los echaba al bolsillo
sin leerlos.
Entonces
ella se ponía roja y en su cara se mezclaban la vergüenza y la pena.
Sara
en cambio, lo quería en silencio. Y
parecía entender que Hernán pertenecía a otro mundo, que estaba totalmente
fuera de su alcance.
Hubo
una asamblea estudiantil y acordaron plegarse a la marcha que los trabajadores
harían hasta el Palacio de Gobierno.
Sara
tenía miedo de ir porque sabía que siempre la cosa terminaba en desórdenes.
Pero supo que Hernán iría y que se había
plegado al grupo de los más exaltados, en los que estaba también Mariela.
Al
llegar a la Plaza Italia vieron que un cordón policial les cerraba el paso.
Se
quedaron gritando consignas contra el Gobierno y exigiendo educación gratuita
para todos. Algunos empezaron a recoger
piedras.
Todos
vieron cuando Hernán se separó del grupo y avanzó hacia los carabineros.
Pensaron
que iba a parlamentar con ellos para que los dejaran pasar, pero vieron que de
pronto sacó una pistola del bolsillo y le disparó a uno en el pecho.
El
carabinero cayó al suelo sin soltar un grito y
se empezó a formar una laguna de sangre alrededor de su cuerpo.
Se
oyeron gritos y se produjo una estampida. Los compañeros cogieron a Hernán de
los brazos y lo arrastraron lejos, antes que los otros carabineros pudieran
reaccionar.
Sara
vio que lo metían al interior de un local comercial que tenía las cortinas a
medio bajar.
Sin
saber qué hacía, entró tras de ellos y tomó la mano de Hernán, que estaba fría
e inerte. El no la retiró ni respondió a la presión de sus dedos.
Estaba
pálido y tenía los ojos fijos en la pared, como si viera un espectro.
-¿
Por qué lo hiciste, Hernán?
El la
miró sin comprender y ella notó que no la reconocía. Tal vez nunca se había
fijado en ella.
Sara
se puso a llorar y si poder contenerse, empezó a besar su mano, mojándola de
lágrimas.
-¡ Yo
te quiero, Hernán!- gritó, como si su
amor pudiera salvarlo.
Uno
de los compañeros la tomó del codo y la arrastró fuera del local.
Afuera
estaba Mariela que se le acercó y empezó a sacudirla por los hombros, con
rabia.
-¿
Qué hablaste con él? ¿ Qué te dijo?
-¡
Nada! No me dijo nada- le contestó y se
alejó llorando.
-¡
Mentirosa! ¡ Algo tuvo que decirte
cuando estuviste adentro!
No le
hizo caso y se afirmó en la muralla. A
lo lejos, se escuchaban los gritos de la marcha que se iba disolviendo sin
alcanzar su objetivo. Y la sirena de la
ambulancia.
Al
carabinero ya se lo habían llevado. La calle había quedado desierta y todas las
cortinas del comercio estaban bajadas. La poza de sangre ya se había coagulado
sobre el pavimento.
Sara
se preguntaba qué pasaría con Hernán. Pronto llegarían a detenerlo. O quizás su familia, que era poderosa, lo
escondería y lo sacaría del país antes de que eso pasara...
Se
fue por las calles, caminando sin rumbo. Todo el tiempo creía ver ante sí la
cara de Hernán, tan buenmozo y tan pálido. Con esos ojos vacíos clavados en la
muralla.
Pensó
como dos vidas habían quedado destruidas en un instante.
Nunca
más volvieron a verlo. Y la cosa acabó por olvidarse.
Espero que esto nunca suceda querida Lily, ya sabes que las marchas estudiantiles están cada vez más violentas. Me quedé pensando en la razón que hizo que él disparara, tal vez, lo aprendido en el Ejército fue más poderoso, allí se les enseña a responder con una bala antes que buscar la contención.
ResponderEliminarAbrazos para ti.
Tan entretenida como siempre. Que tenga buena semana, Lily y un enorme abrazo
ResponderEliminarQuerida Taty, creo que lo que hizo el personaje fue un acto de autodestrucción. Canalizó todo su odio en ese acto, porque se sentía fracasado y rechazado por sus padres y por la sociedad.
ResponderEliminarYo conocí a esa persona y yo fui Sara, la enamorada de él, pero no llegó a esos extremos, afortunadamente.
Pero todo en él trasmitía desprecio y autodestrucción.
La juventud se enamora por la farte fisica de una parsona,y a veces les puede ocurrir como a la eroina de tu cuento
ResponderEliminarComplejo es entender de verdad lo que se anida en un corazón
ResponderEliminarmás aún en un joven que se rebela y se desajusta con todo lo que le rodea.
Sabemos que el odio y el desprecio nunca termina bien
al fin vives en un eterno calvario.
Gusto de saludarte amiga
He estado muy ocupada , ahora ya sali de vacaciones
y también bastante delicada de salud, que unido todo
me deja de poco aliento para muchas cosas...
te dejo un gran abrazo.