A
Joel le ofrecieron un trabajo de vigilante nocturno en el Museo Histórico de la
ciudad.
Cuando
iba saliendo de la entrevista, lo interceptó el muchacho a quién iba a
reemplazar.
-Yo
me voy porque aquí hay fantasmas- le susurró con tono confidencial.
Don
Pedro, el viejo portero lo alcanzó a escuchar.
-¡ No
le hagas caso! Lo despidieron porque se
lo pasaba durmiendo y ahora se quiere desquitar asustándote.
-No,
si no me asusto- respondió Joel, petulante - ¡ A los vivos hay que tenerles
miedo, no a los muertos!
Sacó
de su mochila un termos con café y una novela y se dispuso a pasar una noche
tranquila.
Cada
una hora, se paraba y daba una vuelta por las salas de exhibición. Había
grandes óleos con retratos de antiguos presidentes y escenas bélicas en alta mar. Vitrinas con armas antiguas y una habitación
llena de maniquíes disfrazados...
Eso
fue lo que más le gustó.
Leyó
en un cartel que se trataba del famoso baile de máscaras realizado en el
palacio Concha Cazotte, hacía más de
cien años. Había una fotografía amarillenta, con todos los asistentes al famoso
baile, todos vestidos con el mayor lujo y originalidad.
-
¡Pensar que todos éstos ya pasaron a mejor vida! -reflexionó con melancolía.
Luego
volvió a la lectura de su novela y a su café.
Todo
iba bien hasta que sonaron las doce campanadas en el reloj municipal.
-¡
Hora de fantasmas!- exclamó Joel, con una sonrisa irónica- A ver si alguno me
viene a acompañar un ratito...
Acababa de decir eso, cuando escuchó unos
pasos apresurados acercándose por el corredor.
Toda
su jactancia se evaporó en un instante y sintió que se helaba de espanto..
Una
joven irrumpió en la zona iluminada. Iba vestida como una dama del siglo XVIII,
con un traje de raso azul y una peluca empolvada.
Al
mirar a Joel, puso cara de enojo y golpeó impaciente las baldosas con su
zapatito de tacón.
-¡
Cómo! ¡ Aún no te has vestido y ya
sonaron las doce! ¿ A qué hora crees que
vamos a llegar al baile?
Joel
miró en todas direcciones, pensando que le hablaba a otro. Pero ella lo tomó de
un brazo y lo tironeó como a un monigote.
Luego se dirigió a una de las vitrinas y sacó una capa negra y un
sombrero que al parecer habían pertenecido a un gobernador.
-¡
Rápido! ¡ Ponte ésto! Por el camino se nos ocurrirá inventar de qué
vas disfrazado...
Lo
tomó de la mano y Joel la siguió dócilmente. Hacía rato ya que había dejado de
pensar...
Atravesaron
el Museo en penumbras y desde el fondo les llegó música y una intensa luz. Se encontraron en un salón lleno de parejas
disfrazadas, bailando con animación.
Por
el camino, Joel había mirado de soslayo las vitrinas y había visto a los
maniquíes desnudos. Los trajes desaparecidos vestían ahora a sus verdaderos
dueños.
La
joven lo arrastró en medio del tumulto y perdido en un sueño, él se dejó
llevar....
A la
mañana siguiente, Don Pedro llegó más temprano. Se sentía preocupado por el
nuevo nochero.
-¡ Lo
más seguro es que tenga que despertarlo! - se quejó- ¡ Con tal de que no hayan
entrado ladrones aprovechándose de su inexperiencia....!
Lo
buscó por todas las salas sin encontrarlo.
Pensó que se habría asustado y se habría ido corriendo. Pero no, porque
ahí estaba su mochila y una taza de café a medio tomar.
Dio muchas vueltas por los pasillos vacíos.
Casualmente se detuvo frente a la fotografía amarillenta de los asistentes al
baile. Siempre le había gustado mirarlos, sobre todo a la linda niña vestida de
dama antigua que aparecía a un costado. Pero esta vez le pareció que había algo nuevo en la foto. Junto a ella
aparecía un tipo con una capa negra y un sombrero echado sobre los ojos...Y
estaba casi seguro de que antes no estaba ahí.
-¡
Qué extraño !- exclamó- A éste no lo había visto ... Y lo más raro es que se parece al nochero que
dejé ayer aquí...Como si fueran mellizos...
Luego reaccionó dándose un coscorrón en la
frente.
-¡
Qué tontería! ¡ Estoy soñando! Lo mejor es que me vaya a preparar un café,
mientras aparece ese irresponsable.
Pero
Joel nunca volvió a dar explicaciones ni a recuperar su mochila.
Al cabo de unos días,Don Pedro la arrojó al
fondo de un armario y no se acordó más.
Que genia...
ResponderEliminarme sonrío este rato...
tiene una picardía y misterio...
supongo debe seguir...ya me imagino a ese bailando una eternidad y vivo...
después de todo ese si va a vivir una vida de fiestas!! :))
te cuento que anoche soñé con una...
pero no en ese museo
me aterraría quedarme muerta en vida...
besos.
Gracias, Querida Magdeli por tu comentario y gracias también por lo que me transmites sobre el Tao. Hace tiempo me prestaron ese libro y supe que para los chinos el Tao es el principio de todas las cosas, o sea el equivalente a Dios. Me gustaría llegar alguna vez a esa serenidad y capacidad de comulgar con la Naturaleza. Pero ¡ ay! siempre estoy vuelta hacia el interior de mi misma, como tirando piedrecitas en un pozo.
ResponderEliminarAmiga escritora,tu imaginacion es superior a muchos de los escritores actuales
ResponderEliminarVuelvo a leer tu cuento y vuelvo a admirar tus fantasias
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