Tomás
estaba hojeando el diario y vio una noticia corta en un costado de la
página. Advertía a los lectores que el
Sábado siguiente empezaría a regir el
horario de Invierno. ¡ Habría que atrasar los relojes en una hora!
Tomás
se quedó pensativo. Lo primero fue alegrarse porque esa noche dormiría una hora
más. Pero después empezó a ver la cosa bajo una nueva dimensión.
-¡
Después de todo, ésto es fantástico!- exclamó- A las doce serán de nuevo las
once. ¡ Es como si el tiempo caminara para atrás y nos regalara sesenta minutos
de tiempo extra!
Esa
hora tiene forzosamente que ser especial...¡ Mágica !...¡ La oportunidad de
hacer algo nuevo e insospechado! ¡ Y al
ser mágica, todo lo que uno haga le saldrá bien!
Siguió
reflexionando y llegó a la conclusión de que esa hora debía aprovecharla para
hacer una cosa que siempre había deseado, pero que le había faltado el valor
para concretarla.
¡
Confesarle su amor a Laurita!
Era
cierto que ella nunca lo había mirado dos veces .Sus ojos negros resbalaban
sobre él como si fuera un accidente topográfico sin importancia. Era evidente que su corazón estaba puesto en
otro. En el pesado de Mauricio, ese petulante que no se molestaba en acusar
recibo de sus miradas de amor. Mientras Tomás de derretía inútilmente por
ella...
Pero,
las cosas podían cambiar.
¡
Tenía que aprovechar la magia de esa hora extra ! No habría otra oportunidad
igual hasta dentro de un año, cuando volvieran a cambiar el horario...
Esa
noche de Sábado se puso una camisa nueva y se afeitó con esmero. A las doce en punto, atrasó su reloj en una hora. ¡ Eran las once
otra vez y seguro que Laurita estaría levantada!
Se
aprestaba a tocar el timbre de su casa, lleno de emoción y ensayando una
sonrisa conquistadora, cuando se abrió la puerta y salió ella como una
exhalación.
Tropezó
con Tomás y lo miró con cara de fastidio.
-¡
Déjame pasar, que estoy apurada!
-¡
Laurita! Venía a hablar contigo...
-Lo
siento, Tomás, no puedo detenerme. ¡
Necesito aprovechar esta hora especial!
-¿Qué
dices? Justo yo venía...
- Tomás ¿ no te has dado cuenta que estamos en
una hora mágica? Eran las doce y ahora
son las once de nuevo... Tengo sesenta
minutos para hacer algo que siempre deseé hacer y no me había atrevido hasta
hora! Decirle a Mauricio que lo amo...¡ Acabo de llamarlo y me espera en el
café!
Pobre Tomas, el mismo pensamiento pero con diterente direccion
ResponderEliminarun beso
Tus cuentos siempre son mágicos. Un beso grande para nuestra Lily
ResponderEliminarLo que no es para uno es para el otro
ResponderEliminaral menos una tendrá oportunidad de soñar...o pretender vivir un cuento...
besos.
¡Oh! qué pena por Tomás. Su sueño no fue.
ResponderEliminarAbrazos querida Lily.
El amor,los desengaños,recuerdos,estan presentes en casi todas tus historias
ResponderEliminarSaludos
La hora mágica sólo es para algunos, en este caso Mauricio ha sido el elegido, pero si la historia pudiese continuar, puede que Tomás tuviese aún una oportunidad, en el fondo pensaban igual, creían que aquella hora era especial, mágica y tenían que hacer algo importante.
ResponderEliminarEn el amor son los sentimientos los que llevan la voz cantante.
Ha sido un placer leerte.
Cariños y buen fin de semana.
kasioles