Bienvenidos a Mi Blog

Les doy la bienvenida a mi blog y les solicito encarecidamente que me dejen sus comentarios a mis entradas, pues su opinión es de gran valor para mí.



domingo, 23 de septiembre de 2018

EL COLLAR DE PERLAS.

Paulina tenía nueve años cuando llegó Guacolda. La mandaron de una Agencia de empleos para que ayudara en los quehaceres de la casa. Venía del Sur y se peinaba con unas trenzas largas amarradas en la espalda con un cordón. 
Paulina no supo por qué, pero casi desde el principio, le tomó odio.  Tal vez fueron celos, porque su mamá le insistió mucho en que la tratara bien.  Además, aprovechando que podía dejarla con ella, salía  todas las tardes.  Cuando Paulina llegaba del colegio, encontraba  a Guacolda sola sentada en la cocina. De su mamá,  quedaba un vaho de perfume francés flotando en el dormitorio...
A Guacolda le encantaba escuchar la radio, sobre todo los programas de tangos.
Paulina llegaba en silencio y le desenchufaba el aparato, sin que se diera cuenta. La muchacha se quedaba como aturdida y empezaba a mover las perillas o a probar los interruptores creyendo que se había cortado la luz. Con una carcajada,Paulina corría a su dormitorio, para poder reírse más a gusto tirada sobre su cama...   
También se divertía en volver a ensuciar lo que Guacolda limpiaba. A penas la veía salir del baño, entraba con las manos sucias y las frotaba en el lavatorio y en la toalla recién cambiada.
Guacolda se daba cuenta de todo y la miraba con ojos tristes, pero nunca la acusaba. Callada, entraba al baño y limpiaba otra vez, con un aire de perro apaleado que a Paulina le daba más rabia todavía.
Su mamá  casi no paraba en la casa.  Ahora llegaba un auto azul y se estacionaba frente a la puerta, esperándola.
Su papá vivía en un departamento del centro y de vez en cuando,  llamaba por teléfono a Paulina para llevarla a comprarse ropa o a ver una película.
Ella le mentía diciendo que su mamá lo echaba mucho de menos, que no salía a ninguna parte y que lloraba todo el día.  - Papito, por favor vuelve a la casa- le rogaba, pero  él se quedaba callado y  se ponía a mirar el suelo, como si se le hubiera perdido algo.
Su mamá tenía un nuevo collar de perlas, que de seguro se lo había regalado el hombre del auto azul.
Se sentaba frente al espejo y acariciaba las perlas, una por una. Paulina la miraba y pensaba que nunca a ella le hacía cariño así.
Así es que decidió matar dos pájaros de un tiro. Dejar a su mamá sin el collar y lograr que despidiera a Guacolda.
Planeó esconder el collar en un lugar donde nadie pudiera encontrarlo, ni siquiera la policía.
Lo tenía en las manos cuando su mamá entró al dormitorio y sin saber qué hacer, lo tiró dentro de un florero.
La mamá llamó a Guacolda para que entrara a hacer la cama y botara las flores que ya estaban marchitas.
Paulina la vio salir del dormitorio con el jarrón, botar el agua en el fregadero y echar el resto en el cubo de la basura. Por supuesto, no se fijó que entre los tallos y las hojas podridas iba enredado el collar.
Como era de esperar, su mamá acusó a Guacolda de robo y estuvo largo rato interrogándola para saber qué había hecho con las perlas.
-¿ A quién se las entregaste, malvada?  ¿ Se las diste a alguien para que las vendiera?
Guacolda lloraba tanto que se ahogaba y al final,  por lástima o por ahorrarse el mal rato, su patrona no llamó a la policía.
-¡ Ándate mejor, mal agradecida!-  le gritó con rabia.
Paulina vio salir a Guacolda con su maleta vieja amarrada con un cordel. Llevaba los ojos rojos e hinchados y largos suspiros le estremecían el cuerpo.
Por un momento, Paulina pensó decir la verdad y rescatar el collar desde la basura. Pero, en ese momento llegó una niña del barrio  y la invitó a ir a jugar a su casa.
A la mamá la estaba esperando el auto azul estacionado a mitad de cuadra , así es que le dio permiso sin poner inconvenientes y las dos pasaron una tarde feliz.




2 comentarios:

  1. Es una delicia leer tu cuento,tus fantasias superan a tu personalidad

    ResponderEliminar
  2. Nada que decir o mucho...
    Los errores de los padres , la pagan siempre otros
    en este caso la nana...y por hoy el colegio, los profesores a quienes acusan , los hacen culpables de no enseñarle a sus hijos e hijas...

    Un desastre !
    Pero bien por aquella mujer, que sale de ese círculo enfermizo.

    Estés muy bien

    ResponderEliminar