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domingo, 11 de marzo de 2018

TARDE DE LLUVIA.

Alicia se había acomodado recién junto a la estufa y se preparaba a continuar la lectura de un libro apasionante, cuando sonó el teléfono.
Era Paulina, su amiga del alma.
-¡Ay!  Alicia ¡ necesito que vengas!   Estoy tan deprimida ...¡ No sé qué hacer!
-Pero, Paulina...Estoy resfriada - mintió sin remordimientos- Y  además está lloviendo ¿ Por qué no vienes tú?
-Es que también estoy resfriada- dijo Paulina, ensayando una tos que parecía maullido de gato- Si salgo, con el decaimiento que tengo , seguro que me pesco una pulmonía... ¡Por favor, ven!  Necesito tanto hablar contigo...
Alicia estaba calentita, envuelta en una bata, y ni por todo el oro del mundo habría salido a mojarse. Así es que también tosió y se sonó la nariz en forma convincente y las dos cortaron el teléfono, algo enfurruñadas.
El viento arrojaban manotadas de lluvia contra los cristales de la ventana.  Alicia trató de concentrarse en la lectura, pero no pudo.
-Y si Paulina está  tan deprimida que se le ocurre poner fin a su vida...¡ Oh! Jamás podría perdonármelo.  ¡Nunca le he fallado!  Una lluviecita de morondanga no puede echar a pique nuestra amistad.
 Sacando el paraguas del closet, se lanzó a la calle inundada.
Mientras, en su casa, Paulina reflexionaba:
- Es mucho lo que le pedí, después de todo. Si necesito desahogarme de mis penas, tendría que ser yo la que fuera  a su casa.  Y si por mi culpa se agravara su resfrío, no me lo podría perdonar...
Se imaginó llorando en su funeral, abatida por los remordimientos y sin pensarlo más, tomó su paraguas y salió a enfrentar el aguacero.
 Me iré por el medio de la plaza, para acortar camino- pensó Alicia.
 Me iría por la plaza, pero me voy a hundir en los charcos de barro que se forman ahí- razonó Paulina- Mejor tomo otra ruta ...
Y así fue como se cruzaron de lejos, sin encontrarse.
La mamá de Alicia abrió la puerta sorprendida al ver a Paulina:
-Pero ¡ como!  Si fue a tu casa. Ya debe estar llegando allá.
Mientras, el hermano de Paulina miró a Alicia sin entender:
-¡ Pero si Paulina me dijo que iba a tu casa a verte porque estás resfriada!  Si es así, chica, con lo empapada que estás, mañana te llevan a la clínica...
Las dos amigas corrieron bajo la lluvia, tratando de divisarse entre las sombras del atardecer. Pero fue inútil.
Cada una se arrepentía de haber sido tan egoísta y haber inventado un resfrío para no abandonar la comodidad de su casa.
Pero, esa noche, después de haberse reconciliado por teléfono, se acostaron estornudando y al otro día no pudieron levantarse....
El doctor recomendó  aspirinas y mucha limonada caliente...

Pero lo que quedó muy claro es que la amistad es más poderosa que el más formidable de los aguaceros.  


2 comentarios:

  1. Bueno
    Razón teniian de ser egoístas
    Después de todo las pestes hasta pueden matar...
    Por algo existen los teléfonos que nos acercan .

    Pases lindo día.

    🌻🌻🌺🌺🌸🌸😁😁😁😁🌼🌻🌻

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  2. Fantástica entrada llena de emociones que saleny vuela por el aire trayendo bellas palabras al que las lee
    un abrazo desde Miami

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