Juan
estaba seguro de tener un pacto tácito con la Muerte. No podía ser casualidad
que todos los que le hacían daño en alguna forma, murieran al cabo de un tiempo.
Era
un asiduo lector del obituario del periódico y cuando ante sus ojos saltaba
algún nombre odiado, sonreía con amarga satisfacción.
- ¡Me
humilló, se burló de mí - exclamaba- y ahora está muerto! En cambio, yo sigo vivo....
A
veces, el ofensor era alguien que había conocido en la infancia. Otro niño de la edad de él, que lo había
herido con sus mofas, hacía más de treinta años. Pero, Juan no olvidaba las ofensas. Su
corazón sangraba por muchas heridas
supurantes que no cerraban, hasta ese momento glorioso en que la Muerte le
hacía justicia, destruyendo a su enemigo.
Entonces,
Juan se sentía poderoso. Ya no era una gota más de agua turbia en el río que
circulaba por la ciudad.
-¡ Es
mi odio el que los mata!- pensaba- Soy
yo el que dirijo con mi mano la guadaña de la Muerte. Somos socios en el desquite. ¡ Nadie que me ofenda puede seguir viviendo!
Una
tarde se sentó en el paradero de buses de la esquina de su casa. Pensaba
dirigirse al parque a respirar un poco
de aire puro.
Notó
que a su lado estaba sentado un personaje extraño, no se sabía si era hombre o
mujer.
Vestía
un abrigo oscuro que le cubría hasta los pies y llevaba un sombrero de ala
ancha caído sobre los ojos.
De
vez en cuando, en la penumbra del anochecer, un destello de luz alcanzaba su
cara y la mostraba de una palidez terrosa. Los labios,por el contrario eran de
un vivo color rojo, como de sangre.
De
pronto, se movió un poco y Juan notó que
lo miraba de reojo y le sonreía.
-Perdón
¿ nos conocemos?- le preguntó
amablemente.
-¡
Por favor, Juan! ¡ Qué pregunta me
haces! Si soy tu amiga de tantos
años...La que te va limpiando el camino a medida que avanzas...¿ Acaso no me
has estado siempre agradecido de que haga justicia por tí?
-¿
Eras la Muerte, entonces?
-Por
supuesto ¿ quién otra ?
-No
me dirás que vienes a buscarme- insinuó Juan, asustado.
-No
todavía, amigo-se rió la Muerte- Estoy esperando el próximo bus, porque de él
se bajará alguien que me interesa....y que te interesa a ti también.
-¿ Un
enemigo mío, dices?
-¡
Claro! Es Pedro.
-¿
Cómo Pedro? Si él es mi mejor amigo...
-Eso
creías tú. Esta vez no has sido muy perspicaz al elegir tus amistades. Pedro se bajará en este paradero porque se
dirige a tu casa.
-No
entiendo...
-Te
digo que va a tu casa pensando que tú no estás.
Va a buscar a tu mujer porque piensan escaparse juntos esta noche...
En
ese preciso instante, se detuvo un bus en la esquina.
-¡
Mira ! Ahí viene.
Juan
vió bajarse a Pedro, llevando una maleta.
Ágilmente saltó de la pisadera hacia la calle, pero el bus retrocedió
bruscamente frente a otro que se le atravesaba y atrapó a Pedro bajo sus
ruedas.
Juan
escuchó un crujir de huesos y lanzó un grito.
La
gente corrió a presenciar el accidente y algunos sacaban fotos con sus
celulares.
El
chofer se bajó del bus, con el rostro contraído por el horror.
-¡ No
fue mi culpa!- gemía- Tuve que retroceder para no chocar con la otra máquina...
-Ya
ves-susurró la Muerte al oído de Juan- Te he librado de otro enemigo, de uno
del que ni siquiera sospechabas...Esta vez me adelanté a tus deseos. Ahora
tienes el camino libre.
Juan,
conmocionado aún, se dirigió a su casa.
Al
entrar, vio en el salón a su mujer, vestida de calle, como si se preparara a
salir.
Le
dijo con voz inexpresiva:
-Acabo
de ver morir a Pedro. Lo atropelló un bus en la esquina.
Notó
que toda la sangre parecía retroceder del rostro de ella, dejándolo de un
blanco grisáseo. Abrió la boca como si fuera a gritar y cayó de rodillas sobre
la alfombra.
Juan
pasó por su lado sin mirarla y se dirigió al dormitorio. Sobre la cama había
una maleta a medio llenar.
Con
calma, fue sacando los vestidos de su mujer y volviendo a colgarlos en el
closet.
Aún
se sentía impactado por la muerte de Pedro, pero sobre sus labios bailaba una
sonrisa.
No le desee la muerte a nadie,porque tus desgracias,las tiene en tu propia personalidad
ResponderEliminarEres escritora, eres poeta,y eres amiga de tus amigos,
ResponderEliminarTe felicito
Un fuerte abrazo
muy intrigante ...se parece a ese dicho que dice
ResponderEliminarque me sentaré en la puerta a ver el cadáver de mis enemigos...ops!
que tétrico tener conciencia de eso...no se
nunca se sabe ...
Amiga escritora,tu comentario a mi fotografia,es un canto a la vida,pero con mucha poesia.
ResponderEliminarCelebro te sigan gustando mis fantasias
Tu humor es salido de tu mente de escritora
ResponderEliminarUn fuuerte abrazo