Eladio
despertó en medio de la noche y escuchó voces en el salón.
¿
Quién podía haber venido a esa hora?
Se
levantó en puntillas y desde el pasillo
miró el salón iluminado. Vio que estaban velando a alguien.
Un
ataúd abierto estaba en medio del cuarto y había mucha gente sentada en los
sillones, conversando sin prestarle atención.
Vio
el rostro del cadáver y sorprendido, comprobó que era él mismo.
-¡
Bah! ¿ Como pude morirme sin darme
cuenta?
Pensándolo
bien, seguramente se había muerto durmiendo...El sueño que todos acarician.
Pero, había sido demasiado pronto...
¡ Voy
a perder mi abono para la Copa Confederaciones!
-pensó atribulado.
Miró
en el primer cajón de la cómoda y vio que el abono había desaparecido.
¡ Su
sobrino Genaro! ¿ Quién otro?
No
había ni esperado que cerraran el ataúd para robárselo. ¡ En fin!
¿ Para qué afligirse si ya no podría usarlo?
Se
dio cuenta de que la puerta del dormitorio estaba cerrada y que él la había
atravesado como si fuera un pan de mantequilla.
Entró
de lleno al salón y se acercó a su mujer, que lloraba. Tenía los ojos
enrojecidos y gruesas lágrimas corrían por su cara.
¡
Pobrecita! ¡ Cuanto me quería !- exclamó
Eladio conmovido. Pero, al acercarse más, lo repelió un olor extraño. Vio que
ella tenía un pedazo de cebolla escondido en el pañuelo y era eso lo que la
hacía llorar.
Más
allá vio a su hija Carolina, sentada en un sillón con la cabeza doblada sobre
el pecho.
-¡
Ella sí que sufre de veras!- pensó Eladio. Quiso estampar un beso incorpóreo en
su frente...y entonces comprobó que ella tenía el celular en las rodillas y
rápidamente escribía un mensaje de texto.
Era eso lo que la mantenía agachada.
En la
cocina había un grupo de sus amigos, tomando vino y contando chistes. Todos
archi sabidos...Incluso eran los mismos que Eladio había contado en el
velatorio de su cuñado, hacía unos meses...
Volvió
al salón y vio que habían cerrado el ataúd y habían colocado encima una foto
suya de cuando era joven.
Se
sintió invadido por la nostalgia. Y pensó que después de todo, la Muerte era
eso.
Nostalgia
por todo lo perdido. Desde el sabor del café por las mañanas hasta el olor a
sudor en el Metro, por las tardes...
La
gente se había empezado a retirar entre suspiros. ¡ Mi sentido pésame! ¡ Acompañándola en su dolor!
-¿
Por qué la gente será tan hipócrita?
Seguramente,
sus verdaderos pensamientos eran:
¡ Ya
estaba bueno que se muriera! ¡ Estaba
arruinando a su familia con ese tratamiento!
Alguno
de sus amigos, el más libidinoso, miraría a su mujer con secreto deseo y
anhelaría decirle: ¡ Ahora puede pensar
en rehacer su vida, Marujita!
La
familia se retiró a dormir y Eladio se quedó solo, velando a su cadáver.
Al
día siguiente fue el funeral y se
sorprendió de ver que el cortejo se dirigía al crematorio.
Su
última voluntad de ser enterrado junto a sus padres no sería respetada.
-¿
Qué vamos a hacer con las cenizas?- oyó que susurraba su hija.
-Cuando
vayamos a veranear, aprovechamos de llevarlas y las tiramos al mar.
-¡ Me
carga el agua salada!-pensó Eladio, indignado- Y ahora me van a echar ahí para
que alimente a los peces...¡ Ojalá que algún día se coman un pescado donde esté
yo y se envenenen, por traidoras!
La
ceremonia terminó y los concurrentes se dirigieron a sus autos. Eladio vio una
limusina negra y adivinó que lo esperaba a él.
- ¡
Viene para llavarme al cielo! ¡ Qué
gentileza!
Se
acomodó en los cojines sedosos y miró la nuca del chofer.
-
Usted se llamará Gabriel o Miguel, como se llaman los ángeles, me imagino...
-Me
llamo Kobal, para servirle- respondió él, quitándose la gorra y Eladio vio que
dos cuernos lustrosos adornaban su frente.
-Póngase
el cinturón, que vamos de bajada- recomendó el chofer. Y la limusina empezó un descenso algo
violento.
A
Eladio le quedó bien claro a donde se dirigían, pero nada le sorprendía a esas
alturas.
Había
sido un día de puras decepciones....
En todos tu relatos,esta presente la muerte,parece ser que esa cosa natural,tu la interpreta para hacer tus buenos cuentos
ResponderEliminarEste relato tiene el tinte que tiene. Una historia muy real y muy cierta. Es la realidad misma.Algunos lo soñamos, otros, lo experimentaremos en carne propia, pero es algo que siempre estará presente en la vida de los humanos.
ResponderEliminarme gusto y lo contaste, tan bonito, que me parecio haberlo vivido.
Un fuerte abrazo.
Bueno
ResponderEliminaren esto yo espero irme hacia arriba...
Pero ya sabemos para lograr lo que anhelamos
debemos esforzarnos en hacer lo mejor con nosotros mismos
y a los demás.