Todas
las tardes, Julio pasaba a buscar a Paula a su oficina y se iban de la mano,
recorriendo lentamente las calles, en la frescura del atardecer.
Paula
lo amaba, pero sentía que él no la quería de igual manera.
Como
una niña, le preguntaba una y otra vez:
-¿ Me
quieres? ¿ Me quieres? hasta cansarlo y
ver aparecer en sus labios un gesto de fastidio.
Entonces Paula cambiaba de tema, temerosa de
que su insistencia lo alejara de ella, pero seguía sintiendo en su corazón un
vacío, un hambre de cariño que nada lograba calmar.
Un
tarde pasaron frente a un pequeño bazar.
En la
vitrina había una multitud de objetos: muñecas, pañuelos de vivos colores,
cajitas de material diverso... Pero en el centro, atraía la atención una bandeja
de terciopelo en la que brillaban varios anillos de fantasía.
-¡
Mira, Julio! ¡ Qué lindos ! ¡Sobre todo ese con la piedrecita roja!
El la
miró y sonrió con la paciencia tierna que se tiene con una niña caprichosa.
-¿
Quieres uno? Entremos, entonces.
Paula,
sin vacilar, pidió el anillo de imitación rubí.
-¡
Qué niña tan intuitiva!- observó la vendedora-
Parece que adivinó que ese anillo es mágico...
Julio
la miró con fastidio:
-
¡Espero que no esté inventando ese cuento para subirle el precio!
La
mujer se rió, pero en su boca se insinuó una mueca desdeñosa.
-No,
de ningún modo. Solo estoy diciendo la verdad, pero la magia de ese anillo solo
la perciben los verdaderos enamorados.
Molesto,
Julio se volvió hacia Paula.
-¿ Te
lo quieres probar?
Ella
se lo puso y sintió que resbalaba en su
dedo con facilidad, pero luego le pareció que se apretaba de pronto, hasta casi
hacerle daño.
No le
dijo nada a Julio, por temor a que éste desistiera de comprárselo.
La
piedra de imitación rubí lanzaba destellos como si llameara y parecía una joya
de verdad.
Paula
salió feliz del bazar y Julio no lamentó el gasto de unas pocas monedas. Al
contrario, pensó que ese regalo la mantendría calmada unos días y a él lo
liberaría de sus eternas exigencias de una muestra de amor.
Esa
noche, Paula intentó sacarse el anillo, pero lo sintió tan ajustado en su dedo,
que desistió de hacerlo y durmió con él.
No
podía olvidar lo que había dicho la vendedora, que el anillo era mágico. ¿
Sería por eso que se había apretado tanto que ya no se lo podía quitar ? ¿ Y si fuera un anillo que concedía los
deseos de quién lo llevaba?
Si
así fuera , ella le pediría que Julio la amara como ella lo quería a él. Y que
su amor durara para siempre...
Se
durmió perdida en sus fantasías y al día siguiente despertó pensando en el
anillo.
A la
hora de la colación, salió presurosa de su oficina y se encaminó al bazar.
Acodada
en el mostrador, estaba la vendedora.
-Señora-
le pidió Paula, un poco avergonzada, temiendo que se riera de su ingenuidad-
Quisiera que me explicara lo que dijo ayer sobre el anillo...Que es mágico...Se
me ha apretado tanto que no me lo puedo sacar.
- Es
cierto que es mágico, niña. Yo lo llamo El Anillo del Desamor.
- ¿ Y
qué significa eso?
-Que
no podrás quitártelo mientras el que te lo regaló te siga amando. Pero, si un
día te traiciona, se soltará de tu dedo con total facilidad. Entonces sabrás
que ya no te quiere.
Paula
la miró asustada.
-Pero,
¿ de qué te preocupas? - se rió la vendedora- ¿ Acaso no estás segura de su
amor?
Llévalo
con toda confianza... y sé feliz....mientras puedas.
Esto
último lo agregó con un dejo de crueldad que a Paula no le pasó desapercibido.
Salió
del bazar intranquila. Y todos los días,
de ahí en adelante, se encontró comprobando
a cada instante si el anillo estaba más suelto en su dedo. Si ya no se ajustaba tanto que le impidiera
quitárselo...
Se
serenaba al notar que nada había cambiado. Que seguía firmemente apretado a su
piel. Y aunque Julio era poco
expresivo, seguía yendo a esperarla cada
tarde y le reiteraba su amor cada vez que lo interrogaba.
Hasta
que empezó a notarlo diferente.
Cuando buscaba su mirada, sus ojos rehuían los
suyos y el mohín de fastidio aparecía con mayor frecuencia en sus labios,
cuando le preguntaba si la quería.
-¡
Por favor, Paula ! ¿ No te demuestro de mil formas que te amo ? ¿ No satisfago todos tus caprichos? Ese anillo, por ejemplo...
En
ese preciso instante, el anillo resbaló del dedo de Paula y cayó en la vereda,
tintineando.
Ella
se quedó inmóvil, mirándolo espantada.
Pero Julio se agachó a recogerlo y quiso volver a ponérselo.
Ella
retrocedió con expresión acusadora y escondió
las manos tras la espalda, rehuyendo su contacto. Estaba pálida y temblaba visiblemente.
-¿
Qué te pasa? ¿ Por qué no quieres
ponértelo?
-Ya
no lo quiero, Julio. ¡ Quédate con él!
Y se
alejó llorando, sin que él hiciera ademán de seguirla.
Se
quedó parado en la esquina, dando vueltas el anillo entre sus dedos, quizás preguntándose qué hacer con él. Pero,
la piedra roja había dejado súbitamente de brillar. Ya no parecía un rubí
auténtico, sino una brasa apagada bajo las cenizas. El anillo entero había
perdido su esplendor.
Julio
lo encontró deslucido y ordinario y lo arrojó a un charco que había en la
cuneta.
Su
nuevo amor era más exigente...¡ A ella tendría que regalarle una joya de
verdad!
Nuevameente te felicido por esa historia de amor,tu imaginación,aconpañada por tu cultura te hace escribir.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
El amor,que a veces comienza con unas miradas,lentamente,la mutua atraccion aummenta,ellos creen encontrar sus paraisos,pero muy pocos terminan en paz,después solo quedan las nosgalgias
ResponderEliminarTus imaginaciones te hacen ver,aquello a lo que tus sentidos vuelan
ResponderEliminarEl temido cansancio y desazón en las parejas. El verdadero amor no necesita de palabras. El verdadero amor está y se siente.
ResponderEliminarAbrazos querida Lily.
Que dilema
ResponderEliminarsi todos poseyéramos esos anillos...
vaya! que a tiempo saldríamos de malos amores en el camino
...
aunque vivir en esa zozobra
no es ninguna gracia...
que pases un buen fin de semana...
abrazos!
Tus comentarios a esa fotografia son muy reales
ResponderEliminarla imaginación de mi amiga escritora le ayuda a que
ResponderEliminarsu poesia este presente en sus comentários
Un fuerte abrazo
Amor y desamor, cuanto inspiran esos dos sentimientos.
ResponderEliminarAyyyy, Lilly, si fuera posible lo que uno necesitar saber en ciertas ocasiónes, con anullo o sin el.
Me ha gustado este relato, por cierto que me gustan todos.
Gracias por siempre acordarte de mi.
Un abrazo.
Ambar