-Tenga
resignación, señora Rosita. Piense que las cosas siempre pasan por algo.
Esa
fue la frase que hizo que Manuel levantara la mirada del diario que iba
leyendo.
La
que acababa de pronunciarla era una mujer de pelo gris, que iba a su lado,
colgada de la barra del Metro. Y la destinataria de tan filosófica reflexión
era una viejita diminuta, vestida de negro. Llevaba los ojos enrojecidos,
Manuel no supo en ese momento si de pena o de
catarro y apretaba un paquete contra su pecho.
-
"Las cosas siempre pasan por algo"- sonrió Manuel con sorna. ¡ El
eterno consuelo de los simples! Y tan
falso.... ¡Es obvio que todo es obra de la casualidad ! Es puro azar si eres tú el que va pasando
debajo de una cornisa, cuando se desprende y te hace tortilla el cráneo...¿ O
estaba programado de antemano porque " las cosas pasan por algo"
? A mí nadie me va a convencer de que
existe el Destino...
Distraído,
abandonó la lectura y se puso a mirar a las dos mujeres.
Al
rato, la canosa se bajó y quedó sola la viejecita, sorbiéndose los mocos y
aguantando apenas las ganas de llorar.
Manuel
se compadeció de ella y le ofreció llevarle el paquete. Estaba claro que nadie
le iba a ofrecer asiento...
Ella
sonrió agradecida y se lo pasó. En el intercambio, se corrió el papel del
envoltorio y Manuel, sobresaltado, descubrió que se trataba de una ánfora de
cenizas.
Contenía
lo poco que había quedado de un tal Emeterio Pantoja.
En la
Estación Central, la viejita hizo amago de bajarse y le pidió el paquete.
Manuel, conmovido se bajó con ella. No era su paradero, pero decidió
acompañarla. Algo había en la señora que le recordaba a su mamá.
Se
internaron en una calle humilde y llegaron a una casa color moho, apretada
entre un almacén y un taller mecánico.
Ella lo invitó a pasar y Manuel no pudo zafarse ya de la extraña
situación en la que se había metido.
Se
sentaron en un salón penumbroso, lleno de retratos en sepia y pañitos tejidos a
crochet.
Ella
le contó llorando que se había quedado sola en el mundo. Que no habían tenido
hijos. Que Emeterio había trabajado siempre en Ferrocarriles y que habían vivido de su sueldo...
-Y
ahora, no sé qué voy a hacer- suspiró con incertidumbre.
Manuel
imaginó de inmediato lo que le esperaba. Una pensión mísera que no le
alcanzaría ni para cubrir sus necesidades más básicas.
Se le
ocurrió una idea y sin dudar un segundo, decidió ponerla en práctica.
- Su
marido tiene que haber tenido un Seguro de Vida -le insinuó- Todos los
empleados de Ferrocarriles lo tienen- mintió descaradamente- Es una práctica de la Empresa.
La
viejita lo miró dudosa y le dijo que no sabía, que Emeterio nunca se lo había
comentado...
-¡No
perdemos nada con averiguarlo!- exclamó Manuel, con sonrisa optimista- Tengo
contactos que pueden informarme. Y si
hay un seguro que le corresponde, yo mismo se lo voy a tramitar...
Y
mientras hablaba, sus planes de viajar a Europa con un grupo de amigos,solteros
acomodados como él, empezaron a diluirse
en su mente. Volaron y se perdieron en la lejanía, mientras creía ver la cara
de su mamá que le sonreía aprobándolo, desde el cielo.
No le
costó nada rellenar unos formularios y adjuntar unos documentos, a los que unos
timbres borrosos daban credibilidad. Eran necesarios para disipar cualquier
duda que pudiera surgirle a la viejita.
Lo último fue retirar una suma bastante
respetable, de su cuenta de ahorro para vacaciones.
Ella recibió el dinero entre emocionada y
estupefacta. Ni siquiera miró los papeles falsificados que pretendían dar
verosimilitud al Seguro de Vida de Emeterio.
Lo miró radiante, con los ojos anegados en
lágrimas.
-¡
Pensar, señor, que si no me hubiera encontrado con usted, ese día, en el Metro
nunca habría tenido ni idea de que me correspondía esta plata!
Y
Manuel le respondió sin darse cuenta de lo que decía:
-¡ No
ve, señora Rosita ! " Las cosas
siempre pasan por algo".
No sé si las cosas pasan por algo, lo que sí sé es que siempre traen consecuencias. Un gran abrazo querida amiga
ResponderEliminarMi amiga escritora se esta superando en sus cuentos,el viejo fotógrafo la vuelve a felicitar
ResponderEliminarSí, las cosas siempre pasan por algo y, Manuel, ya tiene su obra de caridad que desde el cielo algo retribuirá en el futuro.
ResponderEliminarAbrazos Lily.
Un hecho compasivo...lleva múltiples bendiciones...
ResponderEliminarasí sea siempre...y que aquello florezca en tus cuentos y en la realidad...
besos.