Arturo
había incursionado en varias corrientes pictóricas.
Había
días en que sentía que el Surrealismo interpretaba mejor sus afiebradas
fantasías. Tomaba los pinceles lleno de inspiración....y se encontraba sin
querer imitando a Salvador Dalí.
Otro
día se levantaba convencido de que lo abstracto era lo suyo. Mezclaba colores
en su paleta, daba trazos vehementes
sobre la tela, seguro de su originalidad y sin saber como
se
veía enfrentado a una mala copia de Matta.
Lo
peor era que lo habían invitado a exponer una obra en una muestra colectiva de
talentos emergentes. ¿ Qué mandar?
Absorto
en esa disyuntiva , pasó a la casa de su amigo Vicente, que se dedicaba a la
fotografía artística.
Mientras
esperaba que su amigo se cambiara la camisa para que lo acompañara a la
cafetería, abrió distraído una carpeta llena de fotografías. Entre ellas, vio
la de una joven que lo dejó impresionado. Tan bonita era.
-¡Oye,
Vicente!- gritó en dirección al cuarto de baño- ¿ Quién es esta niña preciosa,
la que aparece junto a un piano?
-¡
Ah! Es Sofía. La hermana de un amigo.
¿Verdad que mata?
Arturo,
que precisamente se sentía cadáver, un cadáver enamorado, como dice el poema,
no respondió.
Pero
sin pensarlo dos veces, se echó la foto al bolsillo y decidió pintar con ella
un retrato.
¡ Ese
sería el cuadro que mandaría a la exposición!
En la
noche, antes de dormirse, contempló la foto con detenimiento. Era un rostro que
lo fascinaba. Ojos oscuros, piel blanca como un pétalo de magnolia y unos
labios delineados con la forma del arco de Cupido. ¡ Y ese arco le había
disparado una flecha, directo al corazón!
Al
otro día empezó su obra. Las líneas que trazó con delicadeza le devolvieron un
parecido innegable. ¡ Quizás después de todo ser retratista era su verdadera
vocación...!
Al
terminar, sintió con sinceridad, sin falsa modestia, que era un buen cuadro.
Irradiaba vida.La vida de ella ...Y transmitía pasión. La pasión de él, que se
sentía locamente enamorado.
Mandó
el retrato a la galería y fue acogido con entusiasmo. Le dijeron que lo
pondrían en un lugar destacado.
Lo
que Arturo ignoraba era que Sofía tenía un novio muy celoso.
Alguien
de la Empresa de Ingeniería Hidráulica donde él trabajaba, visitó la exposición y al otro día, se acercó a
felicitarlo.
-Braulio,
mi viejo - le dijo palmoteándolo - ¡ Qué preciosa está tu novia en el retrato
que vi en la Galería Ready !
-Te
equivocas- respondió Braulio, molesto- Sofía no ha posado para ningún retrato.
¡ Yo lo sabría! ¿ No crees?
Al
verlo tan ofuscado, el amigo cambió de tema.
Pero,
Braulio no quedó tranquilo. A la salida del trabajo se dirigió a ver la
exposición y quedó estupefacto al comprobar que, efectivamente, era el retrato
de Sofía.
Se
quedó mirando ese rostro tan amado y le pareció que sus ojos miraban de un modo
diferente. Profundo y apasionado.
¡ A
mí nunca me ha mirado así!- exclamó, entre entristecido y celoso.
Al
día siguiente, llevó a Sofía a la exposición y sin decir palabra, la empujó
hasta dejarla frente al cuadro.
Ella
se quedó pasmada. Se vio a sí misma, idealizada y embellecida por alguien
que ella desconocía.
-¡ Me
debes una explicación!- rugió Braulio, con voz desconocida, tal era la rabia
que lo dejaba ronco.
-¿
Por qué no me dijiste que habías posado para este retrato? ¿ Quién es el pintor? ¿ Donde lo conociste?
-Pero,
si no he posado jamás para este cuadro...
-¡No
mientas, Sofía! Basta ver la forma en
que te pintó para saber que está enamorado de ti. Y esa mirada tuya...¿ En qué
pensabas mientras te estaba pintando?
Sin
darse cuenta, le apretaba el brazo hasta hacerle daño.
Ella
se soltó bruscamente y lo miró con
frialdad.
-Mira,
Braulio. Si te digo que ignoro el origen de esta pintura, te estoy diciendo la
verdad. Es insultante la forma en que dudas de mi. No es la primera vez que me
fastidias con tus celos. Pero ésta será la última...
Y
volviéndole la espalda, se alejó por entre el público. Braulio, pálido, no atinó a seguirla.
Sofía
estaba intrigada y al día siguiente, volvió a la Galería.
Casualmente
estaba allí Arturo, recibiendo complacido las felicitaciones del público.
Sofía
se plantó frente a él y le dijo, furiosa:
-¡
Por tu culpa rompí con mi novio! ¿ Se puede saber cómo mi retrato llegó hasta
aquí ?
Arturo
le explicó toda la historia, que no era en el fondo otra cosa que la historia
de su amor.
-
¡Perdona si te perjudiqué! ¿ Quieres que
le explique a tu novio?
Ella,
que lo había mirado atenta mientras hablaba, fue distendiendo su ceño fruncido
y terminó por reírse.
-¡ No
vale la pena! ¿ Sabes? ¡ Creo que después de todo, me hiciste un
favor!
linda historia estimada...
ResponderEliminarlos pintores como los poetas en general son idealista
y me gustó al final que por esa situación la mujer se de cuenta
que no puede estar al lado de alguien que la hiera...
abrazos!
Lo que opina Magdeli es una gran verdad. Todo aquel/aquella que pinta, escribe o realiza cualquier trabajo relacionado con el Arte es un soñador. Se necesita estar en las nubes para atrapar la belleza de las palabras y de los colores. Te lo dice una que pasa colgada de sus rabos.
ResponderEliminarAbrazos querida Lily.
cuanto arte y dulzura encierra tu blog con tus palabras
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