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domingo, 16 de octubre de 2022

LA IMPOSIBLE.

Era Otoño y en el aire había una suave bruma, la tarde que Javier la vio por primera vez. Estaba sentada en un banco del parque, serena y erguida, como si esperara a alguien.

Él no se atrevió a aproximarse, pero permaneció algo alejado, mirándola, porque era tal su belleza que no podía apartar los ojos de su cara.

Se sentó en un banco , esperando ver llegar a su acompañante, pero ella permaneció sola, mientras los últimos rayos del sol parecían arrancar llamaradas de las hojas secas.

Luego, se levantó del banco y se alejó sin dirigirle  una mirada.

Javier volvió al día siguiente  con la esperanza de encontrarla y no podía creer su buena suerte, cuando la vio sentada en el mismo banco. Esta vez, la mujer clavó en él unos ojos fríos, grises e inexpresivos y luego los desvió, como si no lo hubiera visto. El perdió toda esperanza de poder hablarle, pero, al igual que la tarde anterior, permaneció observándola desde lejos. Su rostro era pálido y lo rodeaba una espesa cabellera rojiza, del color de las hojas secas.  También el sol parecía arrancarle llamaradas, al filtrarse entre las ramas.

Sus labios se curvaban en un leva gesto de ironía, como si le divirtiera la admirativa contemplación de Javier. Pero no había en ella ningún gesto alentador, ninguna señal invitadora.

Al tercer día, Javier no pudo contenerse más. La  misma atmósfera onírica que envolvía a la mujer le dio valor para acercarse. Pensó que estaba viviendo un sueño y no vaciló en hacer algo, que despierto no se habría atrevido a intentar.

Se acercó directamente a ella y le rogó:

-¡ Por favor, dime quién eres!

Ella alzó hacia él sus ojos inexpresivos y una luz fría, como la que atraviesa un pedazo de hielo, emanó de su cara.

-Soy la Imposible.

-¿ Qué dices?

-Lo que escuchaste. Soy la Imposible, la que no te puede amar.

Javier se dejó caer en el banco, a su lado y tomó su mano fría. Ella la retiró sin apuro. Se diría que disfrutó por un instante el placer de ver su cara contraída por la pasión.  Luego, sus rasgos se endurecieron y levantándose del banco, lo empujó lejos de sí.

-Veo que no has comprendido. ¿ Por qué insistes en tu deseo vano? Yo soy la que nunca podrás tener.

Javier se obstinó en seguir acudiendo al parque. Ella siempre estaba ahí, pensativa y remota. Al verlo, no hacía ni un gesto, pero por sus ojos pasaba una chispa de burla, como si le dijera:

-  ¿Aún no te cansas?  ¿ Todavía estás aquí?

El no cejaba. La pasión insatisfecha le destrozaba el corazón, como si un tigre afilara sus garras en él.  Hasta que una tarde, vio que ya no estaba.

 Día tras día la buscó en vano por el parque desierto, pero ella no volvió.

Cada tarde regresaba al mismo lugar y vagaba alrededor del banco vacío. Se quedaba ahí, con los ojos fijos en las sombras crecientes, como si la fuerza de su amor pudiera lograr que la figura de ella se materializara.

Pasaron semanas. Llegó el invierno. Y una tarde, creyó ver desde lejos una figura sentada en el banco que antes ocupaba ella.  Corrió hasta allá, sintiendo que su corazón pugnaba por escapársele del pecho.

Pero se trataba de una mujer desconocida.

Una joven de rostro dulce, que al verlo acercarse sonrió, como si hubiera estado esperándolo. Con un leve gesto de su mano, lo invitó a sentarse junto a ella. 

Javier la miraba asombrado. Era tan hermosa como la otra y tan parecida, que podrían haber sido hermanas.

-¿ Quién eres?- le preguntó.

-Soy la que te ama y a la que podrías amar. Junto a mí no conocerás ni la decepción ni el olvido. 

Pero Javier, apartándose de ella bruscamente, miró a su alrededor, en inútil búsqueda.

-Pero ¿ dónde está la Imposible? ¡ Es a ella a quién ansía mi corazón!



6 comentarios:

  1. Típico del hombre actual...obnubilado por la belleza y no por la grandeza de un corazón...cada quien tiene lo que se merece y es bien sabido y como se señala aquí, que cada quien es dueño de esa elección.
    Abrazos.

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    1. Tienes razón, Meulén. Y siempre lo difícil es lo que más cautiva. Pero cuando es imposible, hay que vivir con la decepción.

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  2. Mi comentario tal vez haya ido a tu spam, amiga...

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    1. Tu comentario solo apareció en mi correo. Siempre tan certero. Buscar lo imposible mantiene viva la ilusión.

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  3. Cuando no ha tilin, no hay tilin. Y además siempre es mejor elección lo imposible. Así si fallas , no es culpa tuya. Él hizo todo lo que pudo
    Abrazo grande Lillian

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    1. Tus comentarios son una sonrisa segura para mí. Y tienes razón, lo imposible es lo mejor. Nunca sabrás lo que hubiera sido y podrás mantener la ilusión. En cambio, si llegas a obtenerlo....probablemente lo vas a lamentar.

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