BETTY QUIERE SER ESCRITORA.

Betty llegó a la casa de Nora con una expresión que no auguraba nada bueno. Al parecer, tenía una Idea. Y eso era peligroso, porque siempre sus ideas traían insólitas consecuencias.

-¡He decidido ser escritora!- anunció con resolución.

-¡ Qué bueno!- respondió Nora, que había tomado la sana costumbre de no contradecirla-¿ Y qué tipo de obra piensas escribir?

-¡ Una novela, por supuesto!  He notado que están de moda varios temas distintos. Novelas históricas, novelas eróticas, las de vampiros.... y también los libros de Autoayuda. Así es que pienso incluir todos esos tópicos en una sola  obra.  Si le doy a la gente lo que pide, pronto estaré en la lista de los bestseller.

-¿ Y cómo lo vas a hacer?- preguntó Nora, algo escéptica.

- ¡Muy fácil !  ¡ Ya tengo la trama hilvanada!  Voy a escribir sobre un vampiro que vive en Berlín, en la época de la caída del muro.( Ahí pongo lo histórico.) Este vampiro va donde una psicóloga, para que lo asesore en su drama existencial.  (Por supuesto, todas las citas son nocturnas, porque el vampiro no puede salir de día.)  Ambos se enamoran con ardiente pasión y ahí podré combinar el tema de autoayuda con la trama erótica. ¿ Qué te parece? ¿ No soy genial?

-¡ Claro, Betty!  Pero, te advierto que no es tan fácil entrar al mundo de las Letras.  En el mundo de las letras de cambio protestadas, ahí sí que es fácil caer...

-Mira, Nora. Mi profesor del Taller Literario me encuentra talentosa pero algo dispersa. Dice que me falta concentración. Y es  verdad. Me siento frente al computador con la mente llena de ideas e instantáneamente, la mente me queda en blanco.

-¿ Sabes, Betty?  Leí, no sé en qué libro, que los gatos ayudan a concentrarse. Su presencia calmada y sedante induce a la reflexión...  

-  ¡Conseguiré un gato!- exclamó Betty, entusiasmada y se fue,  tan rauda como había venido.

Días después apareció llevando en sus brazos un enorme gato amarillo.

-Se llama Genaro- lo presentó con satisfacción.

Al verse aludido, el gato lanzó un bufido desdeñoso. Petulante y sin corazón, como todos los gatos, pensó Nora.

-¿ Y como va tu novela?

-Bueno, he escrito poco- se disculpó Betty- Justo cuando me siento a escribir, Genaro me pide que le abra la puerta del jardín o le sirva su leche. ¡ Es un gato muy absorbente!

Y nada de intelectual, reflexionó Nora para sus adentros.

Con el tiempo, Betty renunció a su osado proyecto literario. ¡ La verdad es que  nunca pasó de la primera línea de su genial argumento ! 

-No sirvió tu idea del gato- le reprochó injustamente a su amiga.

-¡ Bah!- se defendió Nora- Yo te dije que el gato te ayudaría a concentrarte, no que te escribiría la novela.