Mariana
había ido a pasar unos días a la casa de su prima Carmen.
Eran
los últimos días del verano. A menudo amanecía nublado y el mar se veía gris y
pesado como un animal que duerme.
Al
segundo día de su estadía supo que había otra persona alojando en la casa.
Era
una anciana de cabellos blancos y Carmen se la presentó como una amiga de su
mamá.
Estaba
tejiendo al lado de la ventana y le sonrió a Mariana con amabilidad.
- Me
llamo Adela y dime así. No me digas señora, porque me haces más vieja...
Después
del té se retiró a su dormitorio y le dijo a Mariana:
-Puedes
venir a acompañarme cuando quieras.
Al día siguiente, al no verla en el comedor,
fue a golpear a su puerta.
Una
voz jovial la invitó a entrar y Mariana se encontró en una habitación pequeña,
iluminada por un pálido sol.
La
anciana estaba sentada en un sillón con las rodillas envueltas en una
frazada.
Después
de charlar un rato, Mariana se paró y se acercó a una puerta que había en el
fondo de la habitación.
- Y esta
puerta ¿ a donde conduce?
-¡Ah! exclamó la señora con una sonrisa misteriosa-
¡ Esa puerta conduce a los recuerdos!
-¿
Quiere decir que ahí guarda fotografías
y cartas antiguas?
-No-
Quiero decir lo que he dicho. Que si entras ahí podrás revivir los recuerdos
que tú elijas.
Mariana
la miró dudosa, creyendo que la anciana se burlaba.
-¡
Qué! - insistió ella- ¿ Acaso no tienes
algún recuerdo especial que te gustaría
revivir?
-¡
Sí! -exclamó Mariana- Hay un día que
considero el más feliz de mi vida. Vivía con mis padres en el campo y de pronto
empezó a nevar...Fue la primera vez que vi la nieve.
-Entonces,
entra- dijo la señora y cogiendo una llave que guardaba en una caja, abrió la
puerta.
Una
bocanada de aire frío golpeó la cara de Mariana y se encontró en el jardín de
la casa de sus padres. Una fina capa de nieve cubría los arbustos y todo estaba quieto y silencioso, como si el
campo durmiera.
Su
mamá se tomó del brazo de su padre y fueron juntos a ver los limoneros. Mariana
entró a la casa a buscar tazas y platitos. Le echó un poco de azúcar la nieve y sirvió helados para sus muñecas.
Empezó
a nevar de nuevo y era como si finas plumas cayeran desde el cielo.
-¡
Los ángeles están peinando sus alas!- gritó Mariana.
Sus
padres le sonreían y aunque tenía solo seis años, ella sintió que ese día
maravilloso no volvería jamás.
Adela la esperaba en la puerta del cuarto y
cuando ella hubo salido, cerró la puerta con llave.
-¡Prométeme
que nunca entrarás sola! Solo yo puedo controlar la magia de los recuerdos. Y no se lo cuentes a nadie. Es un secreto
entre las dos.
Un
año después, Mariana volvió a la casa de Carmen.
-Y la
señora Adela ¿ Ya no se encuentra aquí?
-No-
respondió su prima- Hace tiempo que se fue. Pero he dejado su dormitorio
intacto, porque pienso que un día puede volver...
Esa
tarde, Mariana fue al dormitorio de la anciana.
Todo estaba igual y le pareció que aún flotaba en el aire el perfume que
ella usaba.
La
llave estaba donde mismo.
Sin
vacilar, Mariana abrió la puerta, queriendo volver a revivir aquel recuerdo tan
querido.
Pero
la recibió un calor pesado de verano y se encontró en el cementerio de su
pueblo. Estaba vestida de luto, junto a
las tumbas de sus padres que habían muerto juntos en un accidente de carretera.
Era
el día más triste de su vida. Ese día había quedado sola, inerme frente al
mundo, privada del único amor verdadero que había conocido. Era su recuerdo más penoso, el que había
luchado por apartar de su memoria.
Salió
corriendo del cuarto. Sus sollozos atrajeron a Carmen, que la abrazó
consternada, sin saber qué le pasaba.
-Los
recuerdos....La habitación de los recuerdos...- gemía Mariana, sin explicarle
nada.
Al
fin, logró que se serenara.
Sin
hablar, Mariana la tomó de la mano y la llevó al dormitorio de la señora Adela.
-Es
esa puerta...Pero, ¿ como no sabes si ésta es tu casa?
-Es
que esa puerta no conduce a ninguna habitación. ¡Mira!
Y
tomando el picaporte, la abrió sin esfuerzo.
Se encontraron en el patio trasero de la casa.
El sol doraba las matas de rododendro y desde lejos llegaba el rumor del mar.
qué delicia, Lili!!! Mágico. Un abrazo
ResponderEliminarCuándo estamos al final de nuestras vidas,en la serenidad que nos ofrece esa quietud que los años nos puede dar,los recuerdos,nos vuelven a hacer joven y las melancolías nos invaden.
ResponderEliminarCada vez mejoras en tus relatos
Te felicito
Un cuento lleno de magia
ResponderEliminarEl misterio rebelado de los anhelos del pensamiento y el corazón...todo se revive y que mejor aquello que tiene tanto significado para nosotros...
Nunca dejemos de soñar con lo que nos hace feliz.
Un abrazo.Cariños
La magia existe, en el alma, la mente y el corazón, la fe, y la magia van de la mano.
ResponderEliminarGracias Lilly, me ha encantado el relato, voy a dar un repaso.
Un abrazo.
Ambar
Eres mágica, Lili... Un enorme abrazo y feliz semana
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