- ¡
He decidido que hoy voy a dedicar todo el día a hacer felices a los demás!
Nora
la miró dudosa y ya preparaba un
comentario sarcástico, pero al ver su cara resplandeciente de buenos
propósitos, prefirió callar.
-He
ahorrado un dinero. Lo tengo aquí
¡mira!- continuó Betty muy ufana
y le mostró un sobre bastante abultado- He decidido gastarlo todo en quienes
realmente los necesitan.
-¿ Y
a qué se deben tan loables intenciones?
¿ Acaso el médico te dio dos meses de vida y quieres hacer méritos
pensando en el más allá ?
- ¡
Qué pesada! ¡ No! Todo lo contrario. Me
siento muy afortunada y quiero compartir con otros mi buena suerte.
-¿ Y
qué piensas hacer?- preguntó Nora.
-
Bueno, he hecho una lista de personas a quienes quiero favorecer. Aquí está. ¡
Mírala!
-
¡Pero, Betty! Veo que tu nombre es el
primero de la lista...
¡
Claro! Es que para hacer felices a los
demás tengo que serlo yo misma primero ¿ no crees? Y hay algo que me tiene
intranquila...
-¿
Qué será? ¿ Alguna incógnita metafísica?
-No.
Son unos zapatos que vi hace días en el Mall. Desde entonces, mi vida ha
quedado en suspenso. ¡ No seré feliz si no los tengo! Acompáñame a comprarlos, por favor.
En la
tienda, Betty miraba hipnotizada una cartera que hacía juego con los zapatos.
-No
creo que los pueda usar si no les agrego este complemento...
Al
guardar el sobre con el dinero, se veía bastante escuálido, pero ella no
pareció notarlo.
-¡ Ya, Nora! - exclamó- Me siento
absolutamente feliz. Lo único que me atormenta es el hambre. ¡ Ya es hora de
almorzar! Vamos a un restaurante que me
recomendaron.
-¿ No
será muy caro, Betty?
-No
importa, Nora. Quiero festejar el hecho de que por fin he logrado vencer mi
egoísmo para pensar en los otros... ¡Me siento una mejor persona!
Cuando
salieron del restaurante, en el sobre de los buenos propósitos solo quedaban
unas pocas monedas. Betty se las entregó
a un organillero que tocaba su música en una esquina.
-¿
Viste la cara de contento que puso? ¿ No
te digo yo, Nora ? Hacer felices a los
otros es lo que llena la vida!
Hoooooooooooooooooooooooooola, preciosa, qué delicia volver a leer tus relatos. Un besazo
ResponderEliminarClaro que si!
ResponderEliminarPara amar a los demás primero hay que amarse a uno mismo.
Un relato hermoso para reflexionar.
Abrazos.
Pues si, pero así como ella ...cualquiera jajajjaja
ResponderEliminarhabrá que esperar por lo que realmente importa
y no por migajas...