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domingo, 20 de mayo de 2018

EL DESQUITE DE LOLA.

Fue una tarde de otoño cuando Lola se encontró con Julio a la salida de la oficina. Sospechó que estaba esperándola.
-Lola, necesito hablar contigo ¿Vamos a un café?
El corazón le latía con violencia. Sintió que renacía su esperanza...Pero fue cosa de un segundo. El resentimiento y el odio acumulados la hicieron rechazarlo.
-Por favor, Lola- insistió él- ¡ Necesito hablarte!
Ya instalados en el café, Julio la miró a los ojos y le dijo:
-Tú eres la única que puede ayudarme. Necesito salir de dudas...Creo que Nelly me engaña.
Lola lanzó una carcajada llena de rabia y de incredulidad.
-¿ Y te atreves a decirme eso a mí?   ¿A mí, a quién engañaste y abandonaste sin una explicación?
.Lo sé, Lola. Cometí un error...Y espero que me hayas perdonado. Eso pasó hace mucho tiempo... Ahora estoy en una situación tremenda y solo confío en ti para que me ayudes.
Lola sentía que se ahogaba.  El cinismo de Julio le parecía increíble. Pero, disimuló su indignación y decidió escucharlo. Por lo que se veía,  a él le tocaba sufrir ahora... ¡Por fin la vida le ofrecía un desquite! 
-Hace unas semanas que Nelly está cambiada- empezó Julio, con voz quebrada- Recibe llamados misteriosos...  La seguí a un café y la vi juntarse con un hombre.  Desde entonces, la he seguido y dos veces la he visto en el mismo café, siempre con él...¡ Hasta vi que se tomaron de la mano!
-¿ Y qué quieres que haga yo?
-Quiero que te sientes cerca de ellos y escuches lo que hablan.
-¿ Como te atreves a pedirme algo así?
La rabia y el dolor la hacían temblar.
 Recordó su abandono, hacía dos años. Al principio había quedado hecha un guiñapo, sin  ganas de seguir viviendo..Después se recuperó y el orgullo la sostuvo en pie como un armazón de hierro. ¡ Ahora se le presentaba la oportunidad de vengarse !
Accedió a la petición de Julio, aparentando que le costaba, pero llena de ansias por aprovechar esa coyuntura para tomar un desquite.
A Nelly la conocía bien, así es que los ubicó de inmediato en un rincón del café. Se sentó en la mesa contigua.
-Nelly, hermanita-le decía él- ¡ Por fin encontré trabajo!  Un amigo de antes confió en mí. No le importó que haya estado preso...Me ofreció un puesto de nochero en su fábrica...Ahora no puedo aspirar a nada mejor que eso.
-¡ Qué bueno, Carlos!  ¡ Qué alivio!  Ahora me voy a atrever a hablarle a Julio de ti. Podrás venir a vernos...Mira, esta plata que le pedí es para que te compres ropa y busques un alojamiento decente.
Lola no necesitó escuchar más. Tomó un taxi y se dirigió a la oficina de Julio.
-¡ Tenías razón!- le dijo compungida-  Es peor de lo que te imaginas. Esa plata que Nelly te pidió se la dio a él para que compre pasajes...¡ Se van juntos en unos días más!
Julio se tapó la cara con las manos. Lola lo observaba impasible. Se acordaba de sus noches de llanto, esperando en vano que él volviera...
-¿ Y qué hago ahora?- preguntó él, con voz ahogada.
-Dejarla, por supuesto. ¡ Dejarla de inmediato!  Anda al departamento a buscar tus cosas. No le des la oportunidad de inventarte una mentira...
-¿ Y a donde me voy?
-A mi casa, naturalmente. Tengo un dormitorio vacío y puedes acomodarte ahí mientras buscas alojamiento.   
-Entonces...¿ de verdad me has perdonado?

-Por supuesto, Julio. Ya sabes que soy incapaz de guardar rencor.


2 comentarios:

  1. Que tremendo...vivir sumida en la rabia, a nada conduce
    y hay personas así, que no saben darse cuenta que nada es para siempre.

    te dejo un abrazo.

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