El
tren atravesaba velozmente los campos cubiertos de nieve.
En un
vagón semi vacío iba Cecilia. Miraba a través de la ventanilla, como los
árboles se desvanecían antes de poder fijar su vista en ellos. A su lado iba su madre llevando en su regazo
a su hermanito enfermo. Después de una noche en vela, la mujer dormitaba, agotada.
De
pronto el niño tosió. Su garganta emitió un ruido extraño, como si algo se le
desgarrara adentro. Luego se quedó inmóvil, con sus ojos fijos en el techo del
vagón.
Una
señora muy alta, vestida de negro, avanzó por el pasillo sin hacer ruido. Se
detuvo junto al niño y puso una mano sobre su pecho. Los labios del niño
se entreabrieron y por ellos salió
volando un pajarito. Aleteó en la penumbra por unos segundos, pero la mujer lo
atrapó rápidamente y lo metió bajo los pliegues de su manto.
Cecilia
comprendió que era la Muerte y que se llevaba el alma de su hermanito.
Se
paró del asiento, tratando de detenerla. La mujer se volvió a mirarla y se
soltó de sus manos con violencia. Se
bajó del tren en marcha y se perdió entre los copos de nieve que caían sin
cesar.
Cecilia
vio que se le había caído un cuaderno de tapas negras.
Al
abrirlo, vio que las páginas estaban llenas de columnas de nombres. Había
muchos tachados y otros marcados con una cruz. El último que aparecía era el de
su hermanito. Lo seguían infinidad de nombres no tachados aún...
Aterrada
por el descubrimiento, escondió el cuaderno en el bolsillo de su abrigo.
Su
mamá despertó y al ver al niño inmóvil, se puso a llorar amargamente.
Al
día siguiente fueron al cementerio llevando en brazos el pequeño ataúd blanco.
Cuando el sepulturero lo bajó hasta la fosa, Cecilia arrojó también ahí el
cuaderno de la Muerte.
Las
paletadas de tierra lo sepultaron de inmediato.
...........
La
Muerte, mientras tanto, se desesperaba al no poder cumplir con su tarea. Hacía
inútiles esfuerzos por recordar donde había perdido el cuaderno. Notaba que su
memoria le estaba fallando. Se sentía vieja y cansada. ¿ Qué harían con ella
cuando ya no pudiera trabajar? ¿Traerían
a otra Muerte más joven, más eficiente y a ella la mandarían al asilo?
De
pronto recordó los tirones que le había dado la niña en el manto, cuando estaba
en el pasillo del tren. ¡ En ese momento se le había caído el cuaderno! Y seguramente esa niña se había quedado con
él....
Mientras
la buscaba de pueblo en pueblo, no podía hacer su trabajo y la gente dejó de
morir.
Al
principio, nadie se daba cuenta. Pero, al segundo día, los obituarios de los
periódicos aparecieron en blanco. Loa fabricantes de ataúdes no recibían ningún encargo y un rumor fantástico empezó a
extenderse por el mundo.
"
Ya nadie muere" decía el titular de un diario. "¿ Murió la Muerte?" preguntaba otro con sarcasmo.
La
gente iba por las calles eufórica y temeraria. Los autos pasaban con los
semáforos en rojo y los transeúntes se atravesaban frente a los buses en
marcha.
Solo
los gobernantes le tomaban el pulso a la catástrofe demográfica que se
avecinaba. Pero, nadie los escuchaba, en medio del júbilo irresponsable que se
había apoderado de todos.
.......
La
Muerte, mientras, había encontrado por fin a Cecilia.
Encorvada por la aflicción, la esperó a la salida de la
escuela, sin notar que nevaba copiosamente. La nieve iba cubriendo su cuerpo y la hacía parecer
una reina destronada, con una capa de armiño.
Al
verla parada en la vereda, la niña tembló. Pero al ver la cara angustiada de la
mujer, comprendió que no le haría daño.
-¿
Donde tienes mi cuaderno?- le preguntó ella.
-¡ No
te lo devolveré! Tú te llevaste el alma
de mi hermanito y mi mamá llora todo el día.
-Pero
¿ no entiendes que no es mi culpa? Yo
solo recibo órdenes. ¡ No puede haber Vida sin Muerte! ¿ Has pensado que si nadie muere no habrá
espacio en la Tierra para los que nacen?
Cecilia
se quedó pensativa. Clavó sus ojos en la
cara angustiada de la mujer.
-¡
Tienes que devolverme el cuaderno!- insistió ella- Al no cumplir mi tarea,
estoy introduciendo el caos en los asuntos de Dios.
La
niña aceptó sus razonamientos y
tomándola de la mano la condujo al cementerio. En silencio, le señaló la tumba
de su hermanito.
.......
Y así
fue como la Muerte recuperó su cuaderno. Como estaba atrasada en su trabajo, se
apuró en ponerse al día y el destino de los hombres siguió cumpliéndose sin
remisión.
Vaya que cuento te traes
ResponderEliminarOjala se desvíe.aun de mis sendas si es asi, pero a todos nos llega
No queda otra
Y es como.debe.ser
Pases buena semana
Cariños.
🌼🍀🌼🍀🌼🍀🌼🌼