Paulina
se había acostado a dormir hacía rato, cuando sonó el teléfono fijo que estaba
sobre la cómoda.
-¿
Marita?
-Lo
siento, equivocado.
Casi
al instante, volvió a sonar.
-¡
Marita! No me cortes... ¡ escucha!
-Por
favor, le dije que está equivocado. Ya es bastante tarde para molestar ¿ no
cree?
Paulina
apagó la luz y cerró los ojos. Había descolgado el teléfono por temor a que
siguiera sonando, pero así y todo, no logró dormirse hasta mucho rato después.
¿
Quién sería ese pesado? Seguro era
alguien que buscaba a los anteriores
arrendatarios...Hacía solo un mes que ella se había cambiado a ese
departamento.
Salió
por el fin de semana y al volver, ya no se acordaba de los llamados nocturnos.
Pero, el Lunes, el teléfono volvió a sonar.
-¡
Marita! Soy Pablo...¡ Llevo días
llamándote!
A
Paulina esta vez le dio pena su voz, impaciente y triste y decidió darle una
explicación.
-Lo
siento, Pablo. De verdad no soy Marita, me tienes que creer...
-¡ No
trates de engañarme! Reconozco tu voz...Sé que no quieres hablar conmigo, pero
te suplico que me escuches ¡ Tienes que saber la verdad de lo que pasó!
Los
llamados se repitieron durante varias noches. A veces, Paulina descolgaba el teléfono, otras veces lo dejaba
adrede, porque le servía de distracción. Y si no sonaba, se sentía
decepcionada, como que algo le faltaba para terminar bien el día.
Cuando
escuchaba la voz de Pablo, ya no cortaba
la comunicación. Lo dejaba que hablara y que le suplicara perdón....
Sentía
curiosidad por saber qué ofensa tan grande le había hecho a aquella Marita que
ella terminó por personificar.
-Tú
sabes que era a ti a quién de verdad amaba... Dime que me crees, por favor...
¡Así
es que Marita era la típica mujer abandonada por un hombre infiel ! Le daba rabia, ganas de hacerlo sufrir y se
quedaba muda en el teléfono, mientras él le suplicaba y le juraba que solo a
ella había querido de verdad.
Un
día se le ocurrió preguntarle al conserje del edificio quién había ocupado el
departamento, antes que ella.
- Un
matrimonio joven, creo. Duraron pocos meses juntos.... Después la veíamos a
ella siempre sola, hasta que se fue.
Empezó
a sentirse identificada con Marita. A veces se sentía triste y humillada, como
si fuera a ella a quién Pablo había traicionado. Después se reía de sí misma ¡
Qué tonta soy!
Pero,
esa noche, en el teléfono, el sonido de la voz de él, ponía en su corazón una
mezcla de rencor y deseos de ceder al torrente de sus súplicas. Pensaba que
después de todo era sincero, que Marita
terminaría por perdonar su infidelidad.
Una
noche, Pablo la llamó con otra voz, urgente y perentoria:
-¡ Es
preciso que te vea, Marita! Por teléfono es imposible que nos podamos entender.
Te esperaré mañana, a las 17 hrs. en el café frente a la plaza.
Y cortó
la comunicación, para no darle tiempo a que se negara.
Paulina
pensó que había llegado la hora de terminar con esa suplantación.
Era
necesario acudir a la cita para que él comprendiera que ella no era Marita y la
dejara tranquila de una vez.
Pero,
algo en su corazón se condolía por el fin de aquella extraña aventura.
Se
miraba al espejo y le parecía que Marita
estaba también allí, mirándola por sus
ojos y diciéndole que fuera al café y que perdonara a Pablo, porque él de
verdad la quería.
Sea
cual fuera la razón que la llevó a
acudir a la cita, la sintió como una
fuerza incontrolable de la cual no se habría podido sustraer.
A
través de la vidriera del café, vio que estaba casi desierto. Quizás después de
todo, Pablo no había llegado a la cita...
Empujó
la puerta y lo vio. Supo inmediatamente que era él. Estaba sentado en una mesa,
al fondo del local. Inclinado sobre una taza de café a medio vaciar.
Al
escuchar el sonido de la puerta, levantó la cabeza sobresaltado y la miró.
Luego,se
levantó con violencia como para correr hacia ella. Su cara se iluminó con una
sonrisa de alivio. Sus ojos brillaron:
- ¡
Marita! ¡ Yo sabía que ibas a venir!
Que intrigante cuento , me gustó eso del final...aunque bueno no se como explicarlo ahí ...ese es el misterio no?
ResponderEliminarDespués de todo la insistencia tiene su ganancia o su engaño...
Ella puede ser que lo borró de su chip pero él sabe quien es...
abrazos.
Querida Meulen, este cuento es sin explicación. Podría ser que ella hubiera ido asumiendo, sin querer, la identidad de Marita hasta convertirse en ella. O sencillamente es así no más, sin sentido. Lee algunos cuentos de Cortázar y verás que se puede...claro que no me comparo con ese genio.
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