Te
recuerdo como eras en el último Otoño.
Eras
la boina gris y el corazón en calma.
De
los "Veinte poemas de
amor" de Pablo Neruda, el número seis era el preferido de Mario.
Lo
había leído infinidad de veces a lo largo de su adolescencia y la chica de la
boina gris, Ernestina, la musa del poeta, había adquirido en su mente una
imagen definida .
En el
Liceo, la dibujaba una y otra vez en el margen de sus cuadernos. Y siempre,
aunque no se esforzara, le resultaba la
misma cara, como si la estuviera copiando de una fotografía.
Una
cara bonita y melancólica... El pelo
oscuro rodeando sus mejillas, la boina inclinada sobre una ceja...Le gustaba
dibujarla bajo un árbol del parque. Las hojas secas caían a su alrededor y las
luces del crepúsculo llameaban en sus ojos, tal como decía el poema.
Estaba
enamorado de ella y fantaseaba pensando que con la fuerza de su amor lograría
traerla a su vida.
Pero,
de todos modos, no estaba preparado para lo que pasó una tarde.
Iba
sentado en un vagón del Metro, con la vista fija en la oscuridad, tras el
vidrio. De pronto, sintió que alguien se había sentado frente a él y lo estaba
mirando.
Al
devolver la mirada, creyó soñar. Frente a él estaba sentada Ernestina, tal como
él la dibujaba en sus cuadernos.
Ella
sonrió un poco irónica al notar su desconcierto.
-¡
Hola!- lo saludó con desplante- Tanto has pensado en mí que no tuve más remedio
que venir a encontrarte.
-Pero,
entonces, eres realmente...
-Sí,
soy la chica de la boina gris, la del Poema Seis. Pero no creas que tengo el
corazón tan en calma. Desde que Pablo me dio a conocer en sus versos, he
inspirado tantas pasiones que estoy agotada.
Mario
la miraba callado, sin saber qué responderle. ¡El, que en secreto le había dirigido tantas palabras de
amor!
- De todas maneras- continuó ella- nunca
había tenido un enamorado tan fiel como tú. Ni siquiera el mismo Pablo...Su
pasión ardió y se deshizo, igual que las hojas secas.
-¡
Ernestina! - logró articular Mario, con voz apasionada- ¡ Dime que no te
irás! Que te quedarás conmigo...
-
Hoy,sí. Me quedaré contigo. Iremos a ver
las hojas de este " último Otoño".
Bajaron
juntos en una estación cercana al parque. Caminaron en silencio, envueltos en
la bruma. Las hojas caídas parecían crepitar bajo sus pies y los charcos
copiaban las luces del crepúsculo.
De
pronto, ella lo abrazó y le susurró al oído:
- ¡ Adiós! ¡ Ahora debo irme!
En la
penumbra del anochecer, la vio dirigirse a una callecita corta de veinte casas.
Se detuvo frente a la casa que llevaba el número seis y antes de entrar, agitó
la mano en señal de despedida.
Mario
se alejó preguntándose si todo había sido un sueño, un producto de su
imaginación afiebrada.
Regresó
al día siguiente a la misma hora y buscó en vano la calle corta y la casa.
Pero
siguió abriendo el libro de los veinte poemas en el número seis y recitando sus
versos como una invocación:
"Tu
recuerdo es de luz, de humo, de estanque en calma"
Estaba
seguro que ella, desde algún lugar mágico suspendido en el tiempo, lo
escuchaba. Que su nostalgia la llevaría de vuelta a su vida...Y que un día,
cuando volviera el Otoño, ella regresaría también.
Tus nostalgias,junto a tu buen humor consiguen hacer esos bonitos cuentos
ResponderEliminarNo intentes cambiar tu forma de escribir,son profundas,da que pensar,y son muy divertidas
ResponderEliminarHermosa manera tuya de evocar a Pablo y sus creaciones que sabemos eran sus propias vivencias...de amores de abandono tuvo mas que de cobijos...asi son los poetas dicen ,algo deschabetados ....
ResponderEliminarComo sea al menos tu protagonista tuvo ese amor para vivir enamorado...mejor eso que nada ,tal vez...
Gracias por estar en mis palabras....besos
Poema 6 linda elección tuya. Romántica, nostálgica, ese empeño humano de querer revivir, lo que ya fue, esos bellos momentos. Con tu innata imaginación rescatas en Ernestina el pasado. Me gustó hiciste que recordara los amores de l adolescencias. Un abrazo
ResponderEliminarUna bella forma de recordarnos el poema seis de Pablo. Tu imaginación no tiene límite querida Lily...El comentario de Magdeli me hizo reír, aquello de que los poetas son algo deschavetados, ja ja. No es tan así, lo que ocurre es que la poesía es territorio abierto para labrar desde la experiencia personal y, algunos tienen mucho que contar.
ResponderEliminarUn gran abrazo para ti.