Mucha
gente, después de morir, no se sentía feliz al llegar al cielo.
La
verdad era que no se resignaban a haber muerto. Sentían que habían dejado cosas
sin hacer, palabras sin pronunciar...¡ No era tiempo aún para dejar la tierra!
Les
parecía que sus vidas habían sido demasiado cortas y querían volver para vivir
otro poquito.
Así
es que a un costado de la puerta celestial se habilitó una oficina para atender
las quejas.
Era
un ángel quien llenaba las fichas de los disconformes. Por supuesto, todos
aducían motivos generosos para querer volver a la tierra. Cuidar a los padres
ancianos, decir : te quiero a alguien a quién no se había sabido amar, hacer
testamento a favor de algún pariente empobrecido... Ninguno habría reconocido
que quería volver para vengarse de quién lo había ofendido o matar al que le
había destrozado la vida.
Alina
pidió regresar a la tierra porque amaba a su marido y no había alcanzado a
vivir para amarlo lo suficiente. Solo tres años había alcanzado a estar a su
lado y su amor había quedado a medio vaciar, como un pote de miel que amenaza
con desbordarse.
-¡
Déjame volver!- le suplicó al ángel-Yo sé que el me amaba también y que me
necesita.
El
ángel sonrió conmovido y estampó su firma en el salvoconducto.
Segundos
después, Alina se encontró en la estación del Metro. En medio de la multitud
divisó a varios de los que habían estado en el cielo, pidiendo regresar. Un
delicado resplandor azul que flotaba sobre sus cabezas los hacía reconocibles
para quién compartía su secreto. Era
polvo del cielo, que se les había pegado en el pelo, sin que se dieran cuenta.
Alina
corrió hasta su casa, empujada por la fuerza de su amor. Pero ¡ ay! por la
ventana vio a su amado, acompañado por otra mujer. ¿ Tan luego la había
reemplazado?
Con
paso lento se volvió a la estación, sin saber a donde ir ni qué hacer ya con su
vida recuperada.
En un
banco vio a un hombre que se cubría la cara con las manos. Un tenue resplandor
azul se filtraba por entre sus dedos.
-¿
Qué te pasó?- le preguntó Alina.
-Volví
a mi casa- dijo el hombre- Quería ser otro, no el alcohólico que fui en mi vida
anterior. Pensé que podría resarcir a mi mujer por tantos años de sufrimiento.
Pero la vi cantando, mientras ponía la mesa, libre de esa mueca de miedo que
tenía cuando me veía llegar. Los niños jugaban tranquilos, sin temor a los
golpes...Comprendí que están mejor sin mí y que los haría desgraciados si
volviera.
Mientras
se contaban sus penas, vieron acercarse a un viejo que arrastraba los pies,
desanimado. Su pelo resplandecía con un destello azul.
-¿ A
ti también te fue mal? - le preguntaron.
-Llegué
a mi casa. Iba feliz de volver a vivir un tiempo más junto a mis hijos- suspiró
el anciano- Pero los ví en torno a la mesa, disputándose la herencia. Mi hijo, el más joven, a quién yo adoraba,
gritó con rabia:
-¡
Soportamos su avaricia tantos años! ¡
Ahora nos llegó el tiempo de disfrutar!
Los
tres se miraron en silencio, agobiados por su fracaso.
- ¿
Creen que el ángel nos recibirá de vuelta?- preguntó Alina.
-
¡Claro que sí!- le respondieron los otros-
Con solo mirarnos lo comprenderá todo...
Se
encaminaron hacia el río. Rugía el agua turbia que arrastraba los deshechos de
la ciudad hacia el mar.
Se
cogieron de las manos y se internaron en la corriente. Las olas los atraparon en sus brazos fríos y
los sumergieron con rapidez.
Por
unos instantes, sobre el agua flotó un tenue resplandor azul, pero se disipó
en el aire sin que nadie alcanzara a notarlo.
Amiga escritora.de todos tus cuentos,este me ha echo pensar y recapacitar que a veces los sentimientos son muy volubles
ResponderEliminarSaludos estimada
ResponderEliminareste cuento me da para un análisi desde muchas aristas...
sin dudas quien se va insatisfecho de su vivir o que no ha logrado en vida hacer lo que realmente debió hacer ...puede que tenga estas vivencias...y nadie sabe realmente si no llega a ocurrir así.
Uno realmente debería procurar de ser lo mejor o tratar de ser mejor persona en el aquí y ahora ...y otra cosa es que uno nunca llega a conocer a las personas totalmente.
Te Dejo un abrazo.
Estimada
ResponderEliminarte deseo unas Felices Fiestas Patrias, que pases días buenos con los tuyos.
Este país merece siempre admirarlo y sentirse orgullosa de vivir entre cordillera y mar.
¡¡ FELIZ FIESTA NACIONAL!!
Hola! hace tanto tiempo que no entraba a tu blog, qué agrado ver que sigues escribiendo. Justo leí varios cuentos sobre la muerte, como este, con tristeza, abandonos, desilusiones o arrepentimiento. Qué importante hacer presente esas emociones y situaciones que no nos gusta ver o sentir, qué mejor que a través de tus relatos, breves e intensos. Un abrazo
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