- Quieres que te hable de Letizia...¿ Y qué podría decirte? Creo que llegué a conocerla tan poco como tú.
- Pero ¿ como? Si fue tu esposa por más de tres años...
-Sí, amigo. Pero, siempre fue un enigma para mí. Tenía una sonrisa extraña, indescifrable. Si los gatos sonrieran, lo harían como Letizia...
- Te refieres a ella como si no la hubieras querido.
-Te equivocas. La quise locamente, pero nunca logré llegar a ella. Mi amor parecía estrellarse siempre contra un muro.
- ¿ Crees que ella no podía olvidar a ese novio que tenía, a Lorenzo?
-Pienso que esa fue la razón por la que se aisló de todos. Cuando él murió en ese absurdo accidente de motocicleta, ella pareció derrumbarse.
-Me acuerdo de la misa fúnebre. La sacaron casi desmayada, cuando se abrazó al ataúd sin querer soltarse...
- Sí, fue una escena tremenda. Y después desapareció durante siete u ocho meses. Salió fuera de Santiago y nadie sabía donde estaba. Yo seguía enamorado de ella e iba siempre a rondar su casa...
-Y ¿ qué hiciste cuando volvió a Santiago?
- Empecé de a poco a frecuentarla. Fui acercándome a ella, siempre tratando de no tocar el tema, respetando sus sentimientos...Tenía la esperanza de que fuera olvidando o que al menos se calmara el dolor de su duelo. Al cabo de un tiempo, le pedí matrimonio.
-¿ Y qué pasó?
-Al principio, me dijo que no. Pero, seguí insistiendo con paciencia y al final logré que cambiara de idea.
-Acuérdate que yo fui a la fiesta.... A ella la vi serena, se notaba contenta...Y tú ¡ no he visto a un tipo más feliz en toda mi vida!
-Sí, yo tenía ilusiones. ¡ Estaba tan ciego! A pesar de que notaba que mi amor parecía chocar contra una pared de reserva, de reticencia fría...Cuando volvía del trabajo, nunca estaba en la casa. - Me fui a caminar un rato- decía- A tomar aire. Y no la sacaba de ahí.
- ¿Empezaste a dudar de ella ?
-No, no era eso. Pero sentía que en su vida había un misterio que la distanciaba de mí. Para que las cosas mejoraran, le pedí que tuviéramos un hijo.
-¿ Y qué te respondió?
-Se puso pálida y me apartó con un gesto de rechazo. Dijo que no, que no quería tener hijos.
Entonces, empecé a seguirla, a espiarla cuando salía de su oficina. Noté que siempre tomaba un bus que la llevaba a un barrio periférico...
-¿ Y qué descubriste?
-La seguí de lejos hasta que llegó a una casa. Sacó una llave, pero la puerta se abrió antes.
Salió una mujer con delantal blanco, precedida de un niño de unos cinco años.
- ¡Mamita! ¡ Viniste !- gritó y hundió la cara en los pliegues de su vestido.
-¡ Lorenzo! Mi amor- exclamó ella y abrazados entraron a la casa.
Más que ciego, no quería ver que esa historia no podía terminar bien...
ResponderEliminarBueno alguien que elige vivir así sin decir verdad no puede pretender que no tenga consecuencias esas acciones...
ResponderEliminarEspero estés muy bien.
Abrazos
Hasta los que uno cree conocer y más cercanos llegan a ser los que menos has conocido en realidad.
ResponderEliminarEl leerte es una delicia para adentrarme en tus sentimientos
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