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domingo, 21 de marzo de 2021

RECORDANDO A LUCY.

Julio recordaba nitidamente la primera vez que fue a su casa.

Primero la había llamado desde un teléfono público, luchando con las monedas que se le caían y su timidez adolescente.

Cuando supo que ella lo esperaba, se atrevió a subir a su departamento.

Le abrió su mamá y pareció sorprendida. Por un momento dirigió su mirada hacia las manos de Julio. Tal vez pensó que era el chico del almacén, que le llevaba algún pedido...

Pero Lucy salió de improviso de su dormitorio, con una boina de lana y  enfundada en un abrigo gris. Lo tomó de la mano y lo arrastró hacia la escalera.

-¡ Vuelvo pronto, mamá!- gritó por sobre su hombro.

Luego lo miró a la cara y soltó una risita entre satisfecha y burlona:

-¡ Así que viniste!

Julio sentía las piernas flojas  pero al mismo tiempo lo embargaba una felicidad embriagadora.  Y en ese mismo instante supo que  ya estaba entregado por completo a lo que ella quisiera hacer con su vida.

Cuando bajaron a la calle, desde el café de la esquina surgía a todo volúmen la canción de Carl Dobskin:  " Mi corazón es un libro abierto".

Se le quedó grabado ese detalle, como muchos otros relacionados con ella...

¿ Qué había sido Lucy para él?  Quizás la puerta de entrada a su vida adulta, con todos sus violentos anhelos y su melancólica añoranza.

No.  Había sido más bien un largo pasadizo entre su adolescencia y su madurez, que él había recorrido atado a ella. Lleno de luces y sombras, de música y silencio, de tormento y de euforia.

Su romance había sido muy corto. Solo duró hasta el último año de la enseñanza media. Pero le había quedado indeleble en el olfato el aroma que emanaba de ella, una mezcla de la tela de su abrigo mojado por la lluvia y de polvos compactos " Angel Face". 

A fines de ese año, los dos rindieron la prueba para entrar a la Universidad. Lucy quedó inscrita en una sede de provincia, Julio en la capital. Así fue como sus caminos se separaron y la presencia de ella  se convirtió en un evanescente fantasma que rondaba sus días.

Pasó el tiempo. ¡ Treinta años en total, consagrados a su recuerdo!  A seguirla con la imaginación, a fantasear con encuentros y diálogos que no se produjeron jamás.

Supo que se había casado con Jaime, un amigo común.

Pero siguió caminando por la vida amarrado a su nostalgia, viéndola siempre como había sido entonces... En esos días en que era su amada, la chica de la boina de lana, tan delgada dentro de su abrigo gris. Frágil en apariencia pero fuerte, dulce pero tiránica.  ¡ Querida Lucy!  ¿ Como fue que te perdí?

Un día se le ocurrió ir al departamento donde aún vivía la madre.  La llamó por teléfono y le dijo que tenía hacía años un libro de Lucy y que lo quería devolver. Un tonto pretexto,  pero la anciana no demostró extrañeza.  

  ¿ Le parecería bien, señora, que me dejara caer por ahí esta tarde?

   Quedaron a las cinco...

¡ Con qué emoción volvió a subir la escala hasta el cuarto piso!   En cada peldaño parecía surgir una expresión de Lucy, un mohín caprichoso, un beso esquivado por ella con petulancia infantil.

Le abrió la puerta una anciana pequeña, vestida de negro y lo hizo pasar con un gesto afectuoso. Tal vez Julio era una visita inesperada que venía a acompañar su soledad.

Se dirigió a la cocina y reapareció casi en seguida con dos tazas de té.

Julio le entregó un libro cualquiera, sacado de su biblioteca.  Ella le habló de Lucy.

Pero él apenas la escuchaba. No quería saber...Para él, Lucy seguía teniendo dieciseis años y la vida, con sus prosaicos sucesos no podía alterar aquella imagen.

Mientras la madre hablaba, Julio recorría con la vista el departamento. ¡ Todo estaba igual! 

En un rincón el piano, donde Lucy tocaba con un dedo " la polka de los perros", el reloj con un carillón que anunciaba cada cuarto de hora y ese cuadro pintado por una tía, ingenuo y feo, con una barca entre juncos y un atardecer convencional...

Julio llevaba varios años casado también y ese largo período consagrado a su recuerdo habían sido como una doble vida.  Como una existencia paralela desarrollada en un comarca azul,   donde  habitara la nostalgia y donde todos  permanecieran  siempre jovenes, como en el país de Nunca Jamás. 

Una tarde,  tiempo después de aquella visita, estaba parado en una esquina con Diego, un amigo de la juventud.  Había sido compañero de Lucy y de él en el Liceo y habían continuado viéndose esporádicamente a lo largo de los años.

Entre los escaso transeúntes que circulaba a esa hora, vieron venir hacia ellos a una mujer de mediana edad, de aspecto muy corriente y rostro avejentado.

Julio notó que los miraba fijamente, como esperando que la saludaran. Cuando pasó junto a ellos, Diego esbozó una sonrisa y se quitó el sombrero.

Como no sabía quien era, Julio hizo una inclinación de cabeza y apartó la mirada.

Por el rostro de la mujer cruzó una expresión extraña, mezcla de ironía y desdén.

Pasó de largo y se perdió entre la gente.

-¡ Qué cambiada está! ¿ No crees?- comentó Diego.

-No sé quién es, no sabría decirte...

-¡ Es Lucy!  ¡ Por favor!  ¿Es que ya no la recuerdas? 





6 comentarios:

  1. Una remembranza muy real, cuando los caminos se separan de quien se piensa o se cree era la compañera ideal...
    A veces se queda esa imagen de juventud y luego se comprenderá que vivir de esa manera a nada conduce , pues si fuera un sentir de más profundo , nunca olvidaría a quien se supone amo desde esa temprana edad...

    Espero estés muy bien
    Un abrazo.

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  2. Su memoria ya se parecía al olvido, como diría Borges. Me encantó, Lillian.

    Abrazo.

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  3. Al leerte tus notas entran dentro de mis cansados pensamientos se cuela para mitigar mis aburrimientos y me hacen admirarte un poco mas.

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  4. Siempre es agradable leer tus relatos. Pienso que el amor de juventud dura muchos años y peor aún cuando no se ha consumado. Últimamente me llamó una pretendienta de la juventud para decirme que no se olvidó nunca de mí. Me parece que la fantasía y la imaginación tienen su culpa porque apenas me conoce.

    Un saludo

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  5. que bonito relato!!!
    Muy real por cierto!
    Cuantas veces nos quedamos "prendados" de un amor de juventud, de alguien que ya no hemos vuelto a ver y de quien no tenemos noticias y llegamos inclusive a hacernos preguntas...de como hubiese sido nuestra vida si....
    Yla vida sin embargo ha tenido otros planes y lo que guardamos en la memoria quizás ya no sea nada similar a la realidad de este "hoy" y no lo digo solo por el aspecto físico, que seria lo de menos, sino justamente, porque a cada uno.."le pasó la vida por encima" y vaya a saber que historias!!!
    Algunas veces esos reencuentros terminan en verdaderas historias de amor, y otros en encuentros de perfectos desconocidos.
    Una historia muy interesante!!! Te dejo saludos desde Argentina y felicitaciones por este espacio tan bonito

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  6. Tu eres una poeta,tus escritos lo lanza a los cuatro vientos..

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