-¡
Ay, viejo!- suspiró Ramiro, con la cabeza entre las manos- Necesito que me resulte
esta pega...No puedo pasar cesante ni un día más .
-¿Y
cuando vas a saber?
-Se
supone que tendrían que llamarme mañana...Estoy tan desesperado que sería capaz
de venderle mi alma al Diablo.
-Jaja
¡ Ya me gustaría a mí encontrarme con el Diablo! Lo primero que haría sería preguntarle si
existe Dios. Y si me dijera que no,
entonces capaz que le vendiera mi alma. ¡ Total! Ya no tendría nada que perder. ¿No es cierto
?
-Pero,
¿ acaso no sabes que el Diablo es el mayor mentiroso que existe? ¿ Cómo le ibas a creer lo que te dijera?
-Tienes
razón- contestó Pablo- Mejor es pensar en otra cosa.
Y
siguió tomando tranquilamente su café mientras Ramiro se tiraba los pelos,
atormentado por la incertidumbre.
Al
otro día se encontraron en la Estación del Metro.
-¿ Y,
compadre? ¿ Alguna novedad?
-¡
Sï, viejito! ¡ Me resultó! Mañana voy a la entrevista con el
psicólogo...
Contentos,
se fueron a un bar a celebrar la noticia.
En
una mesa había un tipo solo, inclinado sobre una copa a medio vaciar. Se veía
abatido, con cara de futuro suicida.
Ramiro
y Pablo estaban tan contentos que le pidieron permiso para acompañarlo con un
trago. Sentían que todo el mundo tenía que celebrar con ellos.
El
tipo levantó la mirada y un débil relampagueo atravesó por sus ojos. Apartó un
maltrecho maletín que tenía a su lado, para dejarles espacio.
Ambos
amigos sospecharon lo mismo, que era un vendedor. Por eso se veía tan cansado y
sin ánimo.
-Perdone, amigo- le dijo Pablo- Usted ¿qué
vende?
-Nada.
Yo no vendo, yo compro.
-¡
Vaya! Eso sí que es novedoso...Y ¿ qué compra?
-Almas,
por supuesto- contestó el individuo, sin inmutarse- Por si no se dieron cuenta
ya, soy el Diablo.
-¡
Ah! -exclamó Pablo, eufórico- ¡ No sabe las ganas que tenía de encontrarme con
usted!
-¿ Necesita algo? ¿ Quiere que hagamos
negocio?- preguntó el Diablo esperanzado y sus ojos chisporrotearon como brasas
de rescoldo.
-La
verdad es que no. Yo solo quería hacerle una pregunta: ¿ Existe Dios?
El
tipo palideció. Su cara pareció cubrirse de una capa de ceniza, pero se rehizo
de inmediato. Se paró de un salto y tomando su maletín, salió del bar casi
corriendo.
Ramiro
exclamó con una carcajada:
- ¡
Vaya! No puedes decir que no te respondió...¡ La cosa ha quedado muy clara!
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ResponderEliminar♫•*(¯`v´¯)¸.•*✿
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Siempre se ha de tener motivos para compartir y reflejar en ello
lo que somos, sentimos y vamos cultivando cada día.
En ello siempre la gratitud por lo entregado y el acompañar.
Paso a paso disfrutando de lo bello que nos da la vida y nos provee Dios.
Gracias por tus palabras y tu sentir .
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El bien y el mal,dioses y diablos,todo es un producto imaginario,pero de esos mitos viven la religiones
ResponderEliminarUn relato creativo y chispeante, además nos da que pensar...
ResponderEliminarCreo que Cielo e infierno son estados de conciencia, tenemos libre albedrío para elegir.
Un fraternal abrazo.