Bienvenidos a Mi Blog

Les doy la bienvenida a mi blog y les solicito encarecidamente que me dejen sus comentarios a mis entradas, pues su opinión es de gran valor para mí.



domingo, 12 de abril de 2020

UNA CARTA SIN ENVIAR.

Ordenando  antiguos documentos guardados en una caja, me encontré sorpresivamente una carta sin enviar.
Se la había escrito a mi muy querido amigo, Gustavo, a quién no veía desde hacía mucho tiempo. ¿ Como fue que se había quedado traspapelada y que nunca  la envié?
 El sobre se veía ajado y la estampilla no tenía ya ningún valor .
Abrí con cuidado el sobre y la leí. Estaba escrita por la muchacha atolondrada que era yo en ese entonces, para un joven  que ahora  no existía. Pensé que seguramente se habría convertido en un señor maduro, con papada, a quién no sería capaz de reconocer en la calle si me cruzara con él.
La única solución sería  echar la carta en uno de esos antiguos  buzones que había en las esquinas,  para que viajara al Pasado y encontrara al  Gustavo de nuestra juventud. Pero ¿ donde hallar un buzón de aquellos?
Los recordaba muy bien. Eran redondos, pintados de rojo y desde lejos parecían un hombrecito gordo tocado con un sombrero chino.  Con el paso del tiempo, la gente escribió cada vez menos cartas y se acostumbró  a comunicarse vía Internet.   Entonces los buzones empezaron a desaparecer de la ciudad, volviéndola cada vez más prosaica y más solitaria.
 ¡ Es imposible detener el Progreso!   Nadie querría hacerlo, excepto los nostálgicos como yo....
Salí a caminar con la carta en el bolsillo.
Era un atardecer dorado y transparente, pero noté que la calle,  de a poco iba quedando envuelta en niebla.
Desconocí el lugar, me sentí perdida y sin saber como, me encontré caminando por un barrio antiguo que no creía recordar.
La niebla seguía cayendo y los contornos difusos de las casas me hacían sentir que estaba inmersa en un sueño.
A lo lejos, divisé en una esquina la silueta inconfundible de un buzón de correo.  Incrédula, corrí hacia él.
Mi sorpresa fue aún mayor cuando escuché que me hablaba:
-¡ Qué bueno que me traes una carta!- dijo- Ponla aquí- y abrió su bocota como si esperara recibir un caramelo.
Le eché mi carta y él suspiró satisfecho.   
-¡Tenía mi panza vacía! Ahora casi nadie escribe...
-Pero ¿ estás seguro de que podrás enviarla?
-Pues, claro! - afirmó, ligeramente ofendido- El cartero pasa por aquí cada  tarde, a retirar la correspondencia.
Miré a mi alrededor y noté las fachadas antiguas, los faroles de hierro y en la calle, los rieles de un tranvía. No dudé de que en ese barrio el tiempo se había detenido hacía por lo menos, veinte años.
-¿ Y crees que él me responda?- le pregunté, ilusionada.
-Sí tú lo recuerdas, seguro que él también te recuerda a ti.
Lo rodeé con mis brazos y estampé un beso en su mejilla de metal. No se ruborizó porque no podía ponerse más rojo de lo que ya era, pero miró para otro lado, incómodo.
Me alejé por donde había llegado y a poco andar noté que la niebla se levantaba y que el sol daba de lleno en los edificios modernos que me eran familiares.
Pasaron algunas semanas y  me fui olvidando del extraño episodio. Terminé por pensar que había soñado despierta. 
Hasta que un día, escuché una voz en el teléfono:
-¡ Aló! ¿ Lily?  Soy Gustavo...¿ Te acuerdas de mi?
-¡ Claro que sí!  Y ¿como me ubicaste?
-Le pedí tu número a un amigo común...¡ Tenía tantas ganas de saber de ti!

Nunca le dije nada, pero siempre pensé que aquella carta olvidada durante tantos años, había encontrado una mágica forma de llegar a su destino.


1 comentario:

  1. Que lindo amiga
    es como decidirse en estos tiempos a escribir una carta a un amigo lejano y que yo lo tengo...
    me imagino que le gustaría mucho tener una carta mía...
    que es muy diferente a escribir en la red

    Y que lindo ese buzón, yo le recuerdo también.

    un hermoso regalo de vida.

    Cuidate mucho.

    ResponderEliminar