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domingo, 11 de diciembre de 2022

EL BOLSÓN DE DIOS.

Pablito tenía ocho años, pero ya su papá lo incentivaba para que leyera los periódicos, aunque solo fueran los titulares y luego los comentara con él. 

Una tarde, al volver del trabajo, el niño, emocionado, le señaló una noticia:

-   ¡ Mira, papá!  ¡ Aquí dice que los científicos están buscando el bolsón de Dios !

-No, Pablito, leíste mal. Ahí dice bosón, no bolsón.

-¿ Y qué es eso?

-Es una partícula que existiría desde siempre y que habría permitido la formación del Universo. Si la encuentran, nos dará luz sobre el principio de todo lo que conocemos...

-¡ Ah!- respondió Pablito y enmudeció, decepcionado.

Su papá lo miró con curiosidad.

-¿ Qué pensabas tú que guardaría Dios en su bolsón?

-No, nada. No pensaba en nada.

El niño pareció avergonzado y no preguntó nada más. Pero, esa noche se acostó reflexionando en lo que había leído en el diario y en las explicaciones que le diera su papá.

En mitad de la noche, despertó sobresaltado. Vio que un resplandor azul iluminaba toda su pieza.

Al principio, creyó que una estrella había estallado en el cielo y uno de sus pedazos había entrado por la ventana. Pero luego notó que una persona, envuelta en una sueve luz, estaba sentada a los pies de su cama.  Era un anciano de cabellos y barba blancos como la nieve. Vestía un manto azul y llevaba colgado del hombro un bolsón. Se veía que era muy pesado, porque se lo quitó con alivio y lo dejó sobre la alfombra. 

Su cara era la más hermosa que Palito había visto y su expresión era a la vez dulce y severa,  como si tuviera la capacidad de enjuiciar y de perdonar al mismo tiempo. Adivinó quién era y le preguntó, sorprendido:

-Señor Dios ¿ has venido a verme a mí?

-Sí, Pablito. Vine a decirte que tú tienes más razón que todos esos científicos que aparecen en el diario.

Señaló el pesado bolsón que había a sus pies y continuó:

Ahí llevo todos los elementos que ocupé para formar este universo que conoces y muchos otros, en lejanas galaxias.

El niño notó que por las costuras del gastado bolsón se filtraban sorpresivos relámpagos y que parecía vivo, porque se estremecía y vibraba, como si fuerzas cósmicas lucharan en su interior.

-En él guardo la energía del sol, el tumulto de los mares, la furia de los vientos y la fuerza que mantiene a las estrellas fijas en el espacio, sin que caigan ni choquen entre sí.

-¡ Pero lo científicos están buscando algo muy pequeño, una partícula que no se ve!

-Déjalos que busquen. Yo puse en sus mentes la inquietud- respondió el Señor- Lo que me extraña es que se pasen la vida dudando de mi existencia, pero al elemento que persiguen   lo llaman " Bosón de Dios"....

El anciano sonrió con una mezcla de ironía y tristeza y colgando el bolsón de su hombro, se levantó para partir. 

-Ahora debes dormir-le dijo con dulzura y se inclinó para arroparlo con la frazada. Pablito, obediente, cerró sus ojos. El resplandor azul se filtró un instante por entre sus párpados y luego desapareció.

A la mañana siguiente, al despertar, pensó que había tenido un sueño maravilloso. Pero, cuando entró a la cocina a tomar el desayuno, su mamá notó una pequeña marca en medio de su frente..

-   Pablito ¿ que tienes ahí?  Parece que te hubieras quemado...

Entonces, el niño lo recordó todo.

-No, mamá. Es que anoche vino Dios a verme y al despedirse, me besó.  



 

8 comentarios:

  1. Atinada la reflexión ( como no podía ser de otro modo) de Dios. Todos los hombres de ciencia ( bueno, no todos), niegan su existencia, y , siendo científicos deberían saber que no se puede demostrar una premisa negativa.
    Has sacado un relato muy ingenioso a partir de la famosa expresión esa.
    Besoss, Lillian

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    1. Querido Gabiliante, parece que Einstein sí admitía la existencia de Dios pero no estoy segura. Gracias por leer mi cuento.

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  2. Qué bonito y dá que pensar.
    Un abrazo 🌸

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    1. Gracias Verónica. Entré a tu blog y ví que estás escribiendo una novela. A mí no me da la inspiración más que para escribir cuentos cortos. ¡ Que tengas suerte y que te lea mucha gente!

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  3. Un bello relato amiga, que tiene toda una reflexión que cada quien a su modo podría reintepretar...
    Bien por el niño, así deberíamos ser , encontrar ese niño , para reencontrar a Dios.
    Abrazo.

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    1. Gracias, Meulén, creo que en el alma infantil está la pureza necesaria para sentir a Dios de cerca.

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  4. Genial, Lillian, y no exento de ternura y reflexión... Te felicito de corazón!!

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    1. Gracias Carlos. Esta idea se me ocurrió hace tiempo, cuando en todos los diarios aparecía la búsqueda de los científicos del bosón de Dios.

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