Esta mañana, al salir de mi casa me pasó algo insólito. Me agarró una onda gravitacional que me sacudió como un costal de papas.
Sentí un chirrido en mis oídos y asustada, cerré los ojos. Cuando los abrí, comprendí que la onda había producido un doblez en el espacio-tiempo y yo había vuelto al pasado.
Me encontré caminando por una calle de Buin, donde pasé parte de mi juventud.
Hacia mi venía alguien que me había querido mucho y a quién yo había rechazado.
¡ Cuanto me había arrepentido después! Comprendí que se me ofrecía la oportunidad de corregir mi error.
Avancé hacia él, presurosa.
- ¡ Perdóname, amor mío!- le iba a decir- Me equivoqué... ¡ Solo tú me puedes hacer feliz!
Cuando ya casi estaba junto a él, otra onda gravitacional deshizo el doblez en el tiempo y me encontré de nuevo en la puerta de mi casa, en 2016 , sola y sin amor.
¡ Maldito Eisntein!- pensé- Pero, la verdad es que él no tiene culpa de nada.
Menudas odas, vaya un buen susto que nos pueden dar.
ResponderEliminarEsas sosas ocurren?
Un abrazo.
Ambar
No, qué va....No creo que pase. Pero si Einstein dijo que el tiempo no existe, que el espacio se puede curvar y cambiar el tiempo...Entonces, da para imaginar un cuento así. Gracias, Ambar, querida.
ResponderEliminarBueno, y ojalá asi fuera no?
ResponderEliminaral menos a mi me serviría para ver otra vez a alguien tan querido que perdí en mi temprana juventud
y nunca pudimos decirnos cuanto nos queríamos frente a frente
aunque yo se que después será la conjunción del amor eterno...
besos amiga!