Roberto
hizo un alto en la lectura de los procesos que le habían asignado para que los
revisara y pensó que se aprovechaban de él porque era joven y estaba haciendo
recién su práctica en abogacía.
Siempre
su escritorio estaba repleto de carpetas y papeles, mientras los otros abogados
ya recibidos ventilaban su ocio junto a la máquina de café.
Llevaba
meses en el Estudio y su profesión ya le parecía árida y cansadora.
Se
imaginaba un caso sensacional en el que tomaría parte como defensor y se haría
famoso. Pero eran sueños nada más y
sospechaba que su carrera sería oscura y sin emociones.
Desganado,
sacó un libro del estante para hojearlo mientras se relajaba. Era un tomo muy
pesado. Parecía de Leyes, pero sorprendido vio que eran "Las obras completas de Franz
Kafka" .
Empezó
a leer sin gran entusiasmo , pero lo interrumpió el sonido estridente de la
campanilla. Todos se habían ido ya, así
es que fue a abrir, pensando que sería alguno de los abogados que había
olvidado algo.
Pero,
en el umbral había un joven flaco y demacrado, que lo urgió a que lo dejara
pasar, porque tenía que hablarle del trance angustioso en que se encontraba.
Se
dejó caer en un sillón frente al escritorio y se presentó como Joseph K.
Roberto
lo miró sorprendido, porque estaba seguro de haber leído ese nombre en el libro
que sostenía en sus manos. Le pareció una coincidencia por demás extraña...
Y
habría creído que era una broma si no hubiera visto lo pálido que estaba el
hombre y la angustia que mostraba su mirada.
-¡
Explíqueme qué le pasa!- lo urgió a empezar su relato.
-¡
Estoy en un grave problema! Ayer se
presentaron unos funcionarios en mi casa y entraron a mi dormitorio cuando
recién me despertaba. Se identificaron como agentes de la Ley y me dijeron que
estoy en calidad de acusado...
-Pero
¿ de qué?
-Eso
es lo que no sé. Guardaron silencio ante mis preguntas y me dijeron que estoy
en libertad provicional mientras se desarolla El Proceso.
-Y
usted quiere que yo lo asesore...
El
joven asintió con la cabeza y lo miró dudoso, como si no se hiciera muchas
ilusiones sobre su capacidad profesional.
Roberto
se sintió molesto y le habló con acrimonia:
-Para
poder actuar, necesito sus datos. Su domicilio por favor...
-¡ El
Castillo, por supuesto!- le respondió con impaciencia, como si fuera un hecho
tan evidente que la pregunta estuviera de más. Y le señaló una mole gris que se
perfilaba tras la ventana.
-¿ Y
qué trabajo desempeña ahí?- le preguntó Roberto mientras pensaba que nunca
antes había visto ese edificio.
-Todavía
no lo sé. Me contrataron como agrimensor, pero llevo varios días luchando por
hablar con el dueño. Quiero que me aclare cuales son mis obligaciones...Aun no
consigo ubicarlo.
A
Roberto le parecía cada vez más insólita la situación de su cliente y el joven,
por su parte, se revolvía en el asiento, cada vez más angustiado. Se tiraba los mechones de pelo como si
quisiera arrancárselos y era evidente que se hallaba al borde de la desesperación.
-¡ He
llegado a creer que no valgo nada!- gimió- ¡ Es tal mi enseguridad en mi
mismo y en todo, que temo despertar un
día convertido en cucaracha!
Y
mientras hablaba, su rostro empezó a oscurecerse y su cuerpo a deformarse,
adquiriendo el aspecto de un enorme insecto.
Aterrado,
Roberto lanzó un grito y despertó. El
libro se había caído al suelo con estrépito.
Lo
recogió y luego lo apartó lejos, con disgusto.
¡
Vaya lectura que había elegido para relajarse!
Buenos días, Lily... qué entretenidos son siempre tus relatos. Un beso grande desde España calurosa
ResponderEliminarEn verdad un cuento extraño, raro un extravió mental de Roberto de inicio a fin. Como recién recibido de abogado no sabe donde está parado y el fantasma que aparece no sabe cual es su situación y decide transformarse en cucaracha. Me pareció cómico y me reí algo. Siento que es una travesura tuya, o es una parodia de metamorfosis de F.K. Un abrazo.
ResponderEliminarQuerido Luis, este cuento solo puede ser entendido por los lectores de Kafka. Se fusionan en él tres novelas: El proceso, que trata de un hombre que es enjuiciado y condenado sin saber cual es su culpa, El castillo que trata de un agrimensor que nunca puede desarrollar su labor en un castillo en el que nunca se tiene acceso a la autoridad y La metamorfosis, donde Gregorio Samsa se trasforma en cucaracha. Como ves, no es una travesura sino un cuento en clave.
ResponderEliminarDesde luego que sí, si quieres relajarte mejor escuchar música suave y leer algo ameno.
ResponderEliminarCon Kafka hay misterio, intriga y terror, nada relajante.
Preciosa Lilly, voy a repasar lo perdido, porque ando un poco lenta.
Un abrzo.
Ambar
Amiga escritora,este último relato,posee,cultura y saviduria.
ResponderEliminarPoco a poco te estás superando
Lily, como dice Juan, con cada relato te vas superando a ti misma. Felicito tu ingenio. Un regalo para los lectores de Kafka.
ResponderEliminarUn gran abrazo para ti.
Me gusta eso de imaginarse tantas cosas que a uno la sorprende a medida que avanza la historia
ResponderEliminarno se mucho del cuento de Kafka, pero a ti este te ha quedado genial...
estes muy bien!
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No he venido antes pues anduve fuera de casa y lejos de las redes.
abrazos.