Era
noche de Viernes y Pablo había decidido salir a divertirse. Llamaría a Diego y
a Roberto y les diría que se juntaran en el bar de la esquina. De ahí se irían
de copas a otros lugares...La cosa era sacarle el jugo a la noche y pasarla
bien.
Pensó
que Silvia lo estaría esperando y por un instante sonrió con ternura al
imaginar su cara. Pero no, era Viernes y esa noche la quería para él, para
beber y olvidar todos los malos ratos de la semana.
Se
sentó en un sillón y miró la hora.
Todavía era demasiado temprano. El minutero del reloj de pared avanzaba
lento hacia las doce... Cerró los ojos un instante y sin saber como se quedó
dormido.
Al
abrir los ojos, vio una figura menuda semejante a un duende, que atravesaba
sigilosamente la habitación y se dirigía hacia la puerta.
Pablo
saltó del sillón y lo cogió de un brazo.
-
¡Ey! ¡ Un momento, amiguito ! ¿ A donde
crees que vas?
El
raro personaje, que no se sabía si era un viejo o un niño, lo miró indeciso.
Iba envuelto en un abrigo gris que casi le llegaba a los talones y un sombrero
de ala ancha le ocultaba la cara.
Pablo
lo sujetó firmemente y le preguntó:
-¿
Quién eres tú? ¿ Qué hacías en mi casa?
-Nada.
No hacía nada. Estaba preso en el reloj , pero ahora estoy libre. Soy la hora
que acaba de pasar, así es que mi trabajo terminó. ¡ Chao!
-¿
Cómo? ¿ Quieres decir que eres una parte del tiempo ?
-Sí,
yo soy las doce, pero ahora sonó la campanada de la una, así es que me voy.
- ¡ No! ¡Ni loco dejaría que te fueras ! Tú
eres una hora de mi vida y para colmo la perdí durmiendo. ¡ Me la tienes que
devolver!
-¡ No
puedo! ¡Ya no existo para tí ! Ahora soy dueño de mí mismo, así es que
suéltame de una vez....
-No,
me niego. Por tu culpa soy sesenta minutos más viejo, sin haber vivido en
realidad ni un segundo ni acumulado la más mínima experiencia. ¡ Me los devuelves o no te suelto más!
El
duende trató de zafarse de las manos de
Pablo, pero él lo sujetaba con rudeza.
Bajó
el ala del sombrero apareció una cara burlona y al mismo tiempo afligida.
-¡
Está bien! Pero sólo son sesenta
minutos...¿ En qué los quieres ocupar ?
-¿ Puedo pedir lo que quiera?
-Sí,
estamos fuera del tiempo, no lo olvides.
-Entonces,
llévame al pasado. ¡ Quiero estar con mis padres otra vez!
Al
instante, todo desapareció como borrado por un pincel de niebla. Se encontró en un atardecer de verano y lo
recibió el estruendo del mar.
Hundió
los pies en la arena y caminó hacia la orilla donde estaban sentados sus
padres, contemplando las olas. Al verlo llegar, lo saludaron con una sonrisa y
su mamá le hizo un hueco en la manta, para que se sentara a su lado.
Ninguno
de los dos le dirigió la palabra y Pablo tampoco dijo nada. Comprendió que ese
encuentro se efectuaba en una dimensión desconocida, situada entre el sueño y
la realidad.
El
sol cubría el mar con una pátina de oro y lentamente se fue hundiendo en el
horizonte, hasta desaparecer.
Pablo
sintió un tirón en la manga y se
encontró de nuevo junto al duende, en el living de su casa.
-Todavía
te quedan treinta minutos- le advirtió este- ¿ En qué los quieres ocupar?
-¡
Llévame al Futuro!
-¡
Cuidado! Estás corriendo un
riesgo....Puede que no te guste lo que veas.
-No
importa- insistió Pablo con terquedad.
Al
momento desapareció su entorno y se encontró en el parque, en un día de Otoño.
A lo
lejos vio a un anciano sentado solo en un banco. Se veía triste, mientras
fijaba la vista en los árboles desnudos.
Pablo
se sentó a su lado y con sorpresa, se reconoció a sí mismo en él. Vio su propio
rostro surcado de arrugas y su pelo encanecido.
-¿
Por qué estás solo aquí? - le preguntó- ¿ No tienes quién te acompañe?
El
viejo lo miró confiado, como si se conocieran de toda la vida.
- No,
no tengo a nadie. Pero yo tuve la culpa ¿ sabes? Por egoísmo me fui quedando solo. Tenía una novia que me quería y a la que yo
amaba también...Pero quería disfrutar la vida sin compromisos, no atarme a
ningún afecto...Y ya ves...¡ Ahora es demasiado tarde!
Se levantó
del banco y se alejó despacio, encorvado por la vejez y por las penas.
Pablo
cerró los ojos y no quiso ver más.
El
duende, a su lado, se mostraba listo para partir.
-Ya
tuviste tu hora extra. ¡ Ahora no te debo nada y me voy!
Y de
un salto, atravesó la puerta y desapareció.
Pablo
ni lo miró, sobrecogido por la imagen desoladora que había contemplado.
Se
sentó en el sillón, ya sin ganas de llamar a sus amigos para salir a
divertirse.
Mejor
me acuesto temprano, pensó. Y mañana,
apenas abra el comercio, iré a la
joyería a comprar un anillo...Silvia me ha esperado demasiado tiempo. ¡ Creo
que ya es hora de que siente cabeza!
Amiga escritora,esa fotografia se realizo en un cementerio de una pueblo de Andalucia,hace bastante años
ResponderEliminarEstimado (a) amigo(a) poeta
ResponderEliminarmi saludos respetuoso de siempre..
Me disculpo por no poder acceder a sus escritos...tengo muchos problemas con la red en mi hogar...donde escribo con calma y tiempo,cuando me doy a leer vuestras creaciones para poder comentarles con toda tranquilidad sus trabajos...
No se bien cuando podré tener acceso si dificultades.
Por ahora robo un tiempito a mi trabajo y les respondo aquí
espero me comprendan y ya llegaré a vuestras casas
con el aprecio de siempre!
Un gran abrazo!
Meulen!
Tu imaginación supera a tu cultura
ResponderEliminarTe felicito
Tu comentário a esa fotografia parace salir de una parte de tus sueños
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Eres una poeta muy romántica
ResponderEliminarSaludos
A veces pensamos en el pasado.
ResponderEliminarOtras veces nos imaginamos el incierto futuro.
Y de vez en cuando, nos centramos en el presente.
El reloj sigue su marcha sin echar la vista atrás.
El tiempo es oro.
¡Feliz fin de semana!
si todos supiéramos esto ...cuan diferente sería el mundoi personal y en ello el de los demás...
ResponderEliminarel egoísmo a veces hace que se llore en esa soledad de corazón...
te felicito amiga
tus escritos me dejan siempre una huella de esperanza cierta
después de todo somos aprendices permanente de la vida!
gracias por estar en mis huellas.
si todos supiéramos esto ...cuan diferente sería el mundoi personal y en ello el de los demás...
ResponderEliminarel egoísmo a veces hace que se llore en esa soledad de corazón...
te felicito amiga
tus escritos me dejan siempre una huella de esperanza cierta
después de todo somos aprendices permanente de la vida!
gracias por estar en mis huellas.