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domingo, 25 de diciembre de 2022

CUENTO DE NAVIDAD.

Hacía tiempo ya que Santa Klaus había jubilado. Los niños habían dejado de mandarle cartas  y si llegaban a escribirle, era por correo electrónico. Lo cual era un desperdicio, porque Santa Klaus no entendía cómo funcionaba Internet. 

No había querido hacerse esclavo de las comunicaciones moderna. Lo suyo eran las cartas manuscritas, con faltas de ortografía, pero llenas de ilusión. Al final, había quedado sin empleo.

Luego de soltar a los renos para que pastaran en las praderas de más al Sur, se trasladó a la ciudad, dispuesto a buscar un medio de ganarse la vida.

Primero probó en un Mall, donde buscaba a alguien que hiciera de Santa Klaus, para atraer a los niños. ¿ Quién más que él podía desempeñar ese oficio con propiedad?  Pero, para su sorpresa, eligieron a otro.

Así fue como terminó trabajando en una reparadora de calzado.  " Se busca ayudante" decía el letrero y sin dudarlo se ofreció. El dueño lo miró de reojo. ¿ No estará muy viejo amigo, para este trabajo?  Santa Klaus le mostró sus manos fuertes y encallecidas de tanto manejar las riendas del trineo y sin darse por ofendido lanzó una risita: Jo jo jo.  Al escucharlo,  algo hizo eco en el corazón del zapatero y le recordó su infancia, que creía perdida para siempre. Más que todo por eso lo contrató.

Se acercaba Navidad  cuando  una noche, Santa Klaus recibió una visita sorpresiva.  Toc Toc, sonó la puerta, porque siempre en los cuentos las puertas suenan así. Era uno de los enanos, que se había quedado ordenando y limpiando su casita del Polo Norte. 

-¿ Qué pasó, Filidor?  ¿ Incendiaste mi casa con las brasas de tu pipa?

-No, Santa Klaus, no es tan grave, pero creo que esto amerita su atención.

Y le tendió un sobre que lucía arrugado y amarillento.

-¡ No sé cómo decírtelo, Santa!  Revisando los viejos sacos de la correspondencia, encontré esta carta en el fondo de uno de ellos. ¡ Y el timbre de correos dice 1952  !   

Santa Klaus, anonadado, se calzó los lentes y empezó a leer:  Querido Santa, me llamo Celina y tengo siete años. ¿ Podrías traerme una muñeca?

-¡ Es preciso remediar este error !   El corazón de esta pobre niñita se habrá roto al no recibir respuesta a su pedido... 

-Permíteme recordarte que ya no es una niña ...¡ Tendrá por lo menos ochenta años!

-¡ No importa! Seguro que en su corazón sigue viviendo la niña que escribió esta carta. Y no la voy a defraudar.

Partió a la juguetería a comprar una muñeca. Sabía que su humilde  sueldo no le alcanzaría para mucho, pero tuvo suerte. Como la mayoría de las niñas pedían celulares en lugar de muñecas, le ofrecieron una rebajada de precio, que le pareció linda. Con ella bajo el brazo, emprendió lo más difícil de su misión. ¡ Encontrar a Celina!  

Afortunadamente, en el reverso del sobre se leía claramente la dirección. Tocó el timbre con pocas esperanzas de éxito.

-¡ No! Ya no vive aquí. Yo compré su casa, pero no sé a donde habrá ido...

En el almacén de la esquina tuvo más suerte.

-¡ Sí!  Me acuerdo de Celina. Vendió su casa y se fue a vivir al Hogar de ancianos. Es ese que queda al doblar la esquina...

A todo esto, ya era la noche del veinticuatro. ¡ Había que apurarse!

Santa Klaus sacó del baúl su gastado traje rojo. La piel del cuello estaba apolillada, pero en la oscuridad nadie lo notaría...Las calles estaban llenas de gente atareada con las últimas compras  y nadie se fijó en él, porque en las tiendas de los malls había muchos  viejos disfrazados de Santa Klaus.

Llegó al Hogar de Ancianos cuando eran casi las doce. Después de mirarlo con algo de sorpresa, lo dejaron entrar.  La cuidadora lo condujo a una habitación humilde y junto a la ventana vio a una figura pequeña acurrucada en una silla de ruedas. La cuidadora, creyendo que hacía un chiste, le avisó:

- Celina, te busca Santa Klaus.

La anciana sonrió y con toda naturalidad tendió las manos para recibir el regalo. Apretó la muñeca contra su pecho y los años de soledad y tristeza retrocedieron hacia las sombras, acobardados por el resplandor de su cara.

Santa Klaus, emocionado, solo atinó a decirle:

-¡ Perdona que me haya demorado tanto!

En ese preciso instante, el campanario de la iglesia soltó sus campanadas.

-Pero ¡ si no estás atrasado! ¿ Que acaso no es a las doce que llega Santa Klaus?



5 comentarios:

  1. Que buen relato has construido. Es maravilloso. Me encanta el final. Por esperado por parte de la anciana ya sería maravilloso , pero con ese retorno a la niñez que nos regala ls ancianidad, queramos o no, resulta genial.
    Abrazo, y feliz navidad

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  2. Me gustó mucho el paralelismo que lograste entre el personaje como niña y después como anciana. Todos sabemos que los ancianos son como infantes. Muy bello el relato porque los antiguos regalos del Viejito Pascuero están un poco olvidados, hoy solo piden tecnología.
    Abrazos navideños Lilly

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    1. Gracias, querida Tatiana. Todos llevamos un niño en el corazón. Yo al menos, todavía me acuerdo de mi primera muñeca. Tenía un gorro de holandesa y le puse por nombre TONCHA. Felicidades para tí y gracias por tus palabras.

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  3. Extraordinario, Lillian, con todas las letras, ex-tra-or-di-na-rio, piel de gallina y de la emoción me ha causado en varios tramos... Es el Cuento de Navidad más bello y mejor narrado que he leído en años. De corazón...

    Abrazo hasta vos, talentosa Lillian.

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    1. Querido Carlos, creo que exageras en tus elogios. Me emocionaron de verdad. Muchas gracias y feliz Año Nuevo para tí.

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