Pablo
tenía quince años cuando a la casa llegó a vivir el abuelo.
La
abuela había muerto de improviso, dejándolo solo.
Al
principio se puso terco y se aferró a sus muebles, a su casa y a todo lo que le
recordaba a ella. Pero, al final lo
venció la soledad y se entregó mansamente a lo que le deparaba el destino.
Le
gustaba hablar solo, sentado en un sillón, aferrado a su pipa.
-Uno
se tropieza siempre con la misma piedra- mascullaba- Hasta que se pone viejo y
ya no le quedan más piedras con las cuales tropezar...
Al
principio se veía triste y no contestaba cuando le hablaban. Fumaba la pipa y
miraba la fotografía de la abuela, sobre el piano. A veces le salían del pecho
unos suspiros tan hondos, que parecía que iba a echar el corazón afuera de
tanto suspirar.
Cuando
Pablo se dio cuenta de que el abuelo hablaba solo, se le ocurrió ponerle
atención y descubrió que era muy entretenido. Parecía que a medida que iba perdiendo
dientes iba ganando neuronas. A la Muerte no le tenía miedo y a la Vida le
había perdido el respeto hacía un buen rato.
Pablo
empezó a sentarse cerca de su sillón, con el oído atento. El viejo parecía
apreciar su compañía y de a poco empezó a conversar con él.
Entonces,
Pablo se atrevió a contarle lo de la vecina...
Era
la niña más linda del barrio y había llegado justo a vivir en la casa del lado.
El pasaba en bicicleta. Ella leía en el jardín, bajo un palto. No había como lograr que lo mirara...Pero
Pablo sabía que lo veía con los ojos que uno lleva adentro. Que había notado
que él andaba dando vueltas por ahí y por eso mismo se empecinaba en no
levantar la vista.
Lo
tenía tan enamorado que hasta perdió el apetito y su mamá, alarmada, le puso el
termómetro, pensando que tenía fiebre...
Todo
eso le contó al abuelo y él le dijo:
-
Tenemos que trazar un plan. El amor es
como la guerra, no se gana sin una buena estrategia.
A
pesar de que caminaba perfectamente, los
papás de Pablo le habían comprado una silla de ruedas.
El,
por supuesto, la miraba despectivamente y al pasar por el lado, le daba una
patadita en las ruedas, como diciéndole:
¡ Córrete de aquí, inútil! A mi
no vienes a bajarme la guardia así como así.
Pero,
un día le dijo a Pablo:
-La tarde
está linda. Sácame a dar una vuelta por la cuadra.
Y se
instaló en la silla.
Pablo
quedó impresionado al comprender que el abuelo estaba sacrificando su orgullo
en aras de algún plan estratégico.
Pasaron
lentamente frente a la casa de la vecina. Como siempre, estaba sentada leyendo
bajo el palto. No levantó la vista del libro, así es que el abuelo aprovechó de
echarle una buena mirada.
-Es
linda- comentó, mientras se alejaban.
Al
día siguiente, salieron otra vez.
Pero,
justo cuando pasaban frente al jardín vecino, el abuelo empezó a tomarse el
pecho con ambas manos y a respirar cortito.
-¡ Ay!- se quejó en voz alta- ¡ Me siento
mal!
Pablo
alcanzó a asustarse, pero el viejo le hizo un guiño cómplice y siguió
suspirando.
Entonces,
la niña levantó la vista y alarmada, se acercó a la reja.
-¡ Un
vaso de agua, por favor, linda! - le rogó el abuelo.
La
niña corrió hacia adentro y luego insistió en acercarle ella misma el vaso a los labios.
El
abuelo empezó a sentirse mejor y le tomó la mano para agradecerle.
Ella
se ruborizó y por primera vez miró a Pablo de frente. A él se le doblaron las rodillas.
-¿
Como te llamas, preciosa?- le preguntó el viejo.
-
Mariana, señor.
-Yo
me llamo Nicasio y este es mi nieto, Pablo. ¡ No sé qué haría sin él! Es tan paciente. ¡ Y además, estudioso!
- ¡
Por favor, abuelo!- lo interrumpió Pablo, porque encontró que el viejo se
estaba pasando de la raya.
Pero,
la niña exclamó:
-¡
Qué suerte la suya, don Nicasio, de tener un nieto así ! -Y le lanzó una mirada
que lo hizo desear que el abuelo siguiera exagerando...
Se pusieron de acuerdo para salir juntos a
andar el bicicleta.
Esa
noche, Pablo se acostó tan feliz que no podía dormir. En las oscuridad de su pieza, se rió como un tonto y luego suspiró a media
voz:
-Muchas
gracias, abuelo!
Delicioso relato... Buena semana querida amiga!!!
ResponderEliminarUn cuento muy enternecedor,en el podemos sacas bastantes concluciones
ResponderEliminarQue hermoso regalo dejas estimada amiga
ResponderEliminarUn bello poema a.la.vida ...a las.cosas que si valen la pena seguir adelante...en ese amor universo que todo lo ve y lo engrandece...
Y como dice el.dicho
Que mas sabe el.diablo por viejo que por diablo...aqui se da de una en verdad.
Has ganado mi mejor sonrisa en este dia lluvioso del sur.
Abrazos.
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Que tengas un bello fin de semana amiga
y calma...igual preocupa tanto temblor
pero fortaleza.
abrazos.
La sabiduría de los años y el amor de un abuelo que ayudó a su nieto. Tierno relato querida Lily.
ResponderEliminarAbrazos.
Me has fascinado con tu texto
ResponderEliminarhoy en dia los abuelas viven en geriátricos atendidos por extraños y maltratados por el tiempo.
Por lo menos aqui en Miami.
Glorioso tu Texto