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domingo, 14 de febrero de 2021

LA BOTELLA AZUL.

Isabel revisó su monedero, antes de ir al supermercado y para su gran sorpresa, lo halló casi vacío. ¡ Había olvidado los gastos del día anterior!

-¿ Qué voy a hacer ahora?- suspiró- ¡Justo hoy que se me ocurrió invitar a almorzar a mi hermana!

 Se fue andando, cabizbaja, hasta que al pasar frente a una casa muy elegante, vio algo brillar en el contenedor de basura. Era una botella de vidrio azul, que lanzaba destellos bajo los rayos del sol. La sacó de entre los desperdicios y la miró con atención. No era una botella corriente, sino elegante y de lineas estilizadas. Seguramente  había contenido un licor de mucha calidad. 

Se le ocurrió una idea y sin dudarlo más,  llevando en su mano la botella, se dirigió a la tienda de don Pedro, el anticuario. No sería la primera vez que la sacaba de un apuro, comprándole algún cachivache heredado de su abuela.

 Lo encontró, como siempre, sacudiendo el polvo de los mismos objetos que llevaban años enmoheciéndose ahí.

-Don Pedro- le dijo, poniendo cara de aflicción- Me veo obligada a vender una apreciada reliquia... Esta preciosa botella de cristal francés que lo más probable es que provenga de la época de Napoleón.

El anticuario tomó la botella y la hizo girar sobre el mostrador.

-Isabel, esta es una simple botella de licor. Si la llevas de vuelta donde la compraste, te la recibirán para reciclaje.

-¡ No, don Pedro! ¡ Se equivoca!  Es una antiguedad muy valiosa y me veo obligada a venderla porque necesito dinero...

-Debe ser muy grande tu apuro- se rió don Pedro, quién en el fondo le tenía simpatía- Debe ser bien doloroso tener que deshacerse de una reliquia familiar, que  probablemente le haya servido a Napoleón para empinar el codo...

Al ver su cara afligida, echó mano a la caja registradora:

-Ya, no te preocupes. Toma este dinero, me lo devuelves cuando puedas...Pero ¡ llévate esta botella!  ¡ Estoy hasta el cuello de cachivaches sin valor!

Después de comprar en el supermercado con el dinero de Don Pedro, Isabel se dirigió a su casa. La botella seguía pareciéndole muy bonita y decidió ponerla sobre el aparador. 

Se puso a abrillantarla con un paño, pero al ver que del gollete empezaba a salir humo,  la soltó, espantada.

-¡ Una bomba molotov!- gritó y quiso salir corriendo.

Pero no alcanzó a llegar a la puerta. En el centro de la habitación había un hombre que no se sabía por donde había entrado.

-¡ No te asustes, Isabel!- le dijo, riendo con soltura- Soy el genio de la botella.

-¡ Un ladrón, querrá decir!  ¿ Y qué espera robar aquí?  Gasté todo lo que tenía en el supermercado... A lo sumo, lo podría invitar a almorzar.

-Gracias. Eres una niña muy amable. Pero, te digo la verdad. Soy el genio de la botella y estoy facultado para concederte tres deseos.

-¡ Quiero dinero!- gritó Isabel, imperiosa- ¡ Quiero cincuenta millones de pesos ahora mismo ¡ ya!

De inmediato se vio sepultada en un verdadero alud de billetes de banco.

Se pasó la noche ordenándolos en fajos y al otro día salió a visitar a sus vecinos.

-¡ Amigos, recibí una herencia!  Tome, don Hilario, para que se arregle la dentadura. Y usted, don Emiliano, llame al gastiter para que le cambie esas cañerías...Señora Eduvigis,  aquí tiene para que se compre una silla de ruedas. Así sus nietos podrán sacarla a pasear...

Se pasó la mañana repartiendo plata. ¡ Nunca se había sentido tan feliz!  

Para ella solo había guardado un millón de pesos. Con eso le alcanzaría para paliar su descalabro financiero...

Pero al medio día apareció un hombre de terno gris, portando un maletín.

-Señorita Isabel, vengo de Impuestos Internos. Usted ha recibido una herencia y tiene que pagar los impuestos correspondientes.

-Y ¿ cuanto cree usted que sería...?

-Un millón , según mis cáculos.

Apenas se hubo ido el funcionario, apareció el genio de la botella.

-¡ No contabas con Impuestos Internos, pobre Isabel!  Pero, no te aflijas, aún te quedan dos deseos. ¡ Utilízalos bien! 

-Ya sé -exclamó Isabel- Quiero ser tan poderosa que nadie esté por encima de mí. ¡ Quiero ser una reina!

-Bueno- dudó el genio- Actualmente, las reinas son meras figuras decorativas...

-¡ Entonces, quiero ser una reina de antaño! 

Instantáneamente, se vio convertida en María Antonieta. 

La llevaban amarrada a una carreta, rumbo al cadalso. A su paso, la gente la insultaba

y la maldecía.  Al fondo, en una plaza, se divisaba la guillotina.

Isabel vio que aún conservaba la botella azul oculta entre sus ropas. 

-¡ Quiero que el hechizo termine! - gritó angustiada- ¡ Quiero ser como antes!

Se encontró en la cocina de su casa, lavando las verduras para el almuerzo. El genio no se veía por ninguna parte, pero la botella continuaba sobre el aparador.

-¡ No quiero volver a ver esta botella en mi vida!  - exclamó.

La tomó y la fue a dejar en el primer contenedor de basura que encontró en la calle.

La  botella lanzó un destello, quizás protestando por ese trato tan ignominioso, pero luego se hundió entre los desperdicios  y desapareció.





5 comentarios:

  1. El mejor hilo conductor del real amor es el divino y lo humano se engrandece en ese sentir...

    Un buen pasar de este día y siempre que el amor no tiene fechas ...en su gloria es eterno.

    *****************

    Me gustó tu relato, hay veces que es mejor conformarse con lo mucho o poco que han creado nuestras manos...

    Un abrazo.

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  2. Otro de los bonitos cuentos que tu nos ofrece.

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  3. La foto es real,con un poco de fantasias del viejo fotógrafo.

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  4. Tus comentarios a esa foto,me traen recuerdos de un frescor literario que sabes trasmitir.

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