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domingo, 19 de julio de 2020

EL VIAJERO ESPACIAL.

El  doctor Blanchard, médico jefe del Hospital de Psiquiatría apagó la lámpara de su escritorio y se preparó a marcharse. Estaba cansado. Había sido un día difícil y otra vez la noche lo sorprendía en su  consulta.
En ese momento sonó el teléfono. Era un colega suyo que le informaba de la llegada de otro paciente. El doctor Blanchard miró su reloj con impaciencia, pero no pudo negarse a recibirlo.
A los pocos minutos entró un enfermero acompañando a un hombre que se veía sereno y algo ausente.
Lo habían encontrado en una estación del Metro, al parecer, aquejado de amnesia.  Repetía que quería volver a su casa, pero no sabía dar su dirección.
Con el trascurso de los días, empezó a hablar más. Dijo llamarse Sileno y aseguró que venía de otro planeta.
En las noches, se acercaba a la ventana enrejada y se quedaba absorto mirando las estrellas.
-¿ De donde eres tú?- le preguntaban los enfermeros, con afán de burlarse.
El no parecía notar el sarcasmo.
-¡ De allí!  ¡ Vengo de allí!-  respondía ,  señalando la bruma lechosa de una constelación.
El doctor Blanchard se había interesado en su caso y lo veía tres veces por semana. Tenía la esperanza de que entrara en razón, pero el enfermo siempre repetía lo mismo. Que había sido transportado en un rayo de luz y que su planeta se llamaba Kaliope.
-¿ Y por qué, si eres de otro planeta te ves igual a los humanos?- le preguntaba el médico, para sondearlo.
-Quizás ustedes me ven así, pero en Kaliope somos diferentes.
-¿ Y qué tiene de distintos? ´¿ Acaso son inmortales?
-No, nosotros también morimos...Pero nunca matamos.
Viendo que su obsesión era inofensiva, terminaron por dejarlo tranquilo.
Circulaba libremente por las salas del manicomio y conocía el nombre de cada uno de los enfermos. Ellos le tenían afecto y les gustaba sentarse a su lado para escucharlo hablar de Kaliope.  Una joven que padecía de catatonia, empezó a abandonar su inmovilidad para acercarse a escucharlo. Y otro, que tenía miedo de algo invisible que lo perseguía, abandonaba su refugio debajo de una mesa y de a poco se iba aproximando a él.
Un día, el encargado de los insumos del Hospital, le avisó al doctor Blanchard que Sileno le había pedido las tablas de embalaje y las planchas de aluminio que había en la bodega.
-¡ Dice que va a construir una nave espacial, para volver a su planeta!  Se llevó todo al patio trasero .
-¡ Déjalo con sus fantasías! ¡ Pobre hombre!  No le hace mal a nadie...
La enfermera jefe le contó que los pacientes andaban entusiasmados diciendo que se irán con Sileno en su nave especial.  " Hay que dejarlos que sueñen ¿ verdad?  Mientras no alteren la disciplina..."
Al doctor Blanchard le picó la curiosidad y fue a verlo al patio del Hospital.  Vio con sorpresa que había forrado la madera con aluminio y que ya tenía casi terminado lo que parecía un cohete interplanetario.
-¿ Y no tienes miedo de que se te queme en contacto con la atmósfera?- le preguntó con un tono de burla cariñosa.
-¡ No, doctor!  Este no va a ser un viaje como los que ustedes hacen. Vamos a ser transportados en un rayo de luz, igual como cuando yo llegué a la tierra.
-¿ Y cuando será el despegue?
-El 27 de julio, doctor. Esa es la fecha establecida.
¡ Faltaban algo más de tres semanas! El médico  quedó pensativo y se prometió estar atento. ¿ Qué pasaría si Sileno entraba en crisis o se tornaba violento al ver el fracaso de su empresa?
Pero, otros casos más urgentes lo mantuvieron preocupado y al final, se olvidó del asunto.
La noche del 27 de Julio estaba en su casa, poniéndose el piyama, cuando se acordó del asunto.
¿ Qué pasaría si la obsesión de Sileno desembocaba en tragedia?   Prefirió volver a vestirse y se dirigió al Hospital.
Una enfermera salió a su encuentro, consternada:
-¡ Doctor!  ¡ Algo ha pasado!  Los dormitorios están vacíos, no encuentro a ningún paciente...
El doctor Banchard corrió al patio trasero. Estaba desierto. La nave espacial había desaparecido.
Alcanzó a ver un rayo de luz que cruzaba vertiginoso el cielo y se perdía en el espacio sideral.
   


2 comentarios:

  1. Vaya que buenísmo relato amiga !

    Y a no ser porque él hizo su propio cohete , te puedo decir que se de casos reales que han sucedido así , donde han encontrado alguien perdido de tro tiempo y de otros espacios supuestamente y estos han desaparecidos de la presencia de los demás, sin dejar rastro y eso que estaban confinados...

    Bueno, al menos los que se fueron quizás logran llegar a un lugar donde se sanen de sus enfermedades...

    Los misterios de otros mundos solo sabrá Dios si ello existe y llegado el momento nos permitirá dicha comprensión...

    Un abrazo grande.

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  2. Bella historia, Lillian, bello universo interior te motivó a componerla...

    Abrazo grande.

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