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domingo, 4 de junio de 2023

NOCHES DE LUNA LLENA.

Clara había llegado a Santiago a estudiar un pre universitario. Una tía la invitó a vivir en su casa, en lugar de  la pensión de estudiantes que sus padres habían pensado.

-  ¡ Por ningún motivo la niña irá a un lugar como ese!- exclamó la señora, escandalizada- Mariguana y libertinaje, eso es lo único que va a encontrar ahí.

Y así fue como Clarita se vio instalada en el departamento de su tía, en un antiguo edificio de cuatro pisos, sin ascensor.

Pronto notó que en el último piso vivía un hombre de aspecto extraño. Era muy flaco y tenía la cara larga y huesuda. Podría haber sido feo, pero sus ojos, claros y melancólico, le prestaban cierta belleza a su semblante. Llevaba siempre un abrigo gris que le colgaba por la espalda y un anacrónico sombrero negro, con el ala caída sobre un ojo.

Cuando la niña volvía del Instituto, se lo topaba en la escalera y él la saludaba con una venia. Pero, a ella le daba miedo y pasaba a su lado muy rápido, tratando de evitar el más mínimo contacto con el abrigo gris.

Le comentó a su tía sus aprensiones y ella exclamó, enojada:

-  ¡Pero, niña!  Si es Igor, el mejor vecino que hemos tenido. ¡ Contéstale cuando te salude!  No quiero que piense que tengo una sobrina maleducada.

Había semanas en que no se encontraban  ni una sola vez. Pero, en lugar de sentir alivio, Clarita se sorprendía  pensando en él  y acechando sus pasos en la escalera. No sabía si era joven o viejo y apenas había mirado su cara, pero sus ojos tristes despertaban en ella una rara emoción.

Una tarde, volvieron a cruzarse en la penumbra del pasillo y  a él, en el momento de hacerle la acostumbrada venia, se le cayó el sombrero.

Entonces, Clara pudo ver nítidamente su cara alargada y el pelo espeso y áspero, que se le erizaba en la coronilla. Era muy joven, pero el rictus amargo de su boca, lo hacía verse casi viejo.

Cuando recogió el sombrero, ella notó sus manos velludas, de uñas largas y pensó que parecían las zarpas de un animal. El hombre pareció notar su mirada de rechazo y un relámpago de vergüenza y sufrimiento cruzó por sus ojos.

Ese fue el día en que Clara empezó a sospechar que él era un lobo.

Disimulando su verdadero sentir, trató de averiguar algo con su tía.

-Pero, Clarita ¿ qué te ha dado con ese pobre hombre?  Es un joven tranquilo y caballeroso, supongo que soltero, puesto que vive solo...¿ Qué más quieres que sepa?  No soy de las que pasan pendientes del vecindario.

La idea de que Igor era un lobo se fue afirmando en su cerebro y se le ocurrió consultar en el calendario las fases de la luna, segura de que influirían en su conducta.

Comprobó que cuando había luna creciente, se veía tranquilo y sereno. Subía la escalera con calma y nada en él evidenciaba algún rastro de nerviosidad.

Pero, cuando se acercaban las noches de luna llena, le bajaba una inquietud febril.  Subía corriendo, con el sombrero calado hasta las cejas. Parecía que trataba de evitar a Clara, pero si llegaban a enfrentarse, clavaba en ella unos ojos llenos de una tristeza abrumadora.

Y sus movimientos se hacían cautelosos, como los de un animal que se desliza entre los árboles de un bosque.

Clara había notado que a veces, Igor subía hasta la azotea. Allí no había nada, excepto el depósito del agua potable y las antenas de los televisores. ¿ Qué haría ahí?

Una noche de luna llena en que no podía dormir, escuchó los pasos del hombre en la escalera de la azotea.

Se puso la bata sobre el piyama y lo siguió en silencio. 

 Al principio, creyó que ahí arriba  no había nadie.   Pero luego distinguió una figura que no era humana, con la cabeza levantada hacia el cielo.  De lejos, parecía un enorme perro de pelo erizado, que estuviera aullándole a la luna.

Clara se deslizó a su lado, en silencio y notó que el abrigo gris apenas le cubría parte del lomo. Tiritaba como si tuviera frío , pero en realidad estaba llorando. Gemía como si una pena muy honda le desgarrara el corazón.

La niña tomó una de sus zarpas entre sus manos y apoyó su frente contra el pelaje gris.  

No sentía miedo.   Solo una ternura triste que talvez era amor, al verlo llorar así, tan solo y tan privado de calor humano. Incapaz de librarse de su extraña maldición.




9 comentarios:

  1. Es un relato magnífico. De ambientación y de historia. Magníficamente dibujado el personaje y también la escalera deñ edificio, que aunque no está descrita expresamente, se visualiza perfectamente.
    Tambie muy claramente descrita la tía de Clara.
    Y el final es encantador.
    Me ha gustado mucho, Lillian
    Besosss

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    1. Querido Gabiliante, la escala que describo es la del edificio de cuatro pisos en el que viví cuando joven. Quizás por eso me quedó bien. Eso sí, todavía no he conocido a ningún lobo camuflado. Gracias por opinar. Yo he visitado varias veces tu blog y no he opinado porque no he entendido el cuento o me ha parecido subido de color, como el de Eva en el Jardín del Eden. Un abrazo y besistos para tí.

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  2. Sentí un poco de pena por el personaje y sí, también ternura. El pobre estaba encerrado y atrapado de una maldición, así como tantos seres que están aprisionados de problemas mentales de los cuales no pueden salir. Lo sentí como una metáfora.
    Besos querida Lillian

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    1. Sí, Tatiana, yo también lo siento como una metáfora. Hay tantos seres que se sienten diferentes y se ocultan por temor de ser juzgados. A mí también me da pena este cuento y no lo pude hacer menos triste, porque no tiene solución.

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  3. ¡Pobre lobito! Y qué bonito relato, nos has tenido en vilo. Inspirado por la luna llena de estos días atrás, quizá.
    Besitos.

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    1. Es cierto, pobre lobo, su caso no haya solución, excepto en el amor y la compasión que alguien le pueda brindar.

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  4. Me has conmovido mucho con este relato, uno piensa tantas cosas ...cosas que te han contado al fragor de una noche tormentosa, leido en libros y cine...Siendo el más universal de los mitos , el licántropo aún hoy muchos lo creen ...pero fuera de lo increible que es la transformación , será que el hombre se quiere reflejar en ese animal que es toda fuerza, ligereza ,astucia y ferocidad...más del convivir poco ha aprendido si es así el hombre, porque ellos cuidan de su manada , la protegen y llevan a sus hijos hasta cuando son independientes , pero nunca los dejan fuera del redil...
    Anoche miraba una película, que hace mucho tiempo no veía cine , se llama ALFA , muy buena y nos muestra el supuesto primer encuentro del hombre con el lobo.

    Te dejo un abrazo.

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    1. Gracias, querida Meulén, por tu acertado comentario. Es una historia triste, que da compasión más que temor.

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  5. Me encantó, Lillian. Una forma de narrar diferente una temática a veces bastardeada. Conmovedor relato. Me encantó, insisto. Felicitaciones!!

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